La Playa de Rambergstranda, la playa más grande las islas Lofoten

La Playa de Rambergstranda es uno de los enclaves más espectaculares de las islas Lofoten. Se trata de la mayor playa de todo el archipiélago: una enorme lámina de arena fina y blanca que es arrullada inexorablemente por el frío oleaje del Atlántico norte. La carretera E10 pasa junto a la playa, por lo que no hay viaje por las Lofoten que esté completo si no se hace un alto en el camino para pasear por ella.

Un kilómetro (casi) de fina arena blanca

Podría parecer el Caribe, la costa de Croacia o una playa de Sudáfrica, pero no. Rambergstranda es una playa ubicada en la isla de Flakstadoya, que a su vez pertenece a las Lofoten. Es un paisaje absolutamente espectacular, en el que sus 900 metros de arena (la más blanca, fina y limpia que podáis imaginar) demuestran que el norte de Noruega también es un destino veraniego.

La atmósfera de la playa no podría ser más espectacular. Y es que si su arena es una pasada, el agua no se queda atrás: limpia, transparente e intensa, os mostrará la mejor versión de las Lofoten.

Si en vez de hacia el agua miráis a los alrededores, podréis comprobar cómo la Playa de Rambergstranda está custodiada por impresionantes montañas. Verdes en verano y cubiertas de nieve en invierno, hacen que siempre sea agradable pasear por allí. Incluso en días de viento.

Para que el paisaje sea aun más evocador, unas poquitas casas de madera están diseminadas en los alrededores de la playa. Seguramente sus dueños sean unas de las personas más felices de toda Noruega.

Bañarse en las frías aguas del Atlántico norte

Si estáis por las islas Lofoten, la visita a la Playa de Rambergstranda no podría ser más sencilla. Está literalmente a los pies de la Lofoten Scenic Road (la carretera que atraviesa el archipiélago), por lo que necesariamente pasaréis por ella.

Si venís desde el norte, encontraréis un pequeño aparcamiento nada más llegar a Rambergstranda. Suele estar concurrido, pero es gratuito y tiene mucha rotación. Aunque es un sitio en el que apetecería estar toda una vida, normalmente los viajeros se bajan, dan un paseíto y vuelven a su vehículo para continuar con la ruta.

Nosotros dejamos allí nuestra furgo, fuimos por la pasarela de madera que conecta el parking con la playa y dimos un largo paseo por su fina arena. Es cierto que no estábamos ante el día más veraniego del mundo, pero ni siquiera el frío pudo hacer que no apreciásemos un lugar como este. ¡Una auténtica maravilla!

Aunque no pudimos soltar a nuestro perro, ya que había bastante gente, tenemos que decir que se lo pasó en grande. Se pegó unos buenos baños y dimos unas cuantas carreras con él.

La visita a la Playa de Rambergstranda es, en nuestras opinión, absolutamente top. Por lo fácil que es llegar hasta ella, por lo representativa que es y porque pocos sitios tan bonitos hemos conocido hasta ahora. No dudéis en ir a ella si estáis por la zona, porque es una auténtica maravilla. Eso sí, ojito si os queréis bañar: ¡el agua está helada incluso en agosto!

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