Qué ver en Gjirokastër, la ciudad con más cuestas de Albania

Hoy os queremos hablar de Gjirokaster, una de las mayores sorpresas de nuestro viaje a Albania. Fuimos allí con las expectativas más bien altas, porque las fotos que veíamos en internet del pueblo y su castillo son espectaculares, pero fueron superadas con creces. Sin duda, se trata de una visita obligada en el sur de Albania.

Cómo llegar a Gjirokaster en coche: un auténtico infierno

Gjirokaster está a unas tres horas y media de Tirana. La primera mitad del recorrido es aceptable: no son las mejores carreteras del mundo, pero cumplen su cometido. Sin embargo, la segunda mitad tiene todo aquello que da mala fama a las carreteras albanesas: desde tramos sin asfaltar hasta zonas tan parcheadas que difícilmente aceptan conducción a más de 20 kilómetros por hora.

Por si eso fuera poco, el casco histórico de Gjirokaster está en la zona alta. Llegar es una locura, hay que recorrer las calles de pueblo más empinadas, estrechas, mal asfaltadas y peor indicadas que hayamos visto en nuestra vida. ¿Y sabéis qué? ¡Aun así merece la pena!

Curiosamente, aparcar en Gjirokaster es tirando a sencillo, pues el centro tiene plazas libres en casi cada calle. Nosotros os recomendamos dejar el coche en Rruga Shezi Como, ya que todo pilla a mano.

Qué ver en Gjirokaster en un día

Las casas y los museos

El casco histórico de Gjirokaster bien merece una visita. Sus calles son muy empinadas y algunas zonas son muy «Albania profunda» (perros callejeros, edificios en ruinas, basura en el suelo), pero aun así es un recorrido súper interesante.

Los protagonistas de esta parte de la ciudad son dos casas monumentales: la Skenduli y la Ismail Kadare. Dos ejemplos más que notables para explicar por qué el casco histórico de la ciudad es Patrimonio de la Humanidad. También hay algunos museos para visitar, destacando por encima de todos el popular Museo Etnográfico.

Casa Skenduli

Ojo, que nadie piense que solo de esas dos casas vive Gjirokaster. Estamos de acuerdo en que son impresionantes, pero realmente esta zona del casco histórico está repleta de construcciones del mismo nivel. Como siempre decimos, solo es cuestión de ir con los ojos bien abiertos y prestar atención.

Aunque esta parte de Gjirokaster es un poco desagradecida, ya que las cuestas son horribles y apenas hay sombra, no os podéis marchar de allí sin conocerla.

El castillo de Gjirokaster

En lo alto de la ciudad está el castillo. Podéis intentar aparcar justo en la puerta, pero apenas tiene tres o cuatro sitios y lo normal es que no haya hueco. Por tanto, os recomendamos dejar el coche en la misma calle de antes y que dediquéis diez minutos a subir la cuesta caminando.

El castillo abre todos los días de 9:00 a 16:00 en invierno y de 9:00 a 18:00 en verano. Cuando fuimos (2020) la entrada costaba 300 lekes (algo menos de 3€). Los domingos es gratis, así que si vais ese día no tendréis que pagar. Un dato muy interesante es que es un lugar dog friendly, algo no muy habitual visitando castillos.

El recorrido por el interior es fascinante. El castillo ha sido testigo de todos los acontecimientos importantes de la ciudad, aunque dejó huella especialmente su uso como búnker durante la II Guerra Mundial. En su interior podréis ver artillería, un avión e incluso una estatua dedicada a los soldados americanos.

Merece la pena salir al patio de armas, desde donde se puede contemplar la mejor panorámica de Gjirokaster. Además, la impresionante Torre del Reloj (al fondo del mismo patio) pondrá el broche de oro a una visita imprescindible.

El antiguo bazar

Gjirokaster tiene además unas calles a modo de bazar que son perfectas para comprar souvenirs de todo tipo: antigüedades, imanes, gorras… Realmente es muy buen lugar para comprar, ya que los precios son más accesibles que en otras zonas turísticas del país.

Un ejemplo concreto: en el bazar de Kruge una alfombra de algodón costaba 30€ (y no hubo manera de bajarle el precio regateando) y aquí costaba 10€, y aun así pudimos regatear un pelín. ¡Merece la pena! 

Más allá de que los precios sean buenos y el producto variado, merece la pena recorrer estas calles. Los edificios son muy bonitos y sus fachadas están «coloreadas» por las alfombras y demás artículos expuestos en ellas, creando uno de los rincones más bonitos de toda Albania.

Por cierto, no queremos terminar sin deciros que esta es la mejor zona para comer en Gjirokaster. Está lleno de restaurantes de todos los precios, con comida local y también de fuera. Además, la mayor parte de las cartas están en inglés, y las que no al menos tienen la deferencia de tener fotografías. ¡Más fácil imposible!

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