Zakopane es una ciudad que no nos gustó. No decimos que sea un sitio que no haya que visitar, más bien todo lo contrario: os recomendamos ir y que generéis vuestra propia opinión. Sin embargo, lo cierto es que fuimos al sur de Polonia en busca de un bonito pueblo de montaña y no fue exactamente lo que encontramos. Seguid leyendo y os contamos cómo fue nuestra experiencia y todo lo que ver y hacer en Zakopane.
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Turismo de masas en las montañas de Polonia
La verdad es que, a día de hoy, no salimos de nuestro asombro. Cuando preparamos nuestra visita a Zakopane, leímos un montón de blogs en los que hablaban de un adorable pueblo de montaña, de esos en los que el tiempo parece haberse detenido y en los que se ha sabido conservar «todo el encanto». Quizá por eso nos decepcionó la ciudad, porque no encontramos nada ni remotamente parecido. De hecho, a día de hoy nos seguimos preguntando si la gente que escribe en esos blogs ha ido realmente allí.
Zakopane es una ciudad, en el sentido amplio de la palabra. Veréis gente por todas partes, millones de tiendas y restaurantes de comida internacional. Todo ello al calor de una de las estaciones de esquí más importantes en cientos de kilómetros a la redonda, bajo la cual se ha desarrollado el sitio. ¿Tiene esto algo de malo? Por supuesto que no, pero desde luego no es un pueblecito encantador en medio de la nada.
Todo esto queda de manifiesto unos cuantos kilómetros antes de llegar. Y es que el acceso a Zakopane es un auténtico infierno en cualquier época del año. Fuimos un martes de septiembre y aun así nos comimos un atasco espantoso. En el último tramo hicimos literalmente 3 kilómetros en 35 minutos.
Una vez llegamos a la propia ciudad, vimos que no había manera de aparcar gratis. No hay problema, pero tampoco es que sea lo habitual en Polonia. Pagamos (5 zlotys la hora), dejamos nuestra furgo a buen recaudo y nos dispusimos a visitar Zakopane.
A partir de ahí, encontramos un tipo de turismo que no nos gusta nada en absoluto. Entendemos que haya gente cuya principal prioridad sea hacer compras, ir a un spa, comerse una hamburguesa y tal, pero no es nuestro caso. De hecho, vimos una familia que nos hizo mucha gracia y que representa exactamente lo que encontramos: un padre con cara de reventado empujando dos maletas gigantes, la madre gritándole a un niño pequeño que iba con el móvil, la abuela andando al lado en silencio pero con cara de circunstancias…
El caso es que si el viajero consigue abstraerse, encuentra cosas de gran valor. Sin ir más lejos, el Estilo Zakopane (también conocido como Estilo Witkiewicz), un movimiento artístico y arquitectónico que pone en valor los motivos y tradiciones de la montaña a través de la madera. Olvidaos de que en el edificio hay un loro para hacerse una foto con él mientras te venden una pulsera y centraos en la propia estructura: es una pasada.
No le achacamos esto necesariamente al turismo que surge bajo las estaciones de esquí. Podríamos poner mil ejemplos (por ejemplo, Arájova en Grecia) de sitios que nos han encantado, pero definitivamente Zakopane no fue uno de ellos.
Turismo en Zakopane
Calle Krupowki, la avenida principal
La principal arteria de Zakopane es la Calle Krupowki, una larga avenida comercial en la que es posible encontrar absolutamente de todo: tiendas, restaurantes, museos, iglesias, espectáculos al aire libre… Básicamente es como un enorme centro comercial al aire libre.
Como decíamos antes, si has ido a buscar eso estás en el paraíso. Sin embargo, si fuiste a Zakopane en busca de casitas de madera y sensaciones de montaña, tendrás que abstraerte muchísimo. Que sí, que los edificios bonitos, pero cuesta verlos.
Además, realmente es una pena. Se habla mucho del estilo Zakopane, pero si uno se fija bien en las casas, verá que muchas tienen la parte de abajo (donde está la tienda o el restaurante) en perfecto estado, mientras que la parte de arriba está casi en la ruina. Habría que cuidar más ese patrimonio.
Museo de los Tatras
En la Calle Krupowki hay dos edificios que merecen una mención aparte. Uno es el Museo de los Tatras (Tatra Museum), que está ubicado en un edificio sencillamente precioso. Está un poquito elevado, así que se aleja algo del abarrotado circuito comercial del centro de la avenida. En su interior se puede encontrar una excelente exposición permanente de historia y arte del entorno.
Iglesia de la Sagrada Familia
Por otro lado, no os podéis ir de allí sin visitar la Iglesia de la Sagrada Familia, un edificio súper luminoso y que no se parece a ningún otro de la ciudad.
