Qué ver en Trondheim, la puerta de entrada al norte de Noruega

Trondheim es el nexo de unión perfecto entre el remoto norte de Noruega y el resto del país. Se trata de una ciudad trepidante, con un montón de cosas para ver y en la que el viajero siempre se siente acogido con los brazos abiertos. Para nosotros fue la última parada de una ruta de dos semanas por tierras noruegas, suponiendo un magnífico broche de oro a una de las mejores experiencias viajeras de nuestra vida.

Gastronomía, espiritualidad y Erasmus en el norte de Noruega

Con alrededor de 200.000 habitantes, Trondheim es la tercera ciudad más grande de Noruega. Solo Oslo y Bergen tienen más población, lo cual ya dice mucho del dinamismo económico y cultural de esta urbe.

Trondheim fue fundada en el siglo X. Su nombre significa algo así como «lugar próspero», lo cual es toda una declaración de intenciones. De hecho, el rey de Noruega llegó a tener su residencia oficial allí, lo cual hizo que fuese la capital del país hasta el año 1217.

La ciudad es conocida por su importancia en el cristianismo del norte de Europa, ya que la Catedral de Nidaros es el destino del Camino de San Olaf. Además, es considerada una de las capitales de la gastronomía noruega, además de ser uno de los grandes centros universitarios (y Erasmus) del país. De hecho, la Universidad de Trondheim tiene hasta 30.000 estudiantes al año. ¡Ah! Y, como no podía ser de otro modo, también es una de las 34 paradas del legendario Hurtigruten.

Visitar un sitio tan grande a veces no es fácil, pero Trondheim tiene una propuesta turística muy sencillita. Básicamente hay cuatro zonas claramente diferenciadas: la de la catedral, el barrio bohemio, una especie de ensanche moderno y las afueras. Os recomendamos empezar aparcando tan en el centro como podáis (siempre será de pago, eso sí) y que vayáis descubriendo con calma todo lo que la ciudad tiene que ofrecer.

Turismo en Trondheim

Catedral y alrededores

Catedral de Nidaros

Según pongáis un pie en Trondheim, lo primero que deberíais hacer es ir a la Catedral de Nidaros. Se trata de la gran obra maestra del gótico nórdico, además de estar considerada la catedral medieval más septentrional del planeta. Una joya de la arquitectura eclesiástica que todo el mundo debería tener frente a sus ojos al menos una vez en la vida, ya que tiene una belleza sin igual.

La Catedral de Trondheim, que como hemos dicho es el punto de llegada del Camino de San Olaf, fue construida entre los años 1070 y 1320. Destaca fundamentalmente por su magnífica fachada occidental: imposible no pasarse horas mirándola. Hay que decir que su excelente estado de conservación se debe a una restauración de finales del siglo XIX, financiada en buena medida por el gobierno noruego.

Entrar a la catedral cuesta 12€, aunque existe una entrada combinada por 24€ que también da acceso a otros edificios de la ciudad (como el cercano Palacio del Arzobispo). Si no queréis visitarla por dentro, aprovechad para recorrer el bonito jardín-cementerio que la rodea.

Palacio del Arzobispo

Al ladito de la catedral os espera el Palacio del Arzobispo, otro de los grandes edificios de Trondheim. En este caso, destaca por haber conservado hasta nuestros días diferentes elementos de la arquitectura románica. En tiempos fue la residencia de los siempre influyentes arzobispos de Nidaros, pero hoy alberga un museo.

Podéis visitar su patio central de manera totalmente gratuita, mientras que para acceder al interior tendréis que pasar por caja.

Kunstmuseum

A pocos pasos de allí está el Trondheim Kunstmuseum, una de las grandes instituciones culturales de la ciudad. Alberga obras de arte absolutamente top a nivel mundial, incluyendo cuadros de figuras locales como Harald Sholberg o Edvard Munch. Tiene varias sedes repartidas por la ciudad, pero esta es una de las más importantes.

Thomas Angell Hus

En otro de los laterales de la catedral está la Thomas Angell Hus, un edificio del siglo XVIII construido por el filántropo del mismo nombre. En su interior alberga 50 apartamentos dedicados a dar hogar a ancianos sin recursos de la ciudad, que pueden vivir aquí sin coste alguno.

Centro de Peregrinos

Para rematar con esta zona, no os podéis perder el cercano Centro de Peregrinos. Aparte de ser visita obligada para los que estén realizando el Camino de San Olaf, tiene el típico ambiente mágico que se podría encontrar en los alrededores de cualquier albergue del Camino de Santiago. Las vistas del río y del otro lado de la ciudad también merecen la pena.

El Puente Viejo y el barrio bohemio

Gamle Bybro

Una vez le hayáis sacado todo el jugo a la zona de la catedral, os recomendamos cruzar el río Nidelva e ir a visitar todo lo que está en la otra orilla. Para ello tendréis que cruzar el Puente Viejo (Gamle Bybro), que a su vez ofrece una de las estampas más conocidas de la ciudad.

