Conocer la gastronomía de otros lugares es uno de los motivos por los que viajar nos vuelve locos. Disfrutar de otros platos y descubrir enfoques culinarios totalmente distintos a los que estamos acostumbrados es algo que nos apasiona. Sin embargo, creemos firmemente en que esto es algo que hay que realizar con responsabilidad, pensando en la población local y en que siempre haya un trasfondo sostenible. Por eso, hoy queremos reflexionar sobre el consumo de carne de ballena en Noruega, una práctica contra la que nos posicionamos sin ningún tipo de duda. Y es que si no se toma conciencia de manera inmediata, pronto viviremos en un planeta sin cetáceos.
El consumo está bajando de manera natural…
Comer carne de ballena ya no es una práctica habitual, ni siquiera en países como Noruega o Japón. Al igual que ocurre en España con la carne de cordero, cuyo consumo está cayendo en picado entre los sectores más jóvenes de la población, la gente ya no come cetáceos de manera cotidiana.
Este cambio de tendencia se debe a muchas cosas. Eso sí, seguro que mucho tiene que ver que las Naciones Unidas lleven luchando desde 1972 contra las actividades balleneras en todo el planeta. En ese momento los mares estaban prácticamente esquilmados, por lo que la ONU aprobó resoluciones muy centradas en la protección y recuperación de estos animales.
Aunque países con gran tradición en el consumo de carne de ballena (como Noruega) se negaron a acatar estas resoluciones, lo cierto es que las nuevas generaciones tienen una mayor conciencia ecológica y en la lucha contra el cambio climático. Lamentablemente, hay algo que se escapa de esta ecuación: ¡los turistas!
…excepto en los turistas
Pues sí. Aunque la población local cada vez consume menos ballena, su carne se ha convertido en un souvenir muy sencillo de encontrar en mercados y tiendas. Podéis encontrarla en diferentes formatos (cruda, en embutido, como snack) y a precios accesibles (unos 20€ el kilo).
De hecho, las tiendas son muy conscientes de que lo exótico gusta. Si os dais un paseo por cualquier calle turística de Noruega y entráis en las típicas tiendas de guiris, veréis que el salchichón de ballena suele tener un lugar privilegiado en sus estanterías.
Asociaciones ecologistas como Greenpeace llevan años criticando que la carne de ballena sea un reclamo turístico. De hecho, se han llevado a cabo acciones concretas para concienciar a los viajeros: no todo vale cuando se está fuera de casa.
Nosotros tenemos este humilde blog para hablar de viajes, pero también pensamos que es una buena herramienta para transmitir conciencia sobre el turismo sostenible. Por eso, lo tenemos clarísimo: si un animal está en peligro de extinción, comérselo es una auténtica aberración.
2 respuestas
Exacto es como ir a sur africa de safari y que te den chorizo de hiena y lomito de león o muslitos de hipopótamo. Estoy re de acuerdo
Hay que tener siempre respeto por los animales, especialmente cuando se habla de especies en peligro de extinción. Eso sí, no sé si le diríamos que no a unos muslitos de hipopótamo JAJAJA