12 experiencias que no te puedes perder en un viaje a las repúblicas bálticas

Hemos hablado de Lituania, Letonia y Estonia desde muy diversos puntos de vista: sus grandes ciudades, pequeños pueblos propios de cuentos de hadas, espacios naturales de pura fantasía… Hoy, sin embargo, queremos mostraros una serie de experiencias que tenéis que vivir si vais a las repúblicas bálticas. No son las más típicas ni las más importantes, pero sí pensamos que la suma de todas ellas os darán una idea de lo que podéis experimentar en este fantástico destino. Sin más preámbulo… ¡aquí van nuestras doce propuestas!

Comer bayas de todos los colores

Empecemos por algo básico. Si os gustan los arándanos, las moras o las fresas… ¡las bálticas serán vuestro paraíso! Y no solo por su excelente calidad y variedad, sino también por sus precios. En España generalmente pagamos este tipo de frutos a precio de oro, pero el Lituania, Letonia y Estonia los encontraréis baratísimos. Y eso por no hablar de que crecen salvajes por doquier, por lo que si vais en la época adecuada podréis daros un festín de bayas recolectadas por vosotros mismos (aunque ojito que también las hay tóxicas).

Por cierto, os recomendamos que no os vayáis de allí sin probar algunas más «exóticas». Por ejemplo, nosotros nos aficionamos más de lo que nos gustaría reconocer al espino cerval, cuyos pequeños frutos naranjas están súper ricos. Al parecer tienen mucha vitamina C, pero también son laxantes si se consumen en demasía.

Buscar ámbar en sus playas

Otra cosa que no podéis dejar de hacer es sentiros como niños pequeños e ir en busca de tesoros. Al parecer el Mar Báltico es el mayor depósito de ámbar que existe, conteniendo alrededor del 80% del total del planeta. Por eso, incluso a día de hoy es relativamente frecuente encontrar pequeñas piezas flotando o escarbando con los pies en la arena. Así que si vais a la playa, no dudéis en probar suerte. ¿Quién sabe si volveréis a casa con premio?

Probar el zuvis

La gastronomía de la zona es una maravilla, por lo que muchas de las experiencias de esta lista están relacionadas con productos y sabores típicos de las repúblicas bálticas. Entre ellos, hubo uno que nos llamó la atención por encima del resto: el zuvis. Pudiera parecer que se trata únicamente de pescado ahumado, pero por lo que vimos es poco menos que una religión. En algunas zonas, como en el Istmo de Curlandia, veréis puestos de venta de zuvis por todas partes. Bien haríais en probarlo, ya que es barato, está riquísimo y no podría ser más típico de allí.

Relajarte en una sauna

Tampoco podéis pasar por la zona sin disfrutar de una sauna. Encontraréis decenas allí donde vayáis: urbanas, en medio de la nada, a la vera de un río… Sea como fuere, pocas experiencias hay más fascinantes que meterse en una sauna a sudar un poquito mientras fuera hace un frío de narices. Más allá de lo gratificante que es a nivel físico, os aseguramos que a nivel sensorial e incluso intelectual es una pasada.

Probar su (deliciosa) cerveza artesanal

Aunque en Europa asociemos la cerveza inmediatamente a belgas y alemanes, lo cierto es que en los países del norte también se producen unas cervezas increíbles. De hecho, posiblemente en Lituania, Letonia y Estonia hayamos disfrutado de esta bebida más que en ningún otro lugar. Y es que allí resultan baratísimas, las cervezas industriales tienen una calidad por encima de lo habitual y las cervezas artesanales son sencillamente de otro nivel.

Coger un ferry y visitar una isla

Otra experiencia que tarde o temprano deberíais vivir, aunque sea de manera involuntaria, es tomar un ferry para ir a visitar una isla o cualquier otro territorio remoto. Por ejemplo, estar en Estonia y no ir a la increíble Saaremaa sería una auténtica tragedia.

