Qué ver en Faaborg, el bonito pueblo pesquero al sur de la isla de Fiona

Faaborg es una de las localidades más emblemáticas de la isla de Fiona, en Dinamarca. Quizá no sea tan conocida para el turista medio como las grandes urbes del resto del país, pero lo cierto es que atesora un buen puñado de argumentos para atraer al viajero. Vinculada a la pesca desde antiguo, su ajetreado puerto convive con un casco histórico precioso. A su vez, este puede ser un excelente punto de partida para todo tipo de excursiones por los alrededores.

Calles empedradas entre el archipiélago y las montañas

Los orígenes de Faaborg son inciertos. Incluso el significado de su nombre genera confusión, aunque la hipótesis más antigua sostiene que significa algo tipo castillo del zorro. Sea como fuere, ya hay menciones al pueblo desde comienzos del siglo XIII.

Pese a que es un sitio danés a más no poder, durante unas décadas estuvo vinculada a Leonor de Portugal, ya que la recibió en herencia. Sin embargo, a su muerte volvió a manos de la corona de Dinamarca.

Al estar tan volcada al mar, Faaborg resultaba ciertamente vulnerable. Por eso, durante la Edad Media se fortificó todo lo que pudo, en un momento de gran esplendor. Sin embargo, los siglos posteriores fueron nefastos, ya que la localidad estuvo muy castigada por las guerras entre suecos y daneses.

Poco a poco se fue especializando en el cultivo de cereales y el comercio de los mismos, con países tan diversos como Noruega, China o Australia. Así, entre finales del siglo XIX y comienzos del XX se vivió un cierto auge industrial, del cual todavía quedan algunas industrias en funcionamiento.

En la actualidad la principal actividad de Faaborg es el turismo. Si seguís leyendo comprobaréis que se trata de un sitio estupendo para hacer una parada y disfrutar de la versión más soleada de la costa báltica de Dinamarca.

Turismo en Faaborg

Plaza Mayor (Faaborg Torv)

Empezamos la visita en la Faaborg Torv, que viene a ser algo así como la Plaza Mayor de la localidad. Es un espacio abierto gigante, una súper plaza en la que encontraréis un montón de restaurantes y tiendas. Por supuesto, todos ellos ubicados en edificios históricos preciosos, cuyas fachadas competirán entre sí por ser vuestro próximo instagrameo.

En un lateral de la plaza de encuentra la Oficina de Turismo, ubicada en la planta baja del Ayuntamiento de Faaborg. Merece la pena que entréis a informaros, ya que tienen mucha información interesante sobre esta densa ciudad.

Justo detrás de este edificio encontraréis el Arrestmuseet, que pone en valor la antigua cárcel de la localidad. Si no os gusta la temática pero igualmente queréis ir al pasado, cerquita de ella os espera una Farmacia llamativamente ornamentada.

En otro de los extremos de la plaza está el Pozo de Ymir, una escultura de comienzos del siglo XX. No es la única muestra de arte contemporáneo que veréis en Faaborg, pues sus calles están repletas.

Arquitectura popular

Una vez hayáis visitado la plaza, os recomendamos empezar a callejear por el casco urbano de Faaborg. Las calles del centro son espectaculares, os lo pasaréis genial entre esos edificios preciosos y su infinita sucesión de tiendecitas.

La Ostergade es la calle principal, va de punta a punta. Sin embargo, desatad vuestro espíritu curioso y meteos en absolutamente todas las calles que veáis, tanto adyacentes como paralelas. Os prometemos que os esperan lugares con muchísimo encanto.

Campanario (Klokketarnet)

De hecho, callejeando así fue como llegamos hasta los pies del enorme Campanario de Faaborg (Klokketarnet). Es una mole del siglo XV que antaño pertenecía a la Iglesia de San Nicolás, pero esta última no ha llegado hasta nuestros días. Aun así, es uno de los edificios más icónicos del pueblo, ya que por su altura es visible desde muchísimos puntos.

Faaborg Museum

Si tenéis ganas de arte, en el Faaborg Museum os recibirán con los brazos abiertos. Merece la pena que acudáis a este museíto aunque no vayáis a visitarlo por dentro, ya que se puede atravesar por su bonito patio interior y disfrutar de una de las estampas más bellas del pueblo.

Faaborg Miniby

Y, hablando de museos, imposible no mencionaros al Faaborg Miniby. Nosotros fuimos a pie, aunque la verdad es que el trayecto hasta él no tenía mucho interés (si podéis, id en coche). El caso es que por 30 coronas danesas podréis caminar por una maqueta gigante de la ciudad. Como si fuese una especie de Mini Europe, pero centrado en Faaborg. Nosotros fuimos muy decididos a verlo, pero desde fuera se podía contemplar prácticamente todo… así que al final nos ahorramos la entrada. Somos españoles, no podemos evitar hacer estas cosas de vez en cuando.

Zona de baño (Havnebadet)

Tampoco pudimos evitar pasarnos por la Havnebadet, una zona de baño junto al mar que nos pareció lo más de lo más. Es gratuita y tiene absolutamente de todo: vestuarios, duchas, una piscina infantil, trampolines, escaleras… Da gusto ver iniciativas así, que ponen en valor una zona concreta de un sitio sin la vocación de sacarle la pasta a la gente.

Puerto

Por cuestiones obvias, la zona de baño está al ladito del puerto de Faaborg. El ir y venir de los barcos es constante, por lo que si os inspira la vida marinera no podéis dejar de pasaros por allí. Junto a una especie de paseo marítimo (que más bien es una acera al lado de la carretera) veréis dos pequeños museos: Dem Gamle Gard y el Ohavs Museet.

Por cierto, nosotros aparcamos justo en esta zona. Es gratis durante tres horas, pero necesitáis llevar previamente la típica ruedecita para indicar en qué momento habéis llegado. Por suerte, nosotros teníamos una de cuando viajamos a Suiza.

Alrededores de Faaborg

Por último, tenemos que decir que los alrededores de Faaborg dan para mucho. De hecho, aunque el pueblo puede verse por completo tranquilamente en media mañana o en media tarde, su territorio más inmediato tiene argumentos suficientes como para atraparos un finde completo. Así, podéis ir a ver el Veteranjernbanen (donde podréis experimentar cómo es viajar en un tren de 1950), visitar el Kaleko Molle (un antiguo molino de agua) o ir al precioso bosque de Svanninge Bakker.

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