La Catedral del Ártico, el vanguardista templo de Tromso

Ya hemos hablado largo y tendido de Tromso, una de las principales ciudades del norte de Noruega. Sin embargo, hay un edificio que nos volvió locos y al cual le queremos dedicar un artículo aparte. Nos referimos a la Iglesia de Tromsdalen, conocida popularmente como la Catedral del Ártico. Es un lugar icónico y del cual os vamos a contar un montón de cosas a lo largo de los siguientes párrafos.

La no-catedral más famosa de Noruega

Tiene mucho mérito que la Catedral del Ártico sea un edificio tan famoso y tan protagonista de la propuesta turística del norte de Noruega, ya que no tiene precisamente varios siglos de antigüedad. De hecho, esta pequeña iglesia luterana fue construida en 1965, por lo que es relativamente reciente.

Está en el barrio de Tromsdalen, que es algo así como el este de la ciudad. Está muy cerquita del centro en términos geográficos, pero conectado mediante un largo puente (el Puente de Tromso) que hay que superar a pie o en coche.

La iglesia fue diseñada por Jan Inge Hovig, uno de los arquitectos noruegos más populares del siglo XX. Utilizó fundamentalmente el hormigón, diseñando un edificio con diferentes capas triangulares que algunos asemejan a la Ópera de Sidney. Por ello, en ocasiones veréis que se refieren a ella como el teatro de ópera de Noruega, pese a ser un templo. Dicho sea de paso: tampoco es una catedral, sino una parroquia.

El edificio tiene capacidad para alrededor de 600 personas. Pese a que fue construido a mitad del siglo XX, hasta el año 2005 no adquirió el enorme órgano que hoy puede contemplarse en su interior.

Pequeña pero matona

La visita a la Catedral del Ártico es sencilla. Se puede ir andando desde el centro, aunque hay que caminar unos 20 minutos desde Skansen y cruzar a pie el Puente de Tromso. Nosotros fuimos con la furgoneta y encontramos aparcamiento al lado. Fue fácil y gratis, así que no parece mala idea ir allí en vehículo propio.

Una vez estuvimos frente a la catedral, lo primero que nos sorprendió fue el tamaño. ¡Resultó ser bastante más pequeña de lo que esperábamos! Igual de bonita, no decimos que no, pero nos esperábamos una mole gigante y resultó ser tirando a cuqui.

Por fuera es espectacular, se mire por donde se mire. Desde todos los ángulos, de cerca y de lejos, por delante y por detrás. Es un edificio único, solo por tenerlo frente a frente ya merece la pena ir hasta Tromso.

La entrada al edificio cuesta 55 NOK por persona (entre 5€ y 6€). Puede parecer poco para un edificio tan espectacular, pero lo cierto es que tampoco nos pareció especialmente llamativo por dentro. Lo disfrutamos bastante más por fuera, no vamos a negarlo.

En cualquier caso, es un lugar único que siempre tendremos a la mente.

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