Hoy os queremos hablar del municipio e isla de Sommaroy, un lugar famoso en el mundo entero por su peculiar relación con el tiempo. Se trata de un destino típico de verano en el norte de Noruega, siendo la excursión más popular de la ciudad de Tromso. Imaginad un paisaje tirando a ártico (islitas, montañas que siempre tienen nieve y tal) pero con unas playas alucinantes e infinitas horas de sol durante los meses cálidos del año. ¡Mejor combinación imposible!
Un pueblo pesquero que se volvió timeless
En realidad, Sommaroy ha sido durante siglos un pueblo pesquero como cualquier otro. Dedicado prácticamente en exclusiva a explotar los recursos marítimos, sus escasos habitantes (300 a día de hoy) vivían tranquilos y volcados en comerciar con lo que podían generar.
Sin embargo, el mundo fue cambiando y poco a poco los noruegos empezaron a aprovechar las virtudes del entorno sobre el que se asienta Sommaroy. Repartido entre diferentes islas (como Sommaroya o Hillesoya), sus largas playas se convirtieron en un reclamo turístico de primer nivel. A eso contribuye inevitablemente su ubicación, muchos kilómetros por encima del Círculo Polar Ártico. De hecho, no se pone el sol desde el 18 de mayo hasta el 26 de julio: ¡casi setenta días seguidos de pura luz!
Sommaroy saltó a la fama en el verano de 2019, cuando una campaña de marketing de Innovation Norway (una empresa pública dedicada a la promoción turística) lanzó el mensaje de que el pueblo se quería convertir en la primera zona horaria libre de tiempo. Apelando a la idea de que vivían sin prisas y que no tenía sentido ceñirse a un horario, la noticia dio la vuelta al mundo: se publicaron casi 2000 artículos sobre el tema, llegando a un público potencial de 1200 millones de personas. ¡Todo con una campaña que apenas costó 60000 dólares!
Obviamente todo tenía que ver con situar Sommaroy en el mapa y realmente nadie pensaba en prohibir los relojes en el pueblo. Sin embargo, tenemos que reconocer que fue una campaña excelente y que reflejaba a la perfección lo que encontramos allí: un sitio tranquilo y en el que daba la sensación que nada malo podía ocurrir.
Turismo en Sommaroy
¿Qué ver y qué hacer en Sommaroy? Pues, sinceramente, poca cosa. Pero no lo decimos como algo malo, sino más bien como todo lo contrario: el principal interés de la isla de verano (así es como se la conoce) es que es un lugar excelente para desconectar y huir de la rutina.
En las pocas guías que hemos encontrado sobre el pueblo, básicamente se remitían al Artic Hotel: un establecimiento que permite pernoctar, que tiene restaurante y que también organiza visitas guiadas. A nosotros no nos pareció nada del otro mundo, aunque sí un buen sitio en el que aparcar.
Básicamente podríamos distinguir dos cosas que hacer en Sommaroy. Por un lado, dar un paseíto por el pueblo. No veréis ningún edificio que destaque por encima del resto, pero si un conjunto adorable y repleto de rincones fotografiables.
Por otro lado, la parte de la naturaleza es lo que más nos gustó. Las playas que nos encontramos nos dejaron sin palabras, tanto por su belleza como por su singular composición. En lugar de fina arena blanca, nos topamos con una mezcla entre conchitas, corales y piedrecitas que no habíamos visto nunca antes. Además, estando por allí se pueden hacer varias rutas de senderismo, como la subida hasta Hillesøytoppen (desde donde hay unas vistas alucinantes).
Por cierto, aunque no esté exactamente en Sommaroy (sino a cuatro minutos) os recomendamos hacer una parada en Sandviksletta, una de las playas más bonitas que vimos en el norte del país.
Terminamos diciendo que Sommaroy puede ser un sitio estupendo para hacer tiempo antes de tomar el ferry a Senja, una isla que también os recomendamos visitar.