Seguimos avanzando por la Varanger Scenic Route, en un viaje que ahora nos lleva a parar en el área arqueológica de Mortensnes. Se trata de un lugar perfecto para entrar en contacto con la cultura sami, a través de un pequeño museo gratuito y de una ruta por unas excavaciones arqueológicas. Una parada que no debería llevaros más de dos horas pero que enriquecerá mucho vuestro recorrido hacia el extremo noreste de Noruega.
Mortensnes: un pequeño museo y una ruta de 3 kilómetros
Un coqueto aparcamiento os dará la bienvenida al lugar. Junto a él, hay un pequeño centro de interpretación gratuito, el cual abre todos los días de 10:00 a 16:00 en horario ininterrumpido. En este moderno edificio podéis aprender mucho más sobre la cultura sami temprana, a través de piezas extraídas en el lugar y de paneles informativos.
Una vez hayáis visto el museo, ante vosotros se abre una ruta de unos 3 kilómetros de duración, la cual desciende hasta el promontorio en el que se han hallado diferentes restos arqueológicos. El recorrido está claramente señalizado, con paneles informativos numerados que facilitan su seguimiento.
Ojo, que museo y recorrido son independientes. De hecho, aunque el primero tiene horario, el segundo se puede realizar las 24 horas del día. Simplemente tenéis que abrir la puerta y cerrarla a vuestro paso, para impedir que se escape el ganado que pasta por allí.
Nuestra experiencia visitando Mortensnes
Después de un rato larguísimo de carretera (ese día habíamos dejado atrás Inari, en Finlandia) y tras una breve parada en la Reserva Natural de Nesseby, teníamos muchas ganas de hincarle el diente a Noruega. Y esta parada, aunque improvisada, fue justo lo que necesitábamos.
El día estaba tirando a lluvioso y no nos paramos en todos los carteles, pero sí en los puntos más destacados. A modo de referencia, hay tres cosas que nos parecieron especialmente interesantes.
La primera es una constante: pequeños vestigios arqueológicos en forma de hogares y enterramientos, los cuales están diseminados por todo el recorrido.
En segundo lugar, el conocido como Ceavccageadge: un pilar de piedra que era untado con aceite de bacalao para pedir buena suerte en la pesca a los dioses. Está rodeada de hasta 13 círculos de piedra, lo cual da muestra de la importancia que tenía para los habitantes de los alrededores.
Por último, en uno de los extremos del promontorio, más o menos a 1300 metros del parking, se ha recreado una casa comunal sami. Es posible acceder a su interior y visitar las diferentes estancias.
Si vais con perro llevadle atado. Aunque parece el típico prado perfecto para que se pegue unas carreras, hay ovejas sueltas por ahí. ¡Mejor ir con cuidado!
En conclusión, el sitio nos encantó. Quizá os parezca poca cosa, pero es que es uno de los pocos sitios en los que pudimos acercarnos a la cultura sami de verdad. Al ir a parlamentos, poblados o cosas así como con más relumbrón, siempre nos queda la sensación como de «teatrillo para guiris». Aquí vimos un yacimiento sin trampa ni cartón, bajo la lluvia y sintiendo nuestras botas hundirse en el barro. Más auténtico imposible.