Aunque el Geoparque Villuercas-Ibores-Jara es conocido fundamentalmente por sus espacios naturales, también tiene un buen puñado de pueblos súper interesantes. El mejor ejemplo es Castañar de Ibor, una pequeña localidad desde la que salen varias rutas de senderismo top pero que también merece una visita a su casco urbano.
Tabla de contenidos
Olivos, castaños y casitas blancas
Si hemos elegido como título «olivos, castaños y casitas blancas» no es por casualidad, sino porque eso exactamente fue lo que encontramos. Castañar de Ibor es una localidad grande para lo que es la Extremadura más rural (supera los mil habitantes), pero no deja de ser una islita urbana en medio de un enorme mar de olivos y castaños. Estas especies, como no podía ser de otro modo, marcan la economía de la zona.
Se dice que el origen del pueblo está en una migración masiva ocurrida en el siglo XV, cuando los habitantes de un pueblo cercano tuvieron que salir con lo puesto por culpa de una plaga. Así es como surgió el actual casco urbano, que poco a poco fue creciendo hasta asentarse como el núcleo más poblado de Los Ibores.
Su historia reciente está marcada por el maquis, los guerrilleros antifranquistas que lucharon contra el régimen tras la Guerra Civil. También por un terrible despoblamiento que ha reducido su población a la mitad, pero que parece haberse estabilizado.
Hoy en día Castañar de Ibor es un sitio tranquilo y agradable, cuya visita implica caminar mucho y subir cuestas pronunciadas pero también acarrea muchas satisfacciones. Seguid leyendo y os lo enseñamos.
Turismo en Castañar de Ibor
Iglesia de San Benito Abad
El edificio más reconocible de Castañar de Ibor es la Iglesia de San Benito Abad, un pequeño templo de paredes blancas que está justo en lo alto del pueblo. Es el mejor sitio para empezar la visita, ya que en la Plaza de España (donde se ubica) encontraréis uno de los pocos aparcamientos que hay en la zona alta.
Ayuntamiento
En la misma plaza tenéis el Ayuntamiento del pueblo, una casa consistorial con arquitos en la parte baja, ventanales en la planta superior y la típica balconada con banderas y espacio para hacer el pregón. Como no podía ser de otro modo, también tiene las paredes blancas.
Arquitectura popular
De hecho, algo muy típico de la zona y que se lleva a rajatabla en Castañar de Ibor es que la mayor parte de las fachas de los edificios son blancas. De hecho, su arquitectura popular está muy marcada por esto: más parece un pueblo chiquitito de las montañas andaluzas que de Extremadura.
Teniendo como referencia la Plaza de España, os recomendamos dar un paseíto por las calles cercanas y explorar todo lo que puede dar de sí el pueblo. Os aseguramos que merece la pena.
La Avellaneda
¿Recordáis cuando al principio os decíamos que Castañar de Ibor surgió a partir de una migración ocasionada por una plaga? La gente venía de La Avellaneda de Ibor, un pueblo que tuvo que ser abandonado por la abundante presencia de… ¡termitas!
El lugar se intentó repoblar varias veces, algo que solo en fechas muy recientes se está empezando a conseguir. En cualquier caso, es un sitio muy presente en el corazón de los habitantes de Castañar de Ibor, ya que aquí es donde hacen las romerías.
Castañar de Calabazas
No hay visita a Castañar de Ibor que esté completa sin darse un paseo por sus espacios naturales más emblemáticos. El primero de ellos es el Castañar de Calabazas, un conjunto de árboles singulares en el que podéis disfrutar de un paisaje único. Hay que hacer una ruta de algo más de dos horitas, pero merece muchísimo la pena.
Cueva de Castañar
Además, la Cueva de Castañar es otra visita obligada. Una cavidad kárstika súper frágil, a la que solo se puede acceder unos meses al año y siguiendo un estricto régimen de visitas. Sin embargo, si tenéis la oportunidad no dudéis de entrar, porque es una de las grandes joyas subterráneas de Extremadura.