¿Sabíais que en la Sierra de Cebollera es posible visitar un pueblo abandonado? Nos referimos a El Hoyo, una antigua aldea que se encuentra a menos de tres kilómetros de Lumbreras. Lleva deshabitada desde mediados del siglo XIX, pero todavía es posible visitarla y caminar entre las casas y los corrales que aun se conservan en pie. Eso sí, poneos calzado cómodo, pues únicamente se puede llegar haciendo senderismo y entre Lumbreras y El Hoyo las cuestas son muy pronunciadas.
El Hoyo
Poblado desde muy antiguo y mencionado en documentos históricos legendarios como los diccionarios de Madoz y Govantes o el Catastro de Ensenada, se sabe que El Hoyo fue abandonado a mitad del siglo XIX. Sin embargo, todavía hay mucho que ver allí. Al fin y al cabo (y pese a sus reducidas dimensiones) se calcula que fue habitado durante casi diez siglos, llegando a tener hasta 20 vecinos a la vez en su momento de máximo desarrollo.
Podéis llegar a El Hoyo de dos maneras: haciendo la ruta de senderismo que conecta todas las aldeas de Lumbreras o partiendo directamente desde esta última, en un recorrido más corto y circular. Si optáis por la primera opción caminaréis al menos tres horas y media, reduciéndose el tiempo a la mitad si elegís la segunda.
En ambos caso tened cuidado: el paseo por la naturaleza es una maravilla, pero en ocasiones eso acarrea pequeños riesgos. Nosotros nos cruzamos con una víbora de más de medio metro, a la cual vimos cuando teníamos muy encima y con la cual casi tenemos un percance con el perro. En el campo hay que ir siempre con mil ojos.
Por cierto, no muy lejos de El Hoyo existía La Rade o Larrade, otra aldea de Lumbreras que también fue abandonada. Eso ocurrió cien años antes (mediados del siglo XVIII), aunque hasta nuestros días han llegado restos de algunas construcciones.
Turismo en El Hoyo: varias casas, pero ni rastro de la iglesia
Empezábamos el post advirtiendo de que hay que subir muchas cuestas hasta llegar a El Hoyo, cosa que es verdad, pero os aseguramos que es una visita que realmente merece la pena.
Lo que no encontraréis es una iglesia. Aunque normalmente es de lo primero que se construye en un pueblo, en el caso de El Hoyo parece que nunca existió. Hay documentos que hablan de que sus vecinos iban a una ermita cercana a escuchar misa y otros que hablan de cinco pueblos (El Hoyo, Pajares, El Horcajo, San Andrés y Lumbreras) pero de cuatro parroquias.
Sin embargo, que la falta de los restos de un templo no os haga dejar de ir hasta allí, pues en El Hoyo todavía encontraréis varias casas, corrales e incluso unas eras de trilla. Resulta increíble pasear junto a ellas, en un entorno tan privilegiado, e incluso poder asomarse a las ventanas y contemplar sus interiores. Todo ello en un paisaje que está siendo devorado progresivamente por rebrotes de roble, que toman el espacio que tiempo atrás fue arrebatado por los humanos.
Este es el típico destino por el que a veces nos toman por locos y nos dicen que vamos a sitios en los que no hay nada. Precisamente por eso vamos a lugares como El Hoyo, porque no hay nada superficial: solo naturaleza, piedras que cuentan historias y tranquilidad. Tres elementos por los que merecería la pena ir a la otra punta del mundo, pero que por suerte están al alcance de la mano.