La Varanger Scenic Road es uno de los viajes más remotos que se pueden hacer en la Europa continental. Se trata de una carretera turística nacional de Noruega, cuyos 160 kilómetros son conocidos como la Carretera del Ártico. Nosotros la recorrimos de punta a punta y ahora os traemos aquí este artículo, en el que os contamos cómo fue nuestra experiencia y os damos las claves para transitar por este lugar tan increíblemente épico.
Una de las carreteras más bonitas del norte de Europa
Un paisaje lunar repleto de contrastes, el Océano Ártico cara a cara, pueblos remotos, una biodiversidad única, la proximidad con la frontera rusa… ¿Se puede tener mejor carta de presentación?
Los 160 kilómetros de la Varanger Scenic Road transcurren por la cara norte del Fiordo de Varanger, empezando más o menos en Gornitak y llegando hasta el remoto pueblo abandonado de Hamningberg.
Por el camino os esperan paisajes únicos, pero también algunas dificultades. Es súper importante que tengáis claro que no es una carretera sencilla: tiene muchas curvas, cambios de rasante, puntos estrechos en los que solo cabe un vehículo… Además, por si eso fuera poco, por doquier veréis renos y ovejas, tanto en manada como sueltos, que se cruzarán sin previo aviso. El último tramo (el que va de Vardo hasta el final) es el más bonito, pero también el más complejo.
La mejor época para hacer esta ruta es el verano. De hecho, en invierno el clima es tan duro que puede encontrarse cerrada durante semanas. A modo de referencia, nosotros pasamos por aquí en agosto e incluso vimos pequeños glaciares a los pies del asfalto.
Con un día es tiempo más que suficiente para hacer la ruta de sur a norte, realizar las paradas que os interesen y luego deshacer vuestros pasos. Eso sí, nosotros íbamos con furgoneta y nos encantan los típicos lugares que huelen a fin del mundo, así que aprovechamos para hacer noche en Hamningberg y disfrutar del sol de medianoche en todo su esplendor.
Nuestra experiencia en la Varanger Scenic Road
Vamos a contaros, de sur a norte, todo lo que podéis encontrar en esta increíble ruta:
- Gornitak: una pequeña área de descanso ubicada en un edificio que fue utilizado como almacén de munición durante la II Guerra Mundial. Realmente no tiene mucho más, pero es un excelente mirador a esta zona del recorrido.
- Nesseby: una pequeña Reserva Natural en la que encontraréis un paisaje único, acompañado de huellas de la acción humana como secaderos de pescado o una pequeña iglesia. Es un sitio muy chulo.
- Mortensnes: con un museo gratuito y una pequeña zona arqueológica, aquí podréis entrar en contacto con la cultura sami. Y es que uno de los grandes atractivos de la ruta es su profunda diversidad cultural.
- Observatorios de aves: a lo largo del recorrido veréis señalizados diferentes bird sites, que no son otra cosa que pequeñas plataformas para poder contemplar pájaros. Llevad prismáticos, pues la riqueza de la ruta es increíble.
- Mount Domen: en esta pequeña colina conviven el folklore (se dice que aquí las brujas tenían encuentros con el mismísimo diablo) con el arte contemporáneo, gracias a un pequeño y moderno refugio desde el que tendréis unas vistas excelente de Vardo.
- Vardo: precisamente, esta ciudad es una parada obligada. Tendréis que desviaros, ya que realmente se encuentra en una isla conectada al continente por un túnel submarino, pero os aseguramos que merece muchísimo la pena. Ojito con su castillo, su iglesia y el Memorial de Steilneset, también relacionado con la brujería.
- Hamningberg: desde Vardo hasta este pequeño pueblo abandonado os espera una hora de conducción, que además de ser especialmente bonita os llevará hasta uno de los lugares más remotos, mágicos y auténticos de toda Noruega. No se nos ocurre un sitio mejor para acabar una ruta como esta.