Qué ver en Blitzingen, donde la naturaleza y las casas de madera viven en armonía

Blitzingen es el pueblo más septentrional del Parque Natural del Valle de Binn. Ubicado a los pies de la Furkastrasse, la carretera que transcurre por el oeste del valle, es un pequeño municipio en el que nada parece haber cambiado en los últimos mil años. Sin embargo, se trata de un lugar con muchas historias que contar y en el cual conocer la versión más auténtica de esta zona de Suiza.

Reconstruido, pero auténtico

Hay menciones a Blitzingen desde el siglo XIV, ya que era un lugar adecuado para hacer una parada antes o después de superar los exigentes pasos de montaña de las inmediaciones. Durante mucho tiempo fue un lugar tranquilo, en el que los rigores del clima marcaban las principales actividades económicas del pueblo: agricultura y ganadería.

La unión hace la fuerza, así que a mediados del siglo XIX se unió a otras aldeas de los alrededores para formar un único municipio. Misma cosa ocurrió en 2017, ante la preocupante pérdida de población de otras localidades cercanas. Entre medias, un incendio ocurrido en 1932 arrasó todos los edificios de Bitzingen, excepto la iglesia. Sin embargo, la reconstrucción se hizo siguiendo el estilo típico de la región y hoy en día parece una aldea con siglos de antigüedad.

En la actualidad, Blitzingen es el centro político y cultural de la región, pese a que en la práctica es un núcleo urbano de escasas cinco calles. Aun así, si estáis visitando el Parque Natural del Valle de Binn os recomendamos hacer una parada y conocer el lugar.

Turismo en Blitzingen

Hay un pequeño aparcamiento justo en la carretera que pasa a los pies de Blitzingen, por lo que si tenéis suerte y está libre podéis dejar ahí vuestro vehículo. Si no, aunque aparcar en Suiza normalmente sea complicado, en las calles del pueblo no deberíais tener complicaciones.

El principal edificio del pueblo es su Iglesia de María Auxiliadora. Aunque en la zona lleva habiendo un templo desde hace muchísimo tiempo, el edificio actual fue construido entre 1843 y 1844 por el maestro italiano N. Ramoni. Tal y como hemos dicho en el apartado anterior, al estar construido en piedra fue el único superviviente de fatal incendio ocurrido en 1932.

Por lo demás, lo que os recomendamos es pasear por las calles de Blitzingen y disfrutar de su arquitectura popular. La reconstrucción que se llevó a cabo tuvo como principal objetivo dejar el pueblo tal y como estaba, por lo que se consultaron planos, se tuvo en cuenta la opinión de los vecinos y se realizaron todos los trabajos tomando como referencia el estilo tradicional del valle.

Así, aunque apenas tenga un siglo de antigüedad, se trata de un pueblo auténtico. Es perfecto para aproximarse a la arquitectura de montaña suiza y disfrutar de su perfecta integración en el entorno.

Precisamente, tened en cuenta que Blitzingen está en lo alto, por lo que si cruzáis al otro lado de la Furkastrasse podréis disfrutar de unas bonitas vistas del entorno.

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