En la zona norte de Serbia, casi en la frontera con Hungría, se encuentra una de su ciudades más interesantes: Subótica. Una pequeña joya llena de edificios históricos, amplias avenidas por las que pasear y un montón de cafés en los que merendar auténticas delicias. Gracias a la estupenda red de autovías que tiene el país, en una horita llegaréis desde otro de los atractivos turísticos del país, Novi Sad, por lo que la suma de ambas ciudades puede convertirse en el mejor día de vuestras vacaciones por el país balcánico.
Subótica, la ciudad de los 200 nombres
Subótica es uno de esos cruces de caminos en los que hay gente de todas partes. A día de hoy, la población mayoritaria es de origen húngara (35%), seguidos de serbios (algo menos del 30%) e incluso de croatas (10%). Esta mezcla se debe a que la ciudad ha sido conquistada y reconquistada infinidad de veces, hasta el punto de que ha tenido más de 200 nombres diferentes.
Esa variedad se plasma en su variada arquitectura y sobretodo en su animado ambiente. Ambos motivos son los principales para dejarse caer por allí, pues es sin duda uno de los lugares más variopintos del país.
Ruta de un día por Subótica
El recorrido es bastante sencillo, tanto que no debería llevar más de un par de horas. El punto de partida, más que obligatorio, es la Plaza del Ayuntamiento, donde podéis encontrar el imponente Ayuntamiento de Subótica. En muchas guías aparece referenciado como el más bonito del país: no sabemos si esto es cierto, pero seguro que es uno de los más coloridos. Es una obra de principios del siglo XX que mezcla modernismo con folclore de la zona.
Después de eso, lo mejor es que recorráis la preciosa Calle Korzo, que viene siendo algo así como la calle principal de Subotica. A su arquitectura llena de colores vivos se le suman un montón de tiendas monas y, sobre todo, un ambiente europeo que es una auténtica maravilla. Está muy manido eso de «pasead sin rumbo», pero desde luego esta calle es como para distraerse un buen rato.
A nivel de patrimonio, no pueden faltar en tu visita algunos edificios. El más llamativo es la Catedral de Santa Teresa de Ávila (o, simplemente, Catedral de Subotica), cuyas grietas de la fachada han causado furor entre nuestros conocidos cuando subíamos las fotos a Instagram. No sabemos cómo será por dentro, ya que lamentablemente estaba cerrada, pero por fuera es una mole barroca que parece venirse abajo por momentos. Realmente llamativa.
Muy cerquita está la Iglesia de San Miguel Arcángel, que junto con el monasterio de al lado forman el conjunto arquitectónico más antiguo de la ciudad.
También a unos pasos está la Iglesia Ortodoxa de Serbia. Hasta hace siglo y medio era la mitad de una pareja de iglesias, pero lamentablemente una de ellas se vino abajo. La que resistió no está nada mal, dicho sea de paso.
Llegados a este punto lo habréis visto todo y a la vez nada. ¿A qué nos referimos? No se puede dar por válida una visita a Subótica si no se le dedica un buen rato a uno de sus cafés. Hay muchísimos establecimientos en los que tomar un delicioso helado, un café recién hecho o una refrescante limonada. Integrarse en la cultura local, ver el trasiego de sus concurridas avenidas y tener una bonita conversación es algo que todo viajero debería hacer en Subótica.