Hacer un viaje por Noruega en coche o furgoneta y no tomar un ferry es casi imposible. Están distribuidos por todo el país, en ocasiones son la única manera de ir de un punto a otro y son súper eficientes, por lo que no tenemos nada que decir en contra de ellos. Eso sí, hoy queremos hablar de un tema que podría tener cierto margen de mejora: viajar en ferry en Noruega con perro. Una experiencia que en líneas generales siempre ha sido buena, pero que también ha tenido algún que otro momento tróspido. ¿Son realmente espacios dog friendly? Seguid leyendo y os contamos.
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Cosas que hay que saber antes de montar en ferry con perro
Siempre podréis hacer el trayecto con perro
Esto que vaya por delante: podréis acceder con perro al 100% de los ferrys. Los noruegos saben que tomar un barco no siempre es algo opcional, ya que hay muchos puntos que solo son accesibles por agua. Así que en ningún caso encontraréis problemas para acceder a un barco con vuestro adorado cuadrúpedo.
¡Los perretes no pagan!
Otro punto a favor. A diferencia de lo que ocurre en otros países, en los ferrys de Noruega los perros no pagan. Eso es una maravilla, ya que en muchos trayectos cobran por vehículo pero también por persona. Por ejemplo, en los trenes suizos pagaban un porcentaje de la entrada y al final resultaba ser una pasta.
A veces hay zonas habilitadas para ellos… a veces no
Pese a lo que pudiera esperarse de un país como Noruega, el tema de los perros y los ferrys no está unificado. En algunos vimos zonas específicas para hacer el trayecto con tu mascota, mientras que en otras teníamos que salir a la cubierta por si alguien tenía alergia en el interior.
Es cierto que en los trayectos más largos (por ejemplo en el ferry de Moskenes a Bodo) había incluso areneros en cubierta para que pudieran hacer sus necesidades, pero no siempre vimos espacios tan preparados.
Las escaleras les asustan
Aunque los ferrys son muy cómodos, una situación se repitió todo el rato: la salida del coche y la entrada en la zona de pasajeros le daba miedo a nuestro perro. Son típicas escaleras metálicas, con puertas gigantes que se cierran automáticamente, por lo que Tronco nunca estuvo cómodo ni al principio ni al final. La gente era comprensiva y no nos metían prisa, pero en algunas escaleras tardamos un ratito en subir.
Evitad ser los primeros en subir o bajar
En la línea de lo anterior, evitad ser los primeros en subir o en bajar. Pensad que la gente, por definición, va con prisas. Por eso, cuando el ferry sale o llega, todo el mundo está en el pasillo que lleva hasta el vehículo, con el consiguiente riesgo de agobios y pisotones.
En algunos pone «no perros»…
Vamos con la parte complicada. En algunos ferrys vimos carteles en los que no se podía subir con perro a la zona de los pasajeros, pero tampoco dejaban una alternativa como ir a la cubierta. Después de hablar con los trabajadores del barco, nos dijeron que el perro tenía que quedarse en la furgoneta. Nosotros no tenemos problema (Tronco es un perro tranquilo y en su cama de la furgo está como en casa), pero seguro que para otras personas podría serlo.
…pero no siempre sigáis las normas 🙂
Esto nos lo encontramos, por ejemplo, en el ferry desde las Lofoten hacia Bodo. Y obviamente no queríamos dejar a nuestro perro solo 4 horas, así que preguntamos. La respuesta de los trabajadores del barco fue súper amable: que subiésemos, que no había problema y que nos pusiéramos en un ladito. Y eso hicimos, junto a otras muchas personas que iban con su perro.
Como siempre pasa, la comprensión de la gente va por delante de las normas. Y ojo, que si hubiésemos tenido que ir con Tronco 4 horas en la cubierta lo hubiésemos hecho, pero nadie tuvo problema en que nuestro perro estuviese sentado a los pies de nuestro asiento.
Conclusión: podría ser mejor, pero también peor
Pues eso, que no tendréis ningún problema viajando en ferry por Noruega con vuestro perro. Quizá se echen de menos espacios específicos dog friendly, sobre todo pensando en gente que no quiere tener animales cerca, pero en líneas generales fueron buenas experiencias.
No nos gustó encontrar algunos ferrys en los que ponía «perros no» y dependíamos únicamente de que el empleado de turno fuese amable, porque en general hay gente muy comprensiva pero también mucho trabajador estricto que hace cumplir la norma al detalle. Y entendemos esto último, no decimos que no, por eso sería bueno unificar el criterio entre todos los barcos.