Conocido por su color rojo y por una arquitectura de inspiración oriental, es conocido coloquialmente como la puerta de la felicidad. Fue construido a finales del siglo XIX y cruzarlo es una auténtica pasada, ya que podréis disfrutar a tope de los bonitos edificios que hay junto a las aguas.

Bakklandet

En la otra orilla os espera Bakklandet, que es algo así como el barrio bohemio de Trondheim. Allí encontraréis bonitas casas de colores, cafeterías llenas de encanto y bonitas tiendas de artesanía.

Aunque deberíais recorrerlo sin prisa y sin rumbo, a modo de referencia os vamos a dejar un par de calles: Ovvre Bakalandet y Nedre Bakalandet. Visitando ambas veréis lo más destacado de esta parte de la ciudad. Además, no deberíais perderos Kristianstensbakken, que atraviesa la zona alta.

Trampe, el cyclocable de Trondheim

Vamos con una de esas curiosidades que siempre gustan cuando se está de viaje. Para hacer más fácil la vida de los ciclistas que atraviesan el barrio de Bakklandet, existe un artilugio llamado Trampe: una especie de cyclocable que sirve para subir la cuesta principal sin dejarse la vida en el intento. Presume de ser el primer ascensor de bicicletas del mundo, atrayendo constantemente miradas de propios y extraños.

Fortaleza de Kristiansten

Hablando de las alturas, en la zona más elevada del barrio os espera la Fortaleza de Kristiansten. Ha sido clave en la defensa de la ciudad desde antiguo, aunque cobró especialmente simbolismo para los habitantes de Trondheim a partir del incendio de 1681, cuando pasó a ser el edificio de referencia. Subir hasta ella es un palizote, pero merece la pena.

La zona nueva

Calles peatonales

¿Habéis explorado al máximo el barrio bohemio? Bien, es el momento de deshacer vuestros propios pasos y volver a cruzar el Puente Viejo. Ahora no vayáis hacia la catedral, sino encaminaos hacia la zona más nueva.

Una vez más, os dejamos un par de calles a modo de referencia: la Thomas Angell Gate y la Nodre Gate. Esta última merece especialmente la pena, ya que es la típica calle peatonal europea por la que siempre da gusto pasear.

Stiftsgarden

Por allí anda también el Stiftsgarden, la residencia oficial del rey de Noruega en la ciudad. Es un enorme palacio de madera de estilo barroco, construido a finales del siglo XVIII por el arquitecto Christian Lerche.

Ravnkloa

Si queréis acercaros a conocer la industria pesquera local, nada como visitar el Ravnkloa: un pequeño mercado de pescado que está a pocos pasos de allí. Es una mezcla entre lonja, tienda y restaurante, en donde podréis comprar o degustar los diferentes productos a escasos metros de donde llegan los barcos.

Torvet

De un modo o de otro acabaréis pasando también por Torvet, la plaza más grande de la ciudad. Es un enorme espacio abierto que sirve de unión entre las calles principales del centro.

Iglesia de Nuestra Señora de Trondheim (Var Frue Kirke)

No todo es moderno en esta parte de la ciudad. De hecho, aquí os espera la Iglesia de Nuestra Señora de Trondheim (o Var Frue Kirke, en noruego). Es, junto con la catedral, el único edificio medieval de Trondheim que se ha conservado hasta nuestros días. Data del año 1200, ni más ni menos.

Museo de Artes Decorativas

Cerca de la iglesia está el Museo de Artes Decorativas, otro de los grandes espacios expositivos de la ciudad. Visita obligada si os gusta el diseño o la decoración en general. Nos resultó muy interesante su propuesta estética, ya que más parece una tienda de deportes que un museo.

Ayuntamiento

Por último, os recomendamos rematar la visita a esta tercera zona de la ciudad con la visita al Ayuntamiento de Trondheim.

Afueras

Rockheim – Museo Nacional de la Música Popular

Para terminar de exprimir la jornada, os recomendamos coger el coche y hacer un par de paradas en las afueras. En primer lugar, para ir al norte de las vías del tren, cerquita de la costa, y visitar el espectacular Rockheim. Bajo ese cuestionable juego de palabras se esconde el Museo Nacional de la Música Popular de Trondheim, en el cual podéis hacer una aproximación a la música noruega desde 1950 hasta la actualidad. Mientras que en España no pasamos de Manolo Escobar, en Noruega rinden homenaje a su música de vanguardia.

Torre Tyholt

Un poquito más lejos del centro está la Torre Tyholt. Tiene 124 metros de altura, incluyendo un restaurante giratorio (tarda una hora en dar la vuelta) a unos 80 metros. Subir es gratis, así que no lo dudéis y acercaos a echar un ojo. No se nos ocurre mejor broche de oro a esta larga y enriquecedora rutita por la ciudad de Trondheim.

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