Aquí va nuestra carta de amor a la caca. En concreto, a la manera que tienen de relacionarse con ella en el norte de Europa. Y es que, aunque en España sean toda una rareza, en esos lares el uso de baños secos es algo generalizado. Lugar en los que hacer popó sin tirar de la cadena, que no solo ahorran agua sino que generan un abono que luego es clave para los campos de cultivo.
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Una tradición no apta para finolis
Arándanos, heavy metal, lagos… y caca. En nuestra opinión, los baños secos son un símbolo más de los países del norte de Europa. Id haciéndoos a la idea de que si vais por allí los acabaréis usando, ya que no solo están en el campito o en áreas de servicio, sino también en casas o en restaurantes.
¿De qué se tratan? Pues básicamente de una caseta en la que se puede hacer pipí o popó a través de un agujero, que va a parar a un depósito. Normalmente hay que echar después de la deposición unas hojas o un poco de serrín, para favorecer el proceso de descomposición y evitar que el olor suba hacia fuera. Y es que, al fin y al cabo, con lo que queda ahí almacenado se acaban abonando los campos.
Podéis encontrar baños secos de lo más sencillos (una caseta con un agujero en el suelo y ya), pero también auténticos palacios de la caca. Rinconcitos muy cuidados con alfombras, flores secas, revistas que se reponen periódicamente e incluso cuadros.
Esta forma de «hacer de vientre» tiene un inconveniente principal: el mal olor. Suelen estar en medio de la nada, por lo que también tendréis que utilizarlos a oscuras o iluminando con la linterna del móvil en el mejor de los casos. Sin embargo, sus beneficios están más que claros: son la única alternativa ecológica. Pensad que en una cisterna convencional se gastan entre 6 y 10 litros de agua con cada deposición, mientras que aquí no se derrocha ni una gota. Eso por no hablar del ahorro en electricidad. Además este funcionamiento tan sencillo e independiente permite encontrarlos incluso en las zonas más remotas, evitando así que los humanos ensuciemos el campo con nuestros apretones.
¿Por qué son tan populares en países del norte de Europa y en el sur son una rareza? Pues seguramente vaya relacionado con la manera que nórdicos, bálticos y europeos del norte en general tienen de relacionarse con la naturaleza. La tienen muy presente en sus vidas, están muy conectados a ella y la disfrutan al máximo, pero a la vez siempre de una manera respetuosa y sostenible.
Si sois muy finolis seguramente no lo pasaréis bien con estos baños, pero la verdad es que nosotros les tenemos un montón de cariño.
Qué hacer (y qué no) en los baños secos
Puede parecer tan sencillo como hacer pis o caca, pero los baños secos tienen su intríngulis. De hecho, aquí os dejamos unos cuantos tips para su uso:
- Puede parecer algo obvio, pero no os pongáis de pie sobre la estructura. Como mucho podéis sentaros como en cualquier baño convencional, pero subirse sobre ella con la intención de estar más lejos de la caca solo acabará de manera dramática. Por doquier vimos carteles avisando de esto, con imágenes muy concretas de gente hundiéndose en la mugre.
- La tapa siempre hay que dejarla cerrada. Esto tiene una función doble: evita que los malos olores se esparzan más de lo debido por la cabina y de paso no atrae a ningún animal. Seguramente no os apetezca terminar de hacer caca, abrir la puerta y encontraros a un oso frente a vosotros.
- Siguiendo lo anterior, hay que dejar la puerta siempre cerrada. Puede parecer lógico dejar abierto para ventilar, pero lo único que conseguiréis es que se llene de bichos.
- Si hay un cubito con serrín u hojas secas, tenéis que echar un puñadito una vez hayáis terminado. Esto favorece la descomposición y además se come los malos olores.
- No siempre tienen papel, así que os recomendamos llevar el vuestro. Si es biodegradable (normalmente sí) podéis echarlo al agujero.
- Es muy útil ir con una linterna frontal o tener la del móvil a mano. Muchos baños secos tienen ventanitas que permiten la entrada de luz por el día, pero por la noche estarás a oscuras.
- No tiréis toallitas, compresas ni cualquier otra cosa que no sea biodegradable.
¿Qué hago si no encuentro un baño seco? Mini-guía para hacer popó en el campo de manera sostenible
Antes de terminar, queremos hacer un auténtico alegato en contra de la gente que caga en el campo sin miramientos. No nos malinterpretéis: nosotros hacemos pipí y popó en el campo muy a menudo, pero siempre de una manera responsable y sostenible. La gente que deja un truño en mitad de un camino y tira ahí mismo los kleenex que ha utilizado debería ir presa.
¿Cómo hacer caca en el campo correctamente? Básicamente hay dos opciones:
- Lo ideal es que os alejéis un poco del camino y cavéis un pequeño hoyo. Ahí se tienen que echar el popó y el papel, siempre y cuando este último sea biodegradable. Cuando hayáis terminado, enterrad bien los restos y la naturaleza tomará cartas en el asunto, descomponiendo el regalito que le habéis dejado.
- Si no hay manera de hacer un agujero o no disponéis de papel biodegradable, la única acción aceptable es que os llevéis con vosotros los restos en una bolsa bien cerrada. No es agradable, pero siempre será mejor que llenarlo todo de suciedad y estropear los ecosistemas del planeta a base de plastuquis.