Qué ver en Amaiur, el último guardián del viejo reino de Navarra

El pueblo de Amaiur (Maya en castellano) es una visita obligada en el Valle de Baztán, tanto por su significado como por el patrimonio que atesora. Tiene el inolvidable honor de haber sido uno de los últimos reductos de la corona de Navarra previos a la conquista castellana, algo de lo que da buena cuenta un monumento en el corazón de las ruinas del castillo. La visita es sencilla, ya que es un pueblo estructurado alrededor de una única calle, pero es necesario reservar aparcamiento en temporada alta. Seguid leyendo y os enseñamos cómo.

El pueblo que resiste a la conquista y al olvido

Amaiur se encuentra a escasos kilómetros de la frontera con Francia, en el norte del valle. Tiene un clima especialmente suave en comparación con los alrededores, ya que está en una pequeña colina rodeada por montañas que doblan su altitud. Está también convenientemente alejado de la carretera principal, siendo un sitio sencillo pero a la vez bien comunicado.

La localidad inscribió su nombre en la Historia del viejo reyno de Navarra en 1522, pues se convirtió en uno de los últimos lugares en oponerse a la conquista de Castilla. De hecho, los reyes en el exilio dejaron de intentar recuperar Navarra tras la caída del castillo de Amaiur. Este hecho convierte al pueblo en un lugar imprescindible para el nacionalismo navarro.

La visita a Amaiur es sencilla. Hay un enorme parking justo a la entrada del pueblo, nada más pasar la iglesia. Es gratuito, pero en días de gran afluencia hay que reservar (se hace gratis en la web oficial del Valle de Baztán) o no podréis aparcar allí. Una vez dejéis el coche simplemente tendréis que subir la empinada Calle Mayor, alrededor de la cual se dispone la práctica totalidad de la urbe.

No solo hablamos de un lugar básico para entender la realidad del Baztán, sino también de un sitio muy frecuentado por peregrinos. El toque inconfundible que solo da el Camino de Santiago hace que Amaiur sea un sitio aun más especial.

Turismo en Amaiur

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Tras aparcar junto a ella, empezamos la visita por la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Se dice que es originaria de la Edad Media, pero ha sido ampliada, derruida y reconstruida tantas veces que es difícil precisar un momento concreto (al menos visualmente).

Junto a la iglesia hay un bonito Crucero, típico lugar de reunión para peregrinos y turistas antes de adentrarse en el casco histórico.

Arco

La bienvenida la de el famoso Arco de Amaiur. Fue construido en el siglo XVII y desde entonces es uno de los símbolos de la localidad, pese a que su origen no está del todo claro. Parece estar relacionado con la peste: bien como una forma de aislarse del exterior, o simplemente como un recuerdo a los caídos por la enfermedad.

A ello sin duda contribuye el Hospital que hay justo detrás del Arco, a mano derecha según se entra a la zona histórica.

Arquitectura popular

Como hemos dicho, Amaiur es el típico pueblo-calle o pueblo-camino. Dicho de otro modo: una única calle lo recorre de arriba a abajo, a cuyos lados se encuentran la práctica totalidad de los edificios de la urbe. Es cierto que con el paso del tiempo se han añadido algunas adyacentes, pero tampoco han sido tantas.

En este caso, la absoluta protagonista de todo es la Calle Mayor. Ancha y señorial, transcurre empinada hacia lo alto de la montañita sobre la que se asienta Amaiur. En todo caso podéis desviaros por la Calle Mercedes para ver algunas cosas más (ahora os diremos cuales), pero en principio todo pasa por recorrer de arriba a abajo la calle principal.

Palacios

Aunque obviamente forman parte del entramado urbano de Amaiur, los palacios y las casonas del pueblo merecen una mención aparte. Hay muy buenos ejemplos de la arquitectura propia de las familias acomodadas en este lado del valle. La mejor muestra es el Palacio de Cabo de Armería de Borda, probablemente uno de los más lujosos de la zona. Enfrente está también el Palacio Arretxea, también de muy alta factura.

Ayuntamiento

Algo muy típico de los pueblos-calle es la práctica ausencia de plazas o calles adyacentes. En el caso de Amaiur, frente al Ayuntamiento (que de por sí merece una visita) encontraréis el único espacio abierto de la localidad.

Lavadero

Si giráis a mano derecha por la Calle Mercedes y camináis unos cinco minutos, llegaréis hasta el Lavadero de Amaiur. Es un ejemplo muy bueno de este tipo de construcciones en la Navarra rural y, además, se encuentra en un estado excelente.

Merece la pena ir hasta el Lavadero no solo por visitarlo, sino también por las buenas vistas del pueblo que podréis disfrutar desde alí.

Frontón

También en esa zona está el Frontón. Este tipo de construcciones son claves en la vida de la Navarra rural. El tema va más allá de los juegos de pelota o de la nostalgia que genera la infancia, pues son más bien un lugar para que todo el pueblo haga vida social.

Centro Arqueológico

De vuelta a la Calle Mayor, justo en el cruce con la Calle Mercedes está el Centro Arqueológico de Amaiur. Es un museo chiquitito, pero perfecto para comprender la evolución histórica del pueblo. Además, tienen una tienda súper cuqui y organizan visitas guiadas a lo alto del Castillo.

Ermita de Nuestra Señora del Pilar

Precisamente, en lo alto de la Calle Mayor encontraréis la Ermita de Nuestra Señora del Pilar, un pequeño templo que sirve para marcar el último tramo de ascensión: el que os llevará directo a las ruinas de la antigua fortaleza de Amaiur.

Castillo de Amaiur

Y es que en lo alto del Monte Gaztelu, visible desde mucho antes de llegar al pueblo, está el Castillo de Amaiur. Ya hemos explicado su lugar clave en la Historia de Navarra, así que no vamos a volver a ello. Todo lo que tenemos que decir es que está a unos 700 metros del aparcamiento, que actualmente ofrece las ruinas arqueológicas de lo que fue el castillo y también algunos monumentos, como el Obelisco de 1922 o el Monumento al Resistente Desconocido de 2007.

Más allá de todo eso, tenemos que decir que es un lugar precioso, absolutamente inspirador. Por eso no pudimos evitar tirar de dron y echar un ojo a vista de pájaro, lo cual no hizo sino confirmar que estábamos ante uno de los enclaves más bonitos del Valle de Baztán.

Molino

Para el final hemos dejado algo que estaba a la entrada del pueblo, incluso antes que la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Nos referimos al Molino de Amaiur, una construcción que pone en valor la importancia de su actividad en todo el valle. Es el mejor ejemplo de todo el Baztán, gracias a una restauración que le ha dejado con un aspecto excelente. En la actualidad es casa rural, tienda, museo, organiza visitas guiadas y también ofrece experiencias gastronómicas.

Precisamente, aquí pudimos probar uno de los productos más típicos de la zona, los talos: deliciosas tortas de harina de maíz que se sirven rellenas de queso, chistorra, bacon o incluso chocolate. A modo de referencia, nosotros comimos dos talos, un vaso de sidra y una botella de agua y nos costó 15€.

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