Tenemos la extraña afición de visitar esculturas enormes. No lo podemos evitar: si sabemos que hay una a tiro, no nos importa desviarnos 50 o 100 kilómetros con tal de ir a echar un vistazo. Ya hay algunos ejemplos en el blog, como el Storelgen en Noruega o los Kelpies de Escocia. En este post vamos a seguir con esa temática y os vamos a enseñar El Hombre en el Mar, un conjunto de cuatro esculturas humanas con 9 metros de alto que se encuentra en la localidad de Esbjerg. Las estatuas están a algo más de media hora en coche del bonito pueblo de Ribe, por lo que combinar ambos destinos puede hacer que se quede un día sensacional.
¿Qué es el Man Meets the Sea o Mennesket ved Havet?
Lo primero que hay que decir de este conjunto de esculturas ubicado en Esbjerg es que su nombre no está claro. En muchas webs lo veréis en inglés, como Men at Sea o Man meets the sea. En otras en danés, pues para algo es el idioma local, como Mennesket ved Havet. En español las traducciones son muchas: El Hombre en el Mar, El Hombre Conoce al Mar, Los Hombres en el Mar…
Sea como fuere, hablamos de un impresionante conjunto de esculturas realizado por el artista danés Svend Wilg Hansen. Fue inaugurado en el año 1995 como uno de los elementos centrales en el marco de la celebración del 100 aniversario de la municipalidad de Esbjerg, en la que se encuentran.
El conjunto está formado por cuatro hombres sentados, cada uno de ellos con una altura de 9 metros. Esas enormes dimensiones hacen que sean visibles a diez kilómetros a la redonda, por lo que son lo primero y lo último que ven todos los barcos que salen del puerto.
Cómo es la visita: aparcar, horarios, qué ver…
A nosotros las esculturas nos parecen bonitas, pero no deja de ser algo opinable. Lo que está fuera de toda duda es que se trata de una visita imprescindible si se está en la zona: no en vano, es la atracción turística más visitada de Esbjerg.
Llegar es bastante sencillo, pues hay un pequeño aparcamiento gratuito justo en la entrada de la playa. Como están al aire libre, no hay horarios ni se compra entrada: simplemente se va allí.
La visita puede durar tanto como se quiera. Nosotros estuvimos una hora más o menos, entre que hicimos fotos, contemplamos las esculturas desde distintos ángulos y dimos un paseíto por la playa.
Puede parecer una tontería, pero de verdad que nos parece un lugar fascinante. A veces las personas perdemos el norte y nos olvidamos de la importancia que tienen algunas cosas. Por eso, estar frente a una estatua de ese tamaño, sentirte un poquito pequeñito y darle una pensada a la vida siempre es una buena idea.