A veces hay que coger ferrys para pasar ríos o ir de un lado a otro, al igual que pasa en otros países como Finlandia o Noruega. El caso es que siempre hay cosquillitas en el estómago, pues mola un montón embarcar con tu coche o furgo y de repente estar en un sitio totalmente distinto. Y eso por no hablar de que a bordo suelen haber buenas vistas, buena comida y tiendas duty free.

Disfrutar de sus dulces típicos

Da igual si no os gustan los postres, los bollos o las galletas: no deberíais dejar de probar la cara más dulce de la gastronomía báltica. Ya sea en una pastelería, en algún puestecito de venta ambulante, en un restaurante o directamente yendo a un supermercado, lo mismo da.

Estamos hablando de sorpresas todo el tiempo, pero es que realmente en Lituania, Letonia y Estonia no paramos de vivir experiencias que no esperábamos. Incluso algunas de las que no habíamos oído hablar, como cuando en el Parque Nacional de Slitere nos comimos un sürkak, una de las elaboraciones más populares del pueblo livonio.

Ver animales en libertad

Si sois amantes de la naturaleza, en las bálticas tendréis infinitas posibilidades de ver animales en libertad. Eso supone conducir con cuidado e ir con mil ojos si estáis en medio del campo con vuestro perro, pero también que cada ruta sea única.

En nuestros días por allí vimos ciervos, renos e incluso zorros, además de todo tipo de aves (incluso algunas asociadas habitualmente a climas cálidos, como los pelícanos).

¡Bañarse en el Báltico!

Antes os decíamos que fueseis a la playa en busca de ámbar, pero por supuesto también tenéis que ir a daros un bañito. Puede que las costas de España, Italia o Croacia tengan mucha más fama, pero lo cierto es que en el Báltico también podéis pasar unos días de playa de categoría. El mayor enemigo es el clima, ya que las temperaturas no suelen ser especialmente elevadas, pero si pilláis un día caloroso no lo dudéis e id en busca de una playa.

En general, nos encontramos un concepto muy distinto al del Mediterráneo. Y es que aquí no vimos playas con chiringuitos ni chalets acosados en primera línea, sino playas vírgenes rodeadas de vegetación autóctona.

Comprar artesanía en sus mercadillos locales

Las repúblicas bálticas no son el mejor lugar para hacer shopping, al menos no desde un punto de vista tan compulsivo y centrado en la moda como en otras partes de Europa. Sin embargo, a poquito que rasquéis os encontraréis con pequeños mercados, artesanos locales o tiendecitas en las que encontrar cosas únicas.

Con algunos elementos comunes, como por ejemplo el ámbar, los artesanos del Báltico tienen mucho que ofrecer al viajero.

Convertirte en un marinero de agua dulce

Nos acercamos al final, no sin antes hacer hincapié en los infinitos ríos y lagos que se pueden encontrar en las bálticas. Algunas zonas son muy conocidas, como por ejemplo los Parques Nacionales, pero lo cierto es que prácticamente en cualquier lugar podéis nadar, alquilar una canoa o simplemente merendar junto a la orilla de una estampa paradisíaca.

Siempre que estamos por el norte (ya sea en las bálticas o en los países escandinavos) nos da la sensación de que la tierra está rota, ya que vemos agua por todas partes. Es un tipo de paisaje muy salvaje, que nos encanta y en el cual disfrutamos mucho.

Usar un baño seco

Por último, una experiencia báltica, aunque (una vez más) compartida con sus vecinos del norte. Prácticamente en todos los aparcamientos de los espacios naturales que visitéis veréis unas casetas de madera: son baños secos. Es decir, podéis ir allí a hacer vuestras necesidades pero no será en la típica letrina con agua. También se pueden encontrar en áreas de descanso de carretera.

Puede que sea una experiencia un poco escatológica, pero para conocer una cultura bien hay que llegar hasta las últimas consecuencias.

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