Qué ver en Artaza, el epicentro del neorruralismo navarro

La verdad es que Artaza, pese a que no entraba en nuestras previsiones, fue uno de los sitios que más nos llamó la atención del Valle de Améscoa. Y no solo por ser un lugar lleno de encanto, sino por la vida que encontramos en sus calles. Seguid leyendo y descubriréis un excelente ejemplo del éxodo rural a la inversa, pues Artaza es un pueblo que está sabiendo recuperarle terreno a la ciudad.

Artaza y la lucha contra el despoblamiento

Normalmente hablamos de los orígenes, de cómo el pueblo que visitamos se convirtió en lo que es o incluso de sus edificios más típicos, pero en el caso de Artaza la introducción pasa por una fecha muy reciente: el año 2000.

En ese momento, el Concejo de Artaza compró y urbanizó unos terrenos para facilitar la llegada de nuevos vecinos. Así, pasó a ser la capital del neorruralismo en Navarra, con la llegada de una abundante cantidad de población.

Gracias a ello, las calles de Artaza son un excelente punto de encuentro entre la vieja forma de hacer las cosas en el Valle del Amescoa y entre su versión más vanguardista. Es un sitio que a nosotros nos pareció realmente interesante, y que desde el momento en el que lo visitamos ha pasado a ser una de nuestras recomendaciones estrella para cuando nos preguntan por el Parque Natural de Urbasa-Andía.

Turismo en Artaza

Parroquia de la Natividad

La Parroquia de la Natividad es la pequeña iglesia de Artaza. Fue construida a finales del siglo XIX, como sustitución de un templo anterior que fue pasto de las llamas en esa misma centuria. De hecho, en el interior se conservan algunos elementos que sobrevivieron a las llamas, como una pila bautismal o una imagen de la Virgen y el Niño del siglo XIV.

En los alrededores de la iglesia veréis la Artaza tradicional, un pueblo que, como en el resto del Valle de Améscoa, los usos y costumbres han permanecido intactos. Casas humildes conviven con casonas en las que los escudos de piedra destacan en lo alto de sus fachadas.

Pueblo nuevo

Tal y como hemos dicho, en Artaza también encontraréis la cara más amable del neorruralismo: casas de nueva construcción que muestran que el despoblamiento no es la única opción para el interior de la Península Ibérica. Os recomendamos dar un paseo para morir de la envidia, pues las casazas que se han construido no son moco de pavo.

Frontón

En Artaza también hay un frontón, un elemento recurrente en todos los pueblos del Valle de Améscoa. Los hay más bonitos y más monumentales, pero en todos ellos siempre se respira algo especial.

Fuente y lavadero

Misma cosa ocurre con la fuente y el lavadero, son dos construcciones que no suelen fallar. En Artaza también están presentes, ofreciendo sendos ejemplos de la importancia del agua en la vida cotidiana de la gente.

Casa Concejil

Para terminar, Artaza cuenta con una Casa Concejil. Lo que en su momento estaba destinado a tareas de gestión, hoy en día es un punto de encuentro multiusos.

Subida a Urra

Y, ya que estáis en Artaza, os recomendamos hacer una excursión a Urra, el pueblo más oriental del Valle del Amescoa. Está formado literalmente por dos edificios, pero eso no impide que haya tenido un papel destacado en el pasado (por ejemplo, fue el escenario de la Acción de Artaza durante la Primera Guerra Carlista).

Según lleguéis, lo primero que os llamará la atención será el Palacio de Urra, una construcción del siglo XVII que aprovecha estructuras preexistentes. Es uno de los edificios más señoriales de todo el valle.

A pocos metros de él está la Iglesia Parroquial de la Asunción, con un estilo protogótico de influencia cisterciense. Data aproximadamente del año 1200.

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