Mariager: turismo slow y de calidad

Mariager es uno de esos lugares llenos de encanto que justifican por sí mismos un viaje. Es un pueblecito pequeño, pero sin nada que envidiar a una gran ciudad. Sus edificios de colores, sus tranquilas calles o sus tiendas llenas de artesanía local son el mejor ejemplo del tipo de turismo que nos gusta: ese en el que lo importante son las sensaciones, por encima de cualquier otra cosa,

En este artículo os vamos contar unas cuantas cosas interesantes sobre Mariager, además de enseñaros todo lo que no os podéis perder.

Cittaslow por derecho propio

Ubicada en Jutlandia Septentrional (Dinamarca), Mariager es una localidad que forma parte del movimiento Cittaslow. Esta red de municipios surgida en Italia lucha por preservar pueblos y ciudades de calidad, donde la vida auténtica es capaz de sobrevivir a las franquicias americanas y en los que valores como el respeto de la naturaleza están a la orden del día.

No nos sorprende que Mariager se haya integrado en dicha red, pues sus escasos 2500 habitantes disfrutan de un pueblo propio de un cueto de hadas. Su centro histórico es una auténtica maravilla, el cual ha sabido llegar a nuestros días sin sucumbir al desarrollo propio de una ciudad comercial y con una cierta industria.

No esperéis el típico sitio con mil millones de cosas para ver, pues no es eso lo que Mariager ofrece al viajero. Hay algunos puntos de interés (como el impresionante monasterio brigidino del que luego hablaremos), pero lo que hace grande al pueblo es su conjunto. En sus calles encontraréis rincones con encanto, tiendas en las que adquirir productos locales y fantásticos restaurantes de comida tradicional danesa. ¿Qué más se puede pedir?

Qué ver en Mariager: siete visitas imprescindibles

Paseo sin rumbo por el pueblo

Como ya hemos dicho, la mejor experiencia que un viajero puede vivir en Mariager es recorrer sus calles. Sin rumbo, sin pretensiones, sin mayor intención que pasar un rato agradable en buena compañía.

Curiosead hasta en el más pequeño de los callejones, asomaos a los patios que tienen la puerta abierta y disfrutad de las características fachadas en tonos amarillos que forman este mágico lugar.

Plaza del Ayuntamiento

Si hubiera que tener alguna referencia en el casco histórico de Mariager, sin duda sería la plaza en la que está el Ayuntamiento de la localidad. Más allá de este edificio (en el cual está la Oficina de Turismo), allí encontraréis un par de restaurantes y unas cuantas tiendas.

Abadía de Mariager

Aunque si pensamos en Mariager en seguida nos vienen a la mente las casitas amarillas que están distribuidas por todo el pueblo, uno de sus principales edificios es de blanco inmaculado. Nos referimos a la preciosa Abadía de Mariager, un templo fundado en el siglo XV perteneciente a la Orden Brigidina.

Puerto

Aunque en apariencia es un pueblo 100% de interior, si paseáis a fondo por sus calles llegaréis a la zona del puerto. ¿Del puerto? Eso es, pues la localidad se desarrolla a orillas del Fiordo de Mariager, el más grande de Dinamarca, que va a parar al Mar Báltico. El paseíto por este pequeño puerto pesquero merece la pena.

Saltcenter

También en el puerto encontraréis el Mariager Saltcenter, un museo centrado en la industria de la sal (una de las que más arraigo tienen en la localidad). Es un poco caro, pero en su interior se puede hacer de todo: aprender como se producto la sal, darse un baño en una piscina con una altísima salinidad o comprar diferentes variedades de sal.

Antiguos ferrocarriles

Y justo al lado del Saltcenter está el final (o el principio, según se mire) de la línea ferroviaria que conecta Mariager con el resto del país. Aunque hoy en día está cercana al desuso, se le está intentando dar fuerza desde el punto de vista turístico, con la exposición y puesta en marcha de antiguos ferrocarriles. Si vais con niños pequeños puede ser la mejor actividad que hagáis en Mariager, pero los horarios son limitados.

Parque de Munkholm

Por último, ya en las afueras, no os podéis perder el pequeño pero agradable Parque de Munkholm, un jardín creado en el siglo XIX para realizar picnics y otros encuentros sociales. En su interior podéis encontrar la fuente Helliget, un lugar visitado por miles de peregrinos durante en la edad media por la creencia de que sus aguas tienen poderes curativos.

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