Chinatown es uno de los lugares más pintorescos, concurridos y exóticos del centro de Londres. No necesariamente está en la lista de los barrios más auténticos de la ciudad, aunque lo cierto es que resulta una experiencia fascinante pasear por sus calles y sentirse en el corazón de China. Cumple con eso de que las mejores esencias se guardan en frascos pequeños, ya que no tiene precisamente grandes dimensiones. Sin embargo, no le hace falta: tiene el tamaño perfecto y los argumentos necesarios para ofrecer al viajero algo totalmente distinto a lo que puede encontrar en el resto de la capital del Reino Unido. Ya solo por eso merece la pena que os paséis por allí.
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Un barrio chino de segunda generación
El Chinatown londinense tiene una ubicación inmejorable, justo entre el Soho y Covent Garden. A modo de referencia, está a pocos pasos de lugares tan emblemáticos como Piccadilly Circus o Leicester Square, así como Shaftesbury Avenue y sus lujosos teatros. De hecho, nosotros visitamos el barrio en el descanso que hacen entre las dos partes de Harry Potter and the Cursed Child.
La historia del barrio resulta de lo más curiosa, ya que originalmente no estaba en esa ubicación. El primer asentamiento chino en Londres se fue configurando a finales del siglo XVIII en el East End, donde cientos de marineros encontraron su acomodo en la capital británica. Poco a poco floreció el comercio, pero también acusaciones de delincuencia, prostitución y drogas.
Esa parte de la ciudad fue destruida durante los bombardeos de la ciudad. Unos pocos románticos siguieron viviendo allí, pero claramente las cosas ya no eran las mismas. Así, a mediados de los años 70 del siglo XX, empezaron a abrirse los primeros restaurantes chinos en Gerrard Street. Surgieron al calor de la fama que la gastronomía asiática experimentaba en ese momento, pero fueron la chispa necesaria para que surgiese el segundo Chinatown.
En menos de lo que canta un gallo aparecieron todo tipo de establecimientos comerciales, creándose un punto de atracción turística de primer nivel. Así es como se mantiene varias décadas después, siendo una de las zonas más visitadas de la ciudad. La puntualidad inglesa y su refinado sentido del humor dejan paso, en esta zona de Londres, a una particular reinterpretación de la cultura china.
Qué ver en el Chinatown de Londres
Cuatro puertas o paifangs
Uno de los elementos más representativos del barrio son sus cuatro puertas o arcos de madera: los tradicionales paifangs que no faltan en ningún barrio chino del mundo. Aunque la calle más concurrida del barrio (Gerrard Street, de la que hablaremos justo debajo) tiene tres de ellos, el más bonito está en Wardour Street. Es el conocido como Chinatown Gate.
Si camináis por la zona os iréis topando con estas puertas. En cualquier caso, merece la pena desviarse para visitarlas expresamente, ya que ofrecen la cara más monumental del barrio chino de Londres.
Gerrard Street y alrededores
Ya la hemos mencionado un par de veces… ¡y no es para menos! Sin lugar a dudas, la Gerrard Street es la principal arteria de Chinatown. No solo porque en ella surgió todo, sino porque la densidad de estímulos relacionados con China es infinita allí.
Atravesar esta calle os hará caminar bajo los típicos faroles chinos de papel (coloridos como ellos solos), además de haceros pasar por los principales establecimientos comerciales del barrio. También os toparéis con gente, muchísima gente. ¿Agobiante? Sin duda, pero también ahí reside el encanto de Chinatown.
Monumentos y esculturas
Aunque sean tirando a recientes, no faltan las muestras de patrimonio chino por el barrio. Son puntos muy fotografiados, por lo que no hace falta prestar demasiada atención: allí donde veáis un grupito de gente, lo normal es que haya uno de estos monumentos.
Al margen de los paifangs, no os podéis perder los dos leones de piedra que hay en Gerrard Street. ¡Son puro músculo!
También merece una mención el Mural 1888, en la pequeña plaza Horse & Dolphin Yard. Se trata de un collage hecho en papel de arroz con unas cifras apabullantes: 8 metros de largo, cinco de alto y 1888 fotos para representar al clásico bol de arroz.
Restaurantes, compras y uñas de porcelana
Por supuesto, Chinatown es un sitio estupendo para aligerar vuestras carteras. Una de las mejores actividades para ello es la gastronómica, ya que el barrio está repleto de restaurantes chinos. Tenemos que decir que no son los mejores ni los más baratos de la ciudad, aunque seguramente síi los más pintorescos. Preparaos para una digestión complicada, por supuesto. Por cierto, es importante tener en cuenta que es una de las pocas zonas de la ciudad donde veréis que es frecuente que no admitan pagos con tarjeta, así que llevad vuestras libras preparadas.
Por supuesto, también podéis hacer compras. En sus pastelerías, en sus tiendas de souvenirs y también en los típicos bazares en los que se vende un poquito de todo a precio irrisorio. En este último caso, no esperéis calidad.
¡Ah! Y existe un pequeño hueco para el wellness, en forma de sitios de masajes y uñas. No sabemos si serán tan dudosos como los de España, en los que te hacen de todo menos lo que publicitan, pero en cualquier caso se veía mucha clientela.
El barrio de Londres en el que no vive nadie
Tenemos que decir que la visita a Chinatown nos encantó, pero a la vez nos dejó sentimientos encontrados. Por un lado nos pareció un sitio diferente y muy colorido, pero a la vez súper agobiante. De hecho, desde ya os decimos que tenéis que evitar las horas centrales del día, ya que literalmente no podréis caminar por la Gerrard Street.
Por si eso fuera poco, da la sensación de ser de cartón piedra. En el barrio chino de Londres no vive prácticamente nadie: simplemente es un decorado, un espacio en el que hacer transacciones comerciales a costa del turista. Le resta encanto de una manera inevitable, aunque si sois capaces de abstraeros seguro que le sacáis mucho partido a la zona.
Visita obligada. Con sus luces y sus sombras, no decimos que no, pero absolutamente imprescindible.
