Qué ver en Lanuza, el milagro a orillas de un embalse de los Pirineos

Poquitos pueblos nos han marcado tanto como Lanuza. Puede que solo tenga cuatro o cinco calles y que la mayor parte de su término municipal esté sumergido bajo las aguas de un embalse, pero precisamente ahí reside su encanto. Muchas veces, los mejores lugares no son los más grandes ni los más recónditos, sino aquellos que te hacen sentir bien. Y nosotros en Lanuza nos sentimos súper bien, así que aquí os traemos una pequeña guía turística para que podáis disfrutar tanto como nosotros de esta joya del Pirineo de Huesca.

El mejor error de cálculo del mundo

Que estemos hablando de Lanuza en el siglo XXI es un fallo en Matrix, ya que teóricamente el pueblo tenía que haberse inundado. Y es que en los años 70 del siglo XX se proyectó la construcción de un embalse en el Río Gállego, el cual teóricamente iba a inundar Lanuza. De hecho, sus habitantes tuvieron que emigrar a otros pueblos.

Cuando el nivel del pantano se estabilizó y quedó claro que el pueblo iba a continuar existiendo, llegaron los saqueos y las trabas burocráticas. De hecho, durante prácticamente 20 años nadie pudo regresar, hasta que poco a poco sus habitantes fueron volviendo y a finales de los años 90 el pueblo volvió a coger color.

Hoy en día es una pequeña y coqueta localidad por la que da gusto pasear. Puede que no encontréis en Lanuza grandes edificios, pero sí todo el encanto que se le presupone a un pueblo de los Pirineos.

Hablando de color, Lanuza se convierte en verano en una fiesta. Año tras año se celebra Pirineos Sur, el Festival Internacional de las Culturas. Durante el evento, artistas de todo el mundo se acercan al pueblo para traer un pedacito de su arte.

Turismo en Lanuza

Iglesia de San Salvador

El principal punto de referencia en Lanuza es la Iglesia del Salvador, una iglesia del siglo XIX que vino a reemplazar a otra de estilo románico que fue quemada durante la Guerra de Independencia. Es difícil perderse en un pueblo tan chiquitito, pero si ocurriese, la torre de la iglesia debería ser vuestra referencia para orientaros.

Sin embargo, si por algo destaca Lanuza es por su conjunto. En sus cuatro o cinco calles, entre las que brilla con luz propia la Calle Mayor, podréis disfrutar de una de las propuestas arquitectónicas más bonitas de esta parte de los Pirineos.

Tiene muchísimo mérito que el pueblo se encuentre en un estado de conservación tan maravilloso, sobre todo teniendo en cuenta que estuvo abandonado durante 20 años. El esfuerzo que han hecho los vecinos es increíble, recuperando cada casa con esmero y haciendo que el pueblo sea único.

La mejor muestra de esos esfuerzos es que incluso se han recuperado construcciones de las aguas, como la Hornacina de Santa Quiteria (del año 1887).

No os podéis perder tampoco la Fuente del Fondanar, en la que el agua sale de una piedra con forma de tambor de columna.

Embalse de Lanuza

Para terminar, no podemos dejar de hablar del Embalse de Lanuza, pues pese a que amenazó con destruir el pueblo hoy le ha convertido en uno de los que más personalidad tienen del Pirineo.

Justo hay un aparcamiento junto al embalse, a la entrada del pueblo, que es perfecto para dejar el coche y realizar la visita. Incluso puede ser un buen punto para sacar una toalla y pegarse un baño, o incluso pernoctar allí (nosotros lo hicimos junto a un buen puñado de furgonetas).

Embalse arriba está el Embarcadero de Suscalar, donde diferentes empresas de turismo activo ofrecer sus servicios para realizar deportes acuáticos.

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