Los pequeños pueblos de montaña nos vuelven locos. Nos pasa en cualquier lugar, así que en un sitio tan mágico como el Pirineo de Huesca era inevitable que ocurriese. El mejor ejemplo que nos viene a la mente es Oto, ya que cuenta con todo lo necesario para llegarnos al corazón: en medio de la nada, unas poquitas calles tranquilas y llenas de encanto, edificios hechos en piedra, un entorno natural privilegiado… ¿Se puede pedir más?
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Una joya escondida en los Pirineos
Oto está a unos 1000 metros de Broto, una localidad que también nos encantó. De hecho, ambos pueblos están conectados por una carretera que se puede recorrer a pie en cosa de quince minutos. Sin embargo, después de haber hecho el trayecto tenemos que decir que casi sería mejor haberlo hecho en coche, ya que íbamos con perro e ir todo el rato por el arcén no es la cosa que más nos guste en el mundo.
En cualquier caso, Oto es un pueblo pirenaico de manual. Ubicado a una altura relativa (931 metros sobre el nivel del mar), con un clima frío y con un conjunto chiquitito pero bien avenido, de esos que recuerdan que la vida en las montañas es posible pero también rigurosa.
La excursión que vais a ver se hace en poco más de una hora, pero aun así mereció mucho la pena. Además, los alrededores están llenos de cosas interesantes, pues al fin y al cabo Oto está en el Valle del Ara, en el corazón de la preciosa comarca de Sobrarbe.
Turismo en Oto
Iglesia de San Saturnino
El principal edificio de Oto, visible desde fuera del pueblo y prácticamente desde todas sus calles, es la Iglesia de San Saturnino. Se trata de un pequeño templo en el que su principal característica es una torre que tiene más de elemento militar que religioso, pues el edificio, como buen pueblo de frontera, podía destinarse a defender el pueblo en caso de que fuera necesario.
Os recomendamos llegar hasta las mismas puertas de esta pequeña iglesia mudéjar, no solo para contemplarla de cerca sino porque junto a la entrada os esperan unas bonitas campanas.
Torre de Oto
Muy cerquita de la iglesia está la Torre de Oto, declarada Bien de Interés Cultural. Construida entre finales del siglo XV y principios del XVI, la torre también estaba planteada para una posible defensa del territorio en caso de invasión francesa. Eso sí, fue utilizada también como cárcel durante mucho tiempo. Tiene cuatro pisos que se comunican entre si por una escalera de madera.
Mirador
Una vez más, merece la pena que os acerquéis todo lo que podáis a este edificio. De hecho, lo suyo sería que lo rodeaseis y fueseis justo detrás, ya que así podréis disfrutar de un excelente mirador. La zona es una pasada, así que asomarse a cualquier punto que permita obtener una panorámica de ella siempre será una excelente idea.
Arquitectura de montaña
Más allá de localizaciones puntuales, Oto es uno de los conjuntos mejor conservados y con más encanto de todos los Pirineos de Huesca. Muestra como nadie lo maravillosamente bonita que puede ser la arquitectura de montaña, ofrece unas calles en las que es imposible estar más relajado y su integración en el entorno hace que parezca un pueblecito de cuento.
Ermita de San Sebastián
Por cierto, en el extremo norte de Oto, justo en la montaña bajo la que pasa la carretera que comunica con Broto, está la pequeña Ermita de San Sebastián. Un edificio modesto pero que también es muy buen representante de la relación entre los habitantes de los Pirineos y el cristianismo a lo largo de los siglos.