Hoy queremos enseñaros uno de los espacios más singulares de la Comunidad de Madrid: un precioso bosque de acebos que se encuentra a las afueras de Robregordo, en plena Sierra Norte. Un lugar único para visitar en cualquier época del año, pero especialmente a finales de otoño o principios del invierno. En ese momento encontraréis a los acebos con sus inconfundibles bayas rojas en todo su esplendor. No os perdáis esta rutita de un par de horas de duración por uno de los bosques más increíbles del interior de España.
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Uno de los acebedos más meridionales de Europa
Si estás leyendo estas líneas sin conocer previamente el acebedal de Robregordo, seguramente estés flipando con que un lugar así esté en la Comunidad de Madrid. Pero sí, no hay duda: la Dehesa de Robregordo es uno de los bosques de acebos más al sur de Europa. En algún sitio hemos leído incluso que es el más meridional de todos, pero no lo tenemos del todo claro.
A escasos 50 minutos de Madrid encontraréis este ecosistema único, una acebeda sin parangón en la que encontraréis ejemplares enormes. Aunque la imagen típica del acebo es la plantita enana que venden por un euro en los centros comerciales en época navideña, en Robregordo encontraréis acebos con décadas de antigüedad y frondosas ramas.
Os recomendamos hacer esta ruta entre finales del otoño y principios del invierno, pues disfrutaréis de un espectáculo único. Es en estos meses del año cuando las hembras dan unos frutos de color rojo que se distinguen a varios metros de distancia, y que asociamos inequívocamente a la navidad.
Eso sí, recordad que el acebo es una especie protegida y está prohibido llevársela a casa ya que se encuentra en peligro de extinción y la multa puede llegar hasta los 60.000€. Así que si os gusta esta planta tan bonita lo mejor que podéis hacer es respetarla en su hábitat natural y, si queréis decorar vuestras casas en Navidad, podéis comprar uno en cualquier vivero.
Dicho sea de paso, en el acebedo encontraréis muchas más especies, como cerezos o abedules. Es un espacio único, no demasiado conocido y que seguro que os deja sin palabras. Por cierto, si estáis por allí, no podéis dejar de dar un paseo por Robregordo, ya que es un pueblo súper bonito y que se ve en un periquete.
Nuestra experiencia en la ruta por la Dehesa de Robregordo
Hechas las presentaciones, vamos a contaros como fue nuestra experiencia. Nosotros empezamos dando un paseíto por Robregordo, el pueblo más cercano al acebedo. Es la típica localidad de la Sierra Norte de Madrid: pequeña, coqueta y tranquila. No dejéis de ir, es un lugar lleno de rincones con encanto.
Desde ahí fuimos al Área Recreativa El Plantío. Podéis ir andando desde el pueblo o aparcar directamente allí. Si lleváis bocadillos, sus bancos al lado del Río Madarquillos son un lugar perfecto para degustarlos antes de caminar o reponer fuerzas al final de la ruta.
Lo primero que nos llamó la atención fue ver una enorme cuesta. Pensábamos que sería el típico repecho inicial para ganar altura, pero nada más alejado de la realidad: toda la ruta es cuesta arriba o cuesta abajo, salvo un tramito en llano que no dura demasiado. Por tanto, no olvidéis ropa ligera y calzado cómodo para hacer este recorrido.
El primer tramo del recorrido no tiene pérdida, tanto por los carteles de Carpetania como por ser una pista bien marcada. No llevábamos ni 500 metros cuando vimos los primeros ejemplares de acebos. ¡Increíble! De repente nos topamos con unos árboles enormes y llenos de bayas rojas que anticipaban lo que iba a dar de sí la ruta.
Poco a poco los acebos van siendo más y más frecuentes, hasta contarse por decenas. Es impresionante caminar entre ellos, no esperábamos que fuesen tan grandes. Nosotros hicimos la ruta a mitad de diciembre, cuando los acebos dan su fruto, por lo que el aspecto de la ruta no pudo ser mejor.
El recorrido disfrutando de los acebos de Robregordo es increíble. No es el típico bosque frondosísimo en el que no se ve la luz del sol, como por ejemplo un pinar, pero ni falta que el hace. Los acebos son preciosos y, aunque a veces estén dispersos, son tan diferentes a todo lo que hay en los alrededores que bien merece la pena.
Dicho sea de paso, hemos hablado de hacer esta ruta en navidad por ver los frutos rojos propios de los acebos, pero no olvidéis que es un arbusto de hoja perenne. En cualquier época del año es una ruta fuera de lo normal, así que merece la pena hacerla también en primavera o en verano.
Tras una subida de aproximadamente dos kilómetros por la Ruta del Acebo (que así es como la llaman los locales), se llega a una pista de tierra enorme conocida como La Horizontal. En ese punto se puede ir a la derecha y hacer una incursión en un pinar cercano (son 3 kilómetros más de recorrido) o girar a la izquierda y seguir entre acebos. Nosotros optamos por esta segunda opción, ya que estábamos fascinados por esos frutos y además la tarde se nos estaba echando encima.
Tras escasos 300 metros de pista en llano, giramos de nuevo a la izquierda y volvimos a caminar entre acebos. Este segundo tramo por la Dehesa de Robregordo tiene una densidad menor de acebos, pero a cambio podréis ver otras especies como cerezos, abedules o tilos.
No hay que olvidar que la acebeda es una dehesa, y como tal la ganadería está muy presente. Vimos a un montón de vacas pastando a escasos metros de nosotros, y por lo que ponía en los carteles también es frecuente ver cabras (aunque nosotros no nos topamos con ninguna).
La vuelta al pueblo, cuesta abajo todo el tiempo, la hicimos con la sensación de haberlo pasado en grande. No esperábamos encontrar un bosque tan chulo como este tan cerquita de casa, así que a la belleza de los acebos en fruto se le sumó el factor sorpresa.
Ficha técnica: cómo llegar, distancia y otros datos
📍 Punto de inicio: la ruta sale desde Robregordo. En vuestras manos está empezar desde el propio pueblo (y así aprovechar para verlo) o ir directamente con el coche al Área Recreativa El Plantío, que es el punto más cercano en el que se puede aparcar.
📏 Distancia / desnivel: casi 6 kilómetros de ruta circular. Tiene entre 150 y 200 metros de desnivel, repartidos a lo largo de toda la ruta. De hecho, salvo escasos 300 metros en llano, el resto es subiendo o bajando.
💪 Dificultad: es una ruta muy cómoda, pero tiene desnivel constantemente. Si hubiera que puntuarla en una escala del 1 al 5, tendría un 2 de dificultad.
⏲️ Duración: se tarda dos horas en hacer la ruta, aunque depende un poco de la época del año. Nosotros fuimos en diciembre, cuando los acebos estaban en floración, con lo cual pasamos mucho tiempo haciendo fotos. En otra época del año seguramente hubiéramos tardado algo menos.