La preciosa isla de Andoya tiene, en su cara oeste, uno de esas carreteras turísticas nacionales que tanto nos gustan de Noruega. La Andoya Scenic Route tiene 58 kilómetros y no se anda con medias tintas, ya que transcurre desde el extremo norte hasta el extremo sur de la isla, pasando por algunos de los principales destinos turísticos de la misma.
58 kilómetros para recorrer la costa oeste de Andoya
Conocida como la carretera en la que el océano llega a la costa, la Andoya Scenic Route os permitirá precisamente eso: conducir a lo largo de preciosos paisajes en los que la inmensidad del océano Ártico se entremezcla con los pequeños mares de la costa noruega.
Por el camino visitaréis adorables pueblos, pero también algunas de las playas más bonitas del país. Por supuesto, no faltan pequeños fiordos, montañas irregulares y más curvas de las que una persona puede contar.
¿Todo eso os parece poco? Pues resulta que la carretera es una especie de safari de fauna ártica. Si tenéis suerte y vais en la época adecuada, desde la ventanilla del coche podréis ver águilas, focas e incluso ballenas, además de los siempre adorables y escurridizos puffins. Por cierto, también es posible que veáis cohetes espaciales despegando, ya que el asfalto pasa al ladito de una plataforma de lanzamiento de la NASA y la Agencia Espacial Europea.
Eso sí, no dejéis nunca de poner toda vuestra atención en la carretera. Y no solo porque las distracciones siempre son un problema, sino porque además conviviréis con un montón de deportistas: la Andoya Scenic Route es muy transitada por ciclistas y esquiadores de fondo.
Sus 58 kilómetros se recorren rápido, aunque en función de las paradas que hagáis el tiempo volará. Nosotros dedicamos un día completo, incluyendo la visita a diferentes pueblos, iglesias y miradores.
Nuestra experiencia recorriendo la Andoya Scenic Route
En nuestra opinión, la Andoya Scenic Route tiene la distancia óptima. No pasa tan rápido como la Carretera del Atlántico, pero a la vez no se hace tan dura como la de Varanger. Esto es todo lo que vimos recorriéndola:
- Andenes: la ciudad más septentrional de la isla. Una visita que literalmente es obligada, ya que llegamos a Andoya tomando el ferry de Gryllefjord a Andenes. Sea como fuere, quedamos cautivados por su faro, su puerto y el resto del casco histórico.
- Kleivodden: un espectacular mirador justo antes de llegar al siguiente pueblo, perfecto para contemplar la crudeza del océano Ártico y cómo la tierra se rompe en mil islitas pequeñas en esta zona del mundo.
- Bleik: nuestra siguiente parada. Además de ser un sitio con mucho encanto, es uno de los grandes puntos de observación de puffins de toda Noruega.
- Dverberg: aunque realmente no forma parte de la ruta, ya que está en la otra costa de la isla, no pudimos evitar hacer este desvío para visitar su peculiar iglesia.
- Nordmela: de vuelta al camino principal, fue el siguiente pueblo al que fuimos. Un lugar muy sencillo y que quizá no aporte tantas cosas como los anteriores.
- Bukkekjerka: otra parada de lo más interesante. Esta área de descanso está a los pies del promontorio de Borhella, un lugar de sacrificio perteneciente a la ancestral cultura sami. Lo espiritual se junta con lo mundano, ya que el sitio también ofrece uno de los baños más espectaculares que hemos visto nunca.
- Sortland: aunque la carretera termina teóricamente en el coqueto pueblo de Bjornskinn, nosotros continuamos nuestra ruta hasta la conocida como ciudad azul. Ya veis que no somos capaces de quedarnos quietos.