Capbreton es el mejor ejemplo de todo lo que tiene que ofrecer el sur de la costa atlántica francesa. Se trata de un pueblecito súper mono, con un casco histórico repleto de sorpresas y con una playa alucinante, en la que tan pronto podréis pasaros horas caminando como haciendo surf. Precisamente, esta última actividad es la gran protagonista de la propuesta turística de la urbe, ya que sus olas atraen a miles de surferos año tras año. En este artículo os vamos a mostrar qué ver y qué hacer en uno de los destinos más atractivos de las Landas.
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Capbreton, mucho más que un sitio al que ir a hacer surf
Como decimos, Capbreton es un sitio que parece hecho a medida para la portada de una guía turística. Y es que resulta increíble que en una misma ciudad se encuentren elementos que a priori son tan dispares, como su larguísima playa repleta de búnkeres o su principal avenida comercial. Sea como fuere, hablamos de un sitio muy real y con mucha vida.
Al igual que en muchas otras localidades de los alrededores (como Bayona, que está a escasos 20 minutos en coche), todo comenzó en forma de pueblo pesquero. Sin embargo, la zona empezó a dinamizarse por el turismo de comienzos del siglo XIX y ya nunca se bajaron de ese tren.
Visitar Capbreton es relativamente sencillo, aunque hay tres zonas claramente diferenciadas. Por un lado está el centro histórico, un poquito alejado de la playa. Se encuentra acostado por Le Boudigau, el pequeño cauce de agua que lo riega. En segundo lugar está el puerto, a medio camino entre las actividades tradicionales y los deportes recreativos. Por último, no puede faltar una mención a la zona de la playa, incluyendo uno de esos paseos marítimos en los que el paseo al atardecer siempre resulta fascinante.
Turismo en Capbreton
Centro histórico
Rue Charles de Gaulle
Así las cosas, empezamos hincándole el diente a la zona histórica. Lo primero que pusimos en el GPS fue la Oficina de Turismo (Avenue Georges Pompidou), donde nos dieron un mapa y un montón de información útil sobre Capbreton. Allí mismo nos recomendaron empezar la visita, básicamente recorriendo la rue Charles de Gaulle de punta a punta.
Se trata de la principal avenida de la ciudad. Uno de esos sitios en los que siempre pasan cosas, con muchas tiendecitas y restaurantes ubicadas en edificios históricos tradicionales. El paseo fue súper agradable, la verdad es que no esperábamos algo tan chulo.
Maison du Patrimoine
En esa misma calle nos cruzamos con la Maison du Patrimoine, un museo de historia de la ciudad de Capbreton. En él, a través de una exposición permanente en la que la historia oral tiene mucho peso, se propone un recorrido por el devenir de la localidad. Se ubica en una construcción que data del siglo XVI.
Maison du Rey
Sin embargo, el edificio más antiguo de Capbreton es la Maison du Rey. Hay constancia de él ya en 1583, cuando Enrique de Navarra (futuro Enrique IV) visitó la ciudad. Es una casita súper bonita, con la parte alta de su fachada claramente marcada por un montón de vigas de madera pintadas de color rojo.
Iglesia de San Nicolás
La principal construcción de la urbe es la Iglesia de San Nicolás, la cual es realmente bonita. Merece la pena que la visitéis tanto por fuera como por dentro, ya que en su interior alberga un buen puñado de interesantes frescos.
Ayuntamiento y Place de l’Hôtel de Ville
Misma prioridad deberíais darle al Ayuntamiento de Capbreton, otro edificio muy destacable. Se encuentra, como no podía ser de otro modo, junto a la Place de l’Hôtel de Ville, nuestra última parada en esta parte de la ciudad.
Puerto pesquero
Puerto
Sin perder ni un instante, cogimos el coche y aparcamos en la zona del Puerto de Capbreton. Toda la desembocadura del río pertenece a este pueblo y no a Hossegor, tal y como nos dijeron en la Oficina de Turismo. Por eso, a modo de referencia, aparcamos al final de la Avenue Georges Pompidou, cerquita del Mercado de Pescado (del cual os hablaremos a continuación).
El Puerto de Capbreton es el típico lugar para pasear, ver barquitos y disfrutar de un buen helado. Eso fue justo lo que hicimos, ya que tuvimos la suerte de disfrutar de un día espléndido.
Mercado de Pescado
Uno de los grandes hitos de esta zona de la ciudad es el Mercado de Pescado, una lonja que funciona a diario desde hace más de siete siglos. Cada mañana se convierte en el sitio más ajetreado del mundo, con los barcos descargando sus capturas del día: lenguados, calamares, merluzas… todo puede encontrarse aquí. A la tarde, por el contrario, es un sitio calmado y del cual solo quedan los nombres de los barquitos. Los veréis fondeados justo detrás del mercado.
Estacade
Tampoco os podéis perder la Estacade, un espigón de madera construido por orden de Napoleón III en el año 1858. Un siglo más tarde fue ampliado, hasta llegar a las dimensiones que tiene en la actualidad: casi 200 metros que sirven para crear un auténtico símbolo de la costa de las Landas.
Casino
Por último, en la Esplanade de la Libertè, os espera el Casino de Capbreton. No es el más espectacular de la zona (sitios como Capbreton o Hossegor ponen la competencia muy elevada), pero bien merece una visita.
Playa
Paseo marítimo
Del Casino en adelante comienza el paseo marítimo de Capbreton, un lugar larguísimo en el que también resulta maravilloso pasear. Hay varios establecimientos en los que podréis hacer un alto en el camino, para tomar algo con las mejores vistas posibles del Atlántico.
Playa Central
La playa urbana de Capbreton es la Playa Central. Nosotros fuimos en un día ventoso de abril y no había mucha gente, pero por lo visto en verano se pone hasta arriba. Sea como fuere, es el típico sitio paradisíaco: arena finita, aguas limpias, el sol siempre dando su mejor versión…
Playa de los búnkers
Eso sí, para nosotros no hay duda: la mejor playa de todas las de Capbreton es la playa de los búnkers. En primer lugar, porque está alejada del centro y es mucho más salvaje. De hecho, en paralelo a ella está el Sendero de la Duna, un paseo precioso desde el cual podréis disfrutar de la autenticidad de su arena y su vegetación.
Si por algo destaca esta playa (conocida como Playa de la Piste) es porque en ella hay aproximadamente una decena de búnkeres. Fueron construidos por los nazis durante la II Guerra Mundial, como una línea defensiva para evitar la toma de Capbreton.
Cuando el conflicto terminó, estas fortalezas de hormigón en miniatura fueron abandonadas. Poco a poco el mar fue haciendo de las suyas, moviéndolas de sitio e incluso volteándolas por completo. Finalmente fueron decorados por artistas urbanos, que han hecho de los búnkers otros de los símbolos de Capbreton.