Este es nuestro particular homenaje a Hesburger, una cadena de hamburgueserías que es capaz de mirar de tú a tú a un coloso como McDonald’s. No en todo el mundo, pero sí en Finlandia y las repúblicas bálticas, lo cual tiene mucho mérito. En este artículo os vamos a contar su historia y nuestras experiencias comiendo en varios de sus establecimientos.
David contra Goliat de las hamburguesas
Hesburger no es una cadena conocida ni en España ni en Sudamérica, de donde proceden la amplia mayoría de los lectores de este humilde blog, por lo que vamos a empezar haciendo una presentación. El origen de esta cadena está en los años 60 del siglo XX, en un puesto callejero regentado por Heikki y Kirsti Salmela, un matrimonio afincado en la ciudad finlandesa de Turku. Unos años más tarde, en concreto en 1980, abrieron su primera hamburguesería en un centro comercial.
Rápidamente sus hamburguesas se hicieron famosas en la ciudad, expandiéndose en pocos años por las principales ciudades de Finlandia. El negocio llamó la atención de un grupo de inversores, que compraron Hesburger en 1988 por 34 millones de euros. Sin embargo, tres años después los fundadores recompraron la marca a la baja (por 9 millones menos), ya que los nuevos dueños no eran capaces de seguir haciendo crecer el proyecto.
Heikki y Kirsti sí fueron capaces, creando un red de franquicias que a comienzos del siglo XXI ya tenía más de 150 hamburgueserías. El éxito les llevó a comprar su principal competidor en Finlandia, Carrols, en 2002.
Los años pasaron y la marca se hizo imbatible en Finlandia, donde actualmente tiene unos 300 restaurantes. El mejor ejemplo de su fortaleza está en Turku, donde hay 21 Hesburgers y tan solo dos McDonald’s.
Más allá de Finlandia, el proyecto se ha hecho fortísimo en las repúblicas bálticas. A día de hoy, Lituania, Letonia y Estonia tienen cada uno alrededor de 50 Hesburgers, en una cifra que no deja de subir año a año. La marca también está presente en otros países europeos, como Rusia, Bulgaria o Ucrania, aunque de manera minoritaria.
Hesburger tiene establecimientos de distintos tipos, pues aparte de las hamburgueserías tiene tiendas, cafeterías e incluso hoteles. Sin embargo, su negocio principal son las hamburguesas. Tiene muchísimo mérito ser capaz de batir a un gigante como McDonald’s en Finlandia, algo al alcance de muy poquitas marcas a nivel mundial.
¿Qué pedir en un Hesburger?
En nuestro día a día comemos realmente sano (realfooders a tope) y cuando viajamos hacemos lo posible por integrarnos en la gastronomía local. Sin embargo, no tenemos inconveniente en reconocer que de vez en cuando caemos en las garras de la comida rápida. Y en ese tipo de propuestas, las hamburguesas siempre están en nuestras oraciones: gourmet, fast food o las típicas de pueblo que parecen hechas con carne de dinosaurio.
No sabríamos decir cuántas hamburguesas hemos comido en nuestra vida, pero seguro que se cuentan por cientos. Y entre todas ellas, no pocas han salido de establecimientos de comida rápida, por lo que hablamos con conocimiento de causa.
El planteamiento de un Hesburger es bastante similar al de un McDonald’s. Tienen varios tipos de hamburguesas, menús con patatas y refrescos, complementos, helados… Vamos, que no encontraréis demasiadas diferencias.
La hamburguesa estrella (la equivalente al Big Mac) es la Double Burger, que se puede tomar en un menú con patatas y refresco a unos 7€. Tienen también hamburguesas con bacon, cheeseburger y de pollo, así como opciones veganas e incluso sin gluten.
Las patatas están bien buenas, para nuestro gusto mejores que las del McDonald’s y las del Burger King. Además, suelen ponerlas con un sobre que lleva paprika en polvo, lo cual le da un toque exótico en comparación a las patatas que solemos comer en España.
Mención aparte merecen los nuggets. Son, sin lugar a dudas, los más ricos que hemos probado en cualquier cadena de comida rápida, incluyendo las que solo se dedican a vender carne de pollo como el KFC.
Somos conscientes de que hablamos de comida rápida, la comparación no es con la típica hamburguesa gourmet de un bar de Malasaña o del Raval, sino con un fast food convencional. ¡Que nadie se nos eche encima!
Para terminar, una pequeña valoración sobre la digestión. Cuando comemos en McDonald’s, la digestión suele ser durita. Vamos, que sale peor de lo que entra. Sin embargo, en Hesburger siempre hemos tenido digestiones la mar de ligeras. Suponemos que es producto de una calidad justita, pero desde luego a nosotros siempre nos ha sentado mejor que el de cualquier otra cadena de comida rápida.
¡Y hasta aquí nuestro homenaje a Hesburger! Si vais a las bálticas o a tierras finlandesas, no dejéis de probar una de sus hamburguesas. Quizá no sea la comida más tradicional que podáis conseguir, pero desde luego os integraréis en la cultura pop de esta zona de Europa.