La Colina de las Cruces es una visita imprescindible si se está haciendo un roadtrip por Lituania. Es un lugar tan único como difícil de creer, pues en una pequeña colina se pueden encontrar hasta 100.000 cruces de todos los tamaños, materiales y formas que se puedan imaginar. Se visita muy rápido y no está especialmente cerca de ninguna de las ciudades más turísticas del país, pero ofrece una experiencia tan estremecedora que os aseguramos que merece la pena ir hasta allí. En este artículo os contamos todo sobre este santuario: cómo surgió, dónde está, cómo fue nuestra experiencia… Poneos cómodos y seguid leyendo, pues la Colina de las Cruces es lo más alucinante que vais a ver en el día de hoy.
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La pequeña colina lituana con más de 100.000 cruces
Ubicada a 12 kilómetros de la ciudad de Siauliai, la Colina de las Cruces es un pequeño santuario distribuido a lo largo y ancho de una colina. En ella, católicos (que al principio eran de Lituania y posteriormente del mundo entero) han depositado miles de cruces. Su número es difícil de calcular, pero se estima que puede haber alrededor de 100.000.
El origen de este lugar no está del todo claro, aunque existen teorías de todo tipo para explicarlo: algunas son más cercanas a la leyenda que a la narración histórica, otras son de corte religiosa, en otras se aducen motivos políticos…
Una de las teorías más extendidas sitúa el origen del lugar en el siglo XIV, cuando la colina era un lugar consagrado al culto pagano. Con la conversión de Lituania al catolicismo no solo se mantuvo el carácter simbólico del lugar, sino que se reafirmó instalando cruces en él. Dicho de otro modo: la Colina de las Cruces serían tan antigua en Lituania como el propio catolicismo.
Otra versión muy extendida lleva el surgimiento de este lugar mucho más adelante. En concreto, al año 1831, cuando los habitantes de Lituania empezaron a instalar cruces en la colina para rendir homenaje a los caídos por la represión del Imperio Ruso a la revuelta acontecida ese año.
En cualquier caso, aun sin tener claro el origen, se trata de un santuario que ha calado hondo en el corazón de los lituanos. Incluso en los momentos más complicados para la fe católica en el país, cuando en la etapa soviética el Estado era ateo, sus ciudadanos hicieron lo posible por mantenerlo en pie. Se registraron hasta cuatro intentos de hacer desaparecer la Colina de las Cruces, con planes de todo tipo: desde destruir la colina con excavadoras hasta inundarla con una presa. Sin embargo, las cruces volvían a surgir.
Tras la caída de la URSS, el papa Juan Pablo II visitó el lugar, situando para siempre la Colina de las Cruces en el mapa del catolicismo internacional. Fue en 1993, momento en el cual se incrementó de manera significativa el número de peregrinos y viajeros que acuden al lugar año tras año.
Nuestra experiencia visitando la Colina de las Cruces
Visitar la Colina de las Cruces es fácil y rápido, pues se trata de un espacio abierto las 24 horas del día. La principal complicación está en llegar hasta allí, ya que se encuentra lejos de las principales ciudades turísticas del país. Al menos os esperan un par de horas por carretera desde sitios como Kaunas o Klaipeda.
Una vez lleguéis allí, tenéis dos opciones para dejar el coche: un gran aparcamiento de pago (cuesta un euro) o un pequeño apeadero más allá de ese parking. Sin duda os recomendamos la primera opción, no solo por su comodidad sino porque así podréis llegar a la colina sin verla hasta tenerla de frente y os sorprenderá aun más.
Junto al parking de pago hay un centro de visitantes, en el cual podéis aprender más sobre el lugar. Cierra a las 18:00, momento en el cual el parking pasa a ser gratis.
Como ya hemos dicho, hoy en día se calcula que hay hasta 100.000 cruces en este santuario al aire libre. Incluso puedes llevar la tuya propia y clavarla. De hecho, no te preocupes si no traes una, pues a pocos metros del centro de visitantes hay una tienda de souvenirs en la que hacerte con una. Abre hasta las 19:00 o incluso más, dependiendo de la gente que haya.
Nosotros visitamos la Colina de las Cruces prácticamente solos, ya que era tarde y el día estaba tirando a lluvioso. Eso nos permitió disfrutar de una experiencia sobrecogedora, mucho más impactante de lo que habíamos esperado. Nosotros somos ateos y en materia de fe vamos justitos, pero la verdad es que recorrer la colina fue espeluznante.
Llegamos hasta su base en silencio, para después subir por sus escaleras y recorrer su interior. En ella hay diversos caminos que permiten adentrarse entre las cruces, cubriendo una superficie mucho mayor de lo que cabría esperar desde abajo.
Las cruces son de todo tipo: grandes, pequeñas, con sonido, con banderas, recordando eventos concretos… La verdad, pasamos un poquito de miedo. Además, como no se puede entrar con perro, la recorrimos por turnos e hicimos la visita en absoluto silencio.
Fuera de la colina, a mano izquierda si se la mira desde el parking de pago, están el apeadero gratuito y la enorme cruz que dejó Juan Pablo II cuando visitó la Colina de las Cruces. También hay una ermita a unos 500 metros, regentada por la Orden de San Francisco.
En resumen, la Colina de las Cruces es una visita imprescindible si se está en Lituania. Teníamos nuestras dudas, ya que el desvío hasta ella es considerable y esperábamos encontrar una turistada, pero en lugar de eso vivimos una experiencia difícil de olvidar.
Información práctica: dónde está, horarios y tarifas
- Dónde está la Colina de las Cruces: a 12 kilómetros de Siauliai, una ciudad de algo más de 100.000 habitantes a medio camino entre Kaunas y Klaipeda.
- Cómo llegar: la mejor opción es en coche, ya que en transporte público seréis pasto de las caras excursiones organizadas o de una lenta combinación de trenes y autobuses hasta Siauliai. Una vez allí, taxi hasta la Colina de las Cruces.
- Horario de la Colina de las Cruces: se trata de un santuario al aire libre, por lo que está abierto las 24 horas del día.
- Horario del Centro de Visitantes: de lunes a viernes, de 9:00 a 18:00; los fines de semana y festivos, de 10:00 a 17:00.
- Precios: la visita es gratuita, pero el aparcamiento tiene un coste de un euro.