Calle Kousciouski
La calle Krupowki está atravesada justo en medio por la Calle Kousciouski. Esta perpendicular comunica directamente con la estación de tren, que es el mayor punto de llegada de turistas a Zakopane. Por cierto, en la estación está la Oficina de Turismo de la ciudad.
Os recomendamos visitar también esta calle, pues está mucho menos masificada y en ella se pueden encontrar también buenas construcciones en estilo Zakopane.
Mercado de Gubalowka
Volviendo a la Calle Krupowki, si la recorréis hasta el final (en dirección al cementerio) llegaréis al Mercado de Gubalowka. Aunque a estas alturas ya andábamos un poco cansados de tanta tienda, lo cierto es que aquí si encontramos mucho encanto. Básicamente era lo mismo, pero en puestecitos de madera que parecían tener un poco más de cariño por lo artesanal.
Allí mismo probamos el delicioso oscypek, un queso típico de las montañas de Polonia. Se elabora con leche de oveja, generalmente es ahumado y se sirve de muchas maneras. Por ejemplo, nosotros lo comimos caliente, acompañado de una mermelada de frutos rojos.
Esta es una zona interesante si vais con niños, ya que al fondo del mercado hay varias atracciones y juegos infantiles.
Cementerio Peksowy Brzyzek
Para el final hemos dejado lo que más nos gustó de Zakopane. Aunque el resto de la ciudad no nos produjo especial satisfacción, lo cierto es que el Cementerio Peksowy Brzyzek nos pareció una maravilla.
Su nombre proviene de Jan Peksa, la persona que donó los terrenos para crear el cementerio en el siglo XIX. Lleva catalogado como Cementerio Distinguido desde el año 1931, momento en el cual ya eran conscientes de su belleza y de su valor artístico. De hecho, desde entonces solo se han enterrado en él personalidades destacadas de la zona.
El acceso al cementerio tiene un coste de 3 zlotys por persona, se puede acceder con perro y la visita dura unos 15 minutos. En ella veréis esculturas y lápidas de una gran belleza.
Justo antes del cementerio hay un par de templos, cuyo acceso es gratuito, que tampoco deberíais dejar de ver. El primero es la Iglesia de Nuestra Señora de Czestochowa, un bonito edificio hecho íntegramente en madera.
El segundo es la Capilla Gasienicow, que al parecer es el edificio sagrado en pie más antiguo de toda la ciudad de Zakopane.
Excursiones desde Zakopane
Si os habéis quedado con ganas de más, en los alrededores de Zakopane tenéis un buen puñado de opciones para hacer una bonita excursión.
Capilla del Sagrado Corazón de Jesús en Jaszczurowka
Ubicada a unos diez minutos en coche del centro de Zakopane, la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús en Jaszczurowka es absolutamente imprescindible. Se trata de uno de los templos más bonitos de toda Polonia, no solo por su ubicación (al ladito de un frondoso bosque) sino por el maravilloso tratamiento que le han dado a la madera.
Parque Nacional de Tatras
Relativamente cerca tenéis el Parque Nacional Tatra, en la frontera con Eslovaquia. Llegaréis hasta él en algo menos de media hora, pero mucho ojo: en el lado polaco no admiten perros (tienen esa absurda norma en los parques nacionales) y aparte está súper masificado. De hecho, ni os molestéis en ir si no habéis reservado y pagado previamente el parking, porque lo normal es que os tengáis que dar la vuelta.
Queserías de oscypek
En las montañas de los alrededores de Zakopane se pueden visitar queserías tradicionales en las que elaboran y venden el famoso queso oscypek, tan típico de estas tierras. Si vais a primera hora podéis ver el proceso de fabricación, pero desde media mañana en adelante únicamente son tiendecitas. Con mucho encanto y tal, pero básicamente compréis lo mismo que en el centro de Zakopane y posiblemente algo más caro.
Iglesia de San Miguel Arcángel de Debno
A unos 50 minutos os espera la Iglesia de San Miguel Arcángel, en la pequeña localidad de Debno. Forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, como miembro de las tserkvas de madera de los Cárpatos en Polonia y Ucrania. También nos parece imprescindible si estáis por la zona, ya que en su interior se puede contemplar la policromía más antigua de todo el continente europeo.
Castillo de Niedzica
Por último, a una hora de Zakopane (aunque a diez minutos de la Iglesia de San Miguel Arcángel, por lo que se pueden combinar en una misma excursión) está el Castillo de Niedzica. Aunque no sea muy conocido fuera de Polonia, es muy popular para el turismo local gracias a un sinfín de leyendas relacionadas con la presencia de fantasmas en la fortaleza.