Qué ver en Arachova, el pueblo a los pies del Monte Parnaso

Nos gusta alquilar un coche en nuestras escapadas por Europa no solo por la sensación de libertad, sino porque esto suele llevarnos a lugares que no teníamos previsto visitar y que nos acaban conquistando. Es el caso de Arachova o Arájova, un bonito pueblo en la región de Beocia (Grecia Central). Tras una visita al Oráculo de Delfos, decidimos parar en el cercano pueblo de Arachova para merendar. ¡Qué tremendo acierto! Descubrimos así, de pura casualidad, un lugar único y al que intentaremos volver en todas nuestras visitas a Grecia.

Arachova, el pueblo de montaña que lo tiene todo

Vale, está claro que Arachova no es precisamente un desconocido. Su estación de esquí está a solo dos horitas de Atenas, por lo que es un destino muy típico para los griegos pudientes o para los amantes de los deportes de invierno en general. Pero nosotros no solemos esquiar, así que ni habíamos oído hablar del lugar.

El caso es que se trata de un pueblecito de reducidas dimensiones (su casco histórico apenas tiene un kilómetro y medio de largo), pero en el cual hay muchísimo que hacer: disfrutar de su arquitectura tradicional, tomar algo en sus muchísimos restaurantes y cafeterías, hacer un poquito de shopping

Para nosotros fue un punto intermedio entre Delfos y nuestro siguiente destino, los Monasterios de Meteora. Sin embargo, lo que parecía una parada para hacer pipí y tomar algo rápido se convirtió en varias horas deambulando por sus calles.

Una tarde en Arachova

Lo primero que hay que decir es que Arachova engancha. Normalmente los pueblos al lado de estaciones de esquí suelen ser sitios sin alma, en los que todo está enfocado a esa clase de turismo y en los que como mucho puedes comer bien a precio de oro. Pero en Arachova no encontraréis eso, sino un lugar muy coqueto y lleno de encanto.

Nosotros aparcamos en las afueras porque quisimos parar a hacer una foto de las vistas. Primera cosa para ver: la panorámica de Arachova en una de las laderas del Monte Parnaso es propia de una postal. No podíamos creernos lo que habíamos encontrado.

Fuimos recorriendo la calle principal (que básicamente es la carretera atravesando el pueblo) y así fue como fuimos encontrando algunos puntos de interés. Por ejemplo, la curva de Kiparissos, con una característica sucesión de arcos que sale en todos los folletos turísticos del pueblo.

Rápidamente llegamos a una especie de zona monumental. En ella destaca el Museo de Folclore de Arachova, un bonito edificio que alberga mucha información sobre la vida en esta zona de Grecia.

Justo detrás está la Torre del Reloj de Arachova. Merece la pena ir hasta sus pies, pues disfrutaréis de una de las mejores vistas de la ciudad.

Ahí también se encuentra la Iglesia de la Asunción de la Virgen, una iglesia muy bonita que también hay que visitar.

A partir de ahí, Arachova se vuelve menos monumental y muestra todo el encanto de un pueblecito de montaña. Haced como nosotros y perdeos por sus estrechas calles, ya que descubriréis un montón de sitios con encanto.

Mención aparte merecen sus tiendas. Esperábamos encontrar las típicas turistadas y en lugar de eso nos topamos con artesanía local y muchos productos gastronómicos a buen precio. Arachova significa nogal, así que no os debe sorprender encontrar muchas tiendas en las que venden productos hechos con madera o raíces de este árbol.

El epicentro de la vida cultural es la Plaza Lakka, una zona llena de mesas y bares en los que tomar algo. Que no os asuste el frío, ya que abren durante todo el año gracias a sus enormes estufas. Es un lugar con mucho encanto y en el que vimos restaurantes a muy buen precio. Nosotros empezamos tomando un chocolatito y acabamos cenando allí.

Pasada la plaza se acaba el pueblo, pero todavía hay unas cuantas calles por las que pasear y buscar rincones chulos.

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