El Castillo de Niedzica: visita a una fortaleza llena de fantasmas

El Castillo de Niedzica es una de las muchísimas fronteras que se pueden encontrar en la frontera entre Polonia y Eslovaquia. En concreto, esta fortaleza cae en el lado polaco, encaramada a una colina sobre un pequeño lago. No es un sitio especialmente conocido para el turismo internacional, pero sí es un destino súper popular entre los polacos. Puede ser una buena excursión desde Zakopane, ya que el castillo está a tan solo una hora de esta popular ciudad.

Un castillo de leyenda

El Castillo de Niedzica está a 566 metros sobre el nivel del mar, en una imponente colina sobre las aguas del embalse que genera el río Dunajec a su paso por Niedzica. Fue construido en el primer cuarto del siglo XIV, convirtiéndose de manera inmediata es un lugar clave para las relaciones entre polacos y húngaros.

Durante siglos fue la principal referencia para el control de esas fronteras. Eso sí, con el paso del tiempo empezó a cambiar de manos, siendo propiedad de diferentes familias poderosas. Estuvo habitado hasta la II Guerra Mundial, cuando tuvo que se abandonado por la cercanía del conflicto. Su estado de conservación tampoco ayudaba, pero en 1963 cristalizó un ambicioso proceso de restauración por parte del Ministerio de Cultura de Polonia, que lo convirtió en museo.

Más allá del devenir histórico, el Castillo de Niedzica se asocia inevitablemente con historias sobre fantasmas, espíritus e incluso vampiros. Sin duda a ello contribuye su aspecto, muy similar al Castillo de Drácula, aunque también sucesos concretos.

La leyenda más popular nos lleva a seguir los pasos de Sebastián Berzeviczy, uno de los propietarios que tuvo el castillo. Al parecer, se fue a hacer las américas en el siglo XVIII, donde se enamoró de una princesa inca. Tras una infinita sucesión de idas y venidas, se cree que en el castillo hay un mapa del tesoro que revela la ubicación de enormes cantidades de oro escondidas en el Lago Titicaca de Perú.

Cómo es la visita al Castillo de Niedzica

Leyendas aparte, lo cierto es que se trata de una excursión estupenda por el sur de Polonia. Nosotros llegamos allí desde Zakopane, tras una hora de carretera en la que hicimos otras paradas (como la visita a la Iglesia de San Miguel Arcángel de Debno, a unos diez minutos del castillo).

Cuando llegamos allí, dejamos el coche en unos de los aparcamientos cercanos (entre 5 y 15 zlotys la hora, no vimos opciones gratuitas) y nos dispusimos a visitar el castillo. Se puede contemplar desde diferentes lugares, como una presa cercana, el paseíto que hay junto al río o yendo directamente hasta sus muros.

El interior, como ya hemos dicho, es un Museo de Historia. Se puede visitar de 9:00 a 17:00 durante todos los días del año, lo cual os permitirá también recorrer su patio de armas y algunas de sus mejores salas.

Por cierto, justo en la rampa de acceso al castillo hay una señal que avisa de la presencia de fantasmas (de esos con sábana y bola, como tiene que ser). Es un buen reclamo turístico, ya que todos los que pasamos por allí hicimos la típica foto, aunque también una original manera de poner en valor uno de los principales atractivos del castillo. ¡Abstenerse personas miedosas!

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