Serbia fue nuestra última parada en una larga ruta en furgoneta por los Balcanes, y la verdad es que no pudo sorprendernos más. Esperábamos un país frío y gris, pero encontramos todo lo contrario. Tanto es así que en nuestra ruta de cuatro días por Serbia en furgoneta vimos algunas de las mejores cosas del viaje. En esta guía práctica os hacemos una primera aproximación al país, por si estáis pensando en hacer turismo por Serbia y no sabéis por dónde empezar.
Tabla de contenidos
Introducción: una caja de sorpresas que todo el mundo debería visitar
Serbia siempre ha sido el lugar de referencia en los Balcanes, para lo bueno y para lo malo. Normalmente su economía ha ido por delante, pero también su poderío militar (con lo que ello conlleva). Hoy, tras décadas y décadas de conflictos bélicos, el país vive en armonía con su entorno, aunque claramente orientado a Rusia (cuando el resto se siente más identificado con Europa occidental).
El país es grande, aunque la mayor parte de los atractivos turísticos se concentran en el norte. Por eso, la mayor parte de los viajeros toman Belgrado como punto de referencia y desde ahí realizan diferentes excursiones.
Esperábamos un lugar bastante menos avanzado, pero quedamos gratamente sorprendidos. Las carreteras eran buenas, los enclaves turísticos estaban preparados y encontramos un ambiente más moderno que en otras zonas de los Balcanes.
Recorrido y lugares que visitar
- Belgrado: la capital de Serbia es sencillamente increíble. Es una de las ciudades europeas que más nos han gustado, tanto por patrimonio como por ambiente o propuesta cultural. Es una ciudad viva, en la que hay muchísimas cosas que visitar, con zonas totalmente diferentes entre si y en la que los precios no se disparan demasiado. Vamos, que esperábamos un sitio cualquiera y encontramos un lugar único.
- Zemun: ubicado a 8 kilómetros de Belgrado (y técnicamente parte de la ciudad, ya que forma parte de su término municipal) está la tranquila localidad de Zemun. Se trata de un pequeño pueblo a orillas del río Danubio, en el que la vida poco tiene que ver con la ajetreada capital. Aquí encontraréis pequeñas casas de colores, un paseo muy agradable junto al río y un mercado famoso por sus productos ecológicos.
- Novi Sad y la Fortaleza de Petrovaradin: Novi Sad es algo así como la ciudad guapa de Serbia. Está en el norte, también a orillas del Danubio, y recorrer sus calles os dará una idea muy clara de la arquitectura serbia más monumental. Hay palacios, amplias avenidas, una catedral enorme y un parque precioso. Por si fuera poco, al otro lado del río está la Fortaleza de Petrovaradin, un recinto amurallado que se ha convertido en hogar de artistas emergentes y que ofrece unos bellos miradores.
- Sremski Karlovci: el 90% de sus atractivos turísticos se concentran alrededor de una calle (la Branka Radičevića), pero aun así merece la pena venir a visitar este coqueto pueblo. Solo fuimos porque estaba cerca de Fruska Gora, pero la verdad es que fue un acierto ir a conocerlo. Tiene varios edificios súper chulos y muchas iglesias.
- Parque Nacional de Fruska Gora: ir a Serbia y no pasar un día recorriendo este impresionante espacio natural sería un crimen. A lo largo de la visita podréis ver pequeños monasterios ortodoxos, hacer senderismo o incluso ver algunos de los restos más brutales de la guerra que asoló el país a finales del siglo XX. Una visita realmente imprescindible, a la altura de cualquier gran Parque Nacional del continente europeo.
Documentación, vacunas y otros trámites
Siendo españoles, para entrar en Serbia (ya sea por avión o por tierra) no hace falta visado de ningún tipo, únicamente el pasaporte.
Si vais a conducir, sí que es necesario el carnet de conducir internacional. Y si vais en coche propio, no olvidéis pedir a vuestra compañía de seguros la carta verde.
Aunque en las fronteras no sean los más amables del mundo, no tuvimos ningún problema.
No hace falta ponerse ninguna vacuna para ir a Serbia.
Moneda
La moneda oficial del país es el dinar serbio. Cuando fuimos, la equivalencia aproximada era de 120 dinares por 1€.
Se trata de una moneda antiquísima, pues la primera mención al dinar serbio es del siglo XIII. Obviamente han existido diferentes generaciones de esta moneda, siendo la actual fruto del proceso de descomposición de la antigua Yugoslavia.
En las ciudades grandes están acostumbrados al pago con tarjeta, pero es mejor que llevéis dinero en efectivo fuera de ellas. Se puede conseguir tanto sacando dinero como en las casas de cambio.
Gastronomía
La gastronomía de Serbia es súper diversa. Le influyen a partes iguales las costumbres del centro de Europa (cocina húngara), de la dieta mediterránea (cocina griega) y por supuesto no se olvidan de las raíces otomanas (cocina turca).
El plato estrella siempre será el cevapi, unas salchichas sin piel que más parecen hamburguesas que salchichas. Guisos contundentes y carnes a la brasa nunca faltan, con un protagonismo mucho más marcado que el de los pescados.
En cuanto a dulces, en cualquier ciudad encontraréis deliciosas baklavas artesanales que nada tienen que envidiar a las de Estambul o Marrakech.
Comer es tirando a barato si os alejáis de Belgrado, pero en la capital los precios son similares a los del resto de Europa.
Alojamiento
Si estáis buscando dónde dormir en Serbia, quitaos los miedos: Balcanes, sí, pero muy acostumbrados al turismo. Encontraréis hoteles cerca de los principales atractivos turísticos y a buen precio.
Nosotros íbamos en furgoneta y nos interesaban más los campings, que no fueron precisamente los mejores. Sin embargo, se cumplió el expediente y pudimos hacer noche en las zonas que queríamos sin ningún problema.
Transporte
Las carreteras de Serbia son de muy alto nivel. Hay autovías que unen los principales puntos del país y las secundarias están (al menos todas las que vimos nosotros) en buen estado. Lo más preocupante fue que se nos cruzaron animales con más frecuencia que en España, pero por suerte no hubo ningún percance.
Las principales ciudades están conectadas mediante autobuses, que al parecer funcionan bastante bien. No obstante, Serbia tiene muchos pueblos pequeños para los que sin duda el transporte privado es la mejor opción.
Seguridad
De todos los países de los Balcanes, Serbia fue el que más europeo nos pareció de todos. No vimos ningún tipo de inconveniente en ningún lugar, ni sentimos inseguridad ni nada parecido.
Consejos finales
Imaginábamos Serbia como un país gris y de gente poco amable, pero encontramos todo lo contrario. Descubrimos un sitio lleno de color, con ciudades preciosas y espacios naturales que aun no nos creemos. Fue el último tramo del viaje por los Balcanes y sin duda el que mejor recuerdo nos ha dejado.
El consejo es sencillo: id a Serbia, no os defraudará.
2 respuestas
Cuánto color!! Me encantan los pueblecitos llenos de color y con ambiente. Claramente tengo que ir por allí ya!
Serbia es una maravilla, si le das una oportunidad al país seguro que te queda un viaje estupendísimo 😀 ¡Muchas gracias por tu comentario!