Mo i Rana es una de las ciudades más grandes del norte de Noruega. Su tradicional industria pesada, su clima cambiante y su remota ubicación hacían de ella un lugar poco propicio al turismo, pero con el siglo XXI cambió el chip y hoy es uno de los lugares más dinámicos de la región. Sin duda, una parada obligada de la que ahora vamos a enseñaros sus lugares más destacados.
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Una joya a 80 kilómetros del Círculo Polar Ártico
Casi 30.000 personas viven en Mo i Rana, una localidad que se encuentra a 80 kilómetros al sur del Círculo Polar Ártico. Durante mucho tiempo estuvo absolutamente alejada de los circuitos turísticos habituales por la zona. De hecho, durante la segunda mitad del siglo XX fue un lugar dedicado en cuerpo y alma a la industria pesada, siendo la fundición de acero su principal actividad económica.
Sin embargo, con los nuevos tiempos surgieron nuevos intereses. El sector servicios fue ganando peso, aprovechando las excelentes comunicaciones (por tren, avión y barco) de la ciudad. La cercanía a grandes atractivos turísitcos, como glaciares y cuevas, también hizo que poco a poco Mo i Rana fuese recibiendo viajeros.
Y así llegamos hasta nuestros días: con una propuesta sólida y preparada para deslumbrar al viajero. Visitar la ciudad es sencillísimo, ya que justo al ladito del centro de encontraréis un enorme aparcamiento. Allí podréis dejar vuestro coche o furgoneta durante 24 horas, a cambio de 35 NOK (unos tres euros y medio). Además, justo al lado de este parking hay un enorme centro comercial, en el cual os espera la Oficina de Turismo de Mo i Rana.
Turismo en Mo i Rana
Centro histórico
Claramente hay tres zonas por las que moverse en Mo i Rana. La primera de ellas sería su centro histórico, en el cual brilla con luz propia la Fridtjof Nansens Gate: la principal calle comercial de la ciudad. En ella encontraréis tiendas y restaurantes en abundancia, algo que no es especialmente habitual en latitudes tan septentrionales.
Os recomendamos moveros por las principales calles, ya que así iréis yendo hacia los edificios más destacados de la ciudad. El mejor ejemplo es que si vais por la Kirkegata llegaréis, tal y como indica su nombre, hasta la Iglesia de Mo i Rana. En sus inmediaciones tiene un parque absolutamente fascinante.
Al otro lado del tren
En Mo i Rana las distancias son cortas, pero lamentablemente el casco urbano está partido en dos por las vías del tren. De hecho, una vez veáis el centro, os recomendamos pasar bajo las vías y así ir a la zona que está pegada al agua. Dicho sea de paso, por el camino veréis innumerables muestras de arte urbano.
Frente al mar os espera la Havmannen, una escultura de 11 metros de altura y 60 toneladas de peso. Su nombre significa literalmente El Hombre del Mar y es uno de los grandes símbolos de la ciudad. Aunque está hecha en granito, originalmente se barajó la idea de hacerla en acero, en honor a la industria que tanto dinamizó Mo i Rana a partir de la II Guerra Mundial.
Paseando por allí veréis tanto el puerto como pequeñas playas, siempre con el fiordo como magnífico telón de fondo.
No os podéis perder la zona de Moholmen, el distrito más antiguo de Mo i Rana. Es una sucesión de casitas de madera ubicadas en una antigua isla, en la cual encontraréis algunas de las estampas más adorables de la ciudad.
Por último, justo detrás de ese barrio os esperan el Rana Helgeland Museum y el Vitensenter Nordland, los dos principales espacios culturales de Mo i Rana. Perfectos para un día de lluvia.
Alrededores
Si os veis con fuerzas, Mo i Rana puede ser el punto de partida perfecto para investigar por los paisajes de los alrededores. Tenéis a tiro de piedra el glaciar de Svartisen, el segundo más grande de Noruega. También están cerca Gronligrotta y Saetergrotta, dos impresionantes cuevas.