Ruta de un día por Belgrado, la capital más bonita de los Balcanes

Lo bueno de viajar es que siempre quedan sorpresas. Por mucho mundo que se haya recorrido, en cualquier momento puedes encontrar un lugar que te deje sin palabras. Es justo lo que nos pasó al visitar Belgrado, la capital de Serbia. Después de dos semanas recorriendo a fondo los Balcanes, encontramos una ciudad de esas que te hacen pensar «solo por esto ya mereció la pena el viaje». En este post os vamos a contar qué ver en un día en Belgrado, aunque desde ya os decimos que os quedaréis cortos: es un destino que da fácil para un fin de semana largo y aun así quedarían cosas por visitar.

Los bombardeos de Belgrado, la guerra que recuerdan los millenials

Lamentablemente, en el imaginario colectivo de la gente de nuestra generación (los nacidos entre los 80 y los 90), Belgrado se asocia inevitablemente a los bombardeos que sufrió la ciudad a finales del siglo XX.

En realidad, no somos la única generación a la que le pasa esto, pues, a base de conflictos bélicos, se trata de una de las ciudades que más veces ha sido construida y reconstruida en el mundo. Tanta guerra no ha impedido que se convierta en una urbe enorme, con un área metropolitana de casi dos millones de habitantes, siendo superada en esta zona de Europa solo por otras gigantes como Estambul, Atenas y Bucarest.

Lo cierto es que a día de hoy Belgrado está espectacular, mejor que nunca. En muchos posts leímos que era un sitio viejo o que la gente no era amable… ¡nada más lejos de la realidad! A día de hoy la ciudad está estupenda, con algunas heridas aun visibles (pero cicatrizadas) y con una población totalmente abierta al mundo. De verdad de la buena: Belgrado es un sitio al que hay que ir.

Qué ver en Belgrado en un día

Vamos a contaros ahora todo lo que vimos e hicimos en nuestro día en Belgrado. La ciudad da para mucho más que eso, así que nos centramos en la parte más turística.

Tomamos como punto de partida la Plaza de la República, donde se encuentran algunos de los edificios más destacados de la ciudad (como el Teatro Nacional o el Museo Nacional). Desde allí, lo primero que hicimos fue patearnos la mítica Knez Mihailova. Se trata de una preciosa calle comercial al estilo europeo, como se podría encontrar en Madrid, París o Berlín.

Las tiendas genuinamente serbias van perdiendo terreno poco a poco con las típicas cadenas internacionales, pero a día de hoy el lugar conserva todo el encanto. Veréis muchos artistas callejeros, como pintores o músicos, y también a más de un paisano ganándose la vida vendiendo palomitas o mazorcas de maíz asadas a un precio más que irrisorio.

Al final de la calle hay una gran biblioteca, en cuyos bajos se encuentra la Oficina de Turismo. En ella podéis conseguir un mapa, y os lo recomendamos porque realmente hay mucho que ver en la ciudad.

Pasada la Biblioteca se llega a la Fortaleza de Belgrado, un auténtico bastión defensivo que se ha convertido en el pulmón verde de la ciudad. Más allá del impresionante valor arquitectónico del edificio, la visita se hace obligada por todo lo que se puede hacer. En el parque que hay tanto dentro como fuera de las murallas encontraréis de todo: iglesias, museos, exposiciones… Hay tanto que contar de este sitio que hemos creado un post específico, en el que os contamos diez cosas que no te puedes perder en la Fortaleza de Belgrado.

No olvidéis asomaros a los diferentes miradores hacia los ríos Sava y Danubio, pues las vistas son espectaculares.

Cuando exprimimos todo el jugo de la Fortaleza, volvimos sobre nuestros propios pasos (no sin antes echar un vistazo por los alrededores, pues por ejemplo muy cerquita está la Catedral de San Miguel) en busca de otras zonas de la ciudad.

Primero fuimos al Barrio Bohemio, una especie de Malasaña en potencia que a poco que sepa jugar bien sus cartas se va a convertir en uno de los mejores barrios de toda Europa. En todas las guías veréis que señalan la Calle Skadarlija como calle principal del barrio, y la fama es más que merecida: no solo por su excelente oferta gastronómica, sino también por las fachadas pintadas o su bonito empedrado.

Aun así, no dejéis de recorrer la zona que va entre el Parque de los Estudiantes y esa misma calle, pues se respira el típico ambiente universitario molón: callecitas llenas de bares y cafeterías de autor, en la que puedes encontrar sorpresas a la vuelta de cada esquina.

Después nos acercamos a ver la Asamblea Nacional de Serbia y la Iglesia de San Marcos, dos edificios monumentales que siempre merecen una visita.

Para terminar de rematar el día, bajamos por la Kralja Milana hasta llegar al impresionante Templo de San Sava, una iglesia ortodoxa enorme: no en vano, es la más grande de Belgrado y uno de los templos ortodoxos más grandes del mundo. El edificio empezó a construirse en 1935 y a día de nuestra visita (2020) todavía estaba en construcción, financiándose únicamente a base de donativos.

Con eso dimos por terminada nuestra visita a Belgrado. Sabemos que hay muchos sitios que faltan en este recorrido, pero con un día poco más se puede hacer. Seguramente yendo a un ritmo más alto podríamos haber hecho más, pero Belgrado merecía ser visitada con la calma. La ciudad es un sitio muy llamativo, en el que la fachada de cada edificio es instagrameable, así que os recomendamos no llenar demasiado vuestra agenda y disfrutar bien de lo que os dé tiempo a ver.

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