St Stephen’s Green, el rectángulo verde en el corazón de Dublín

Pese a que Dublín es una ciudad relativamente pequeña (al menos para ser una capital europea), lo cierto es que tiene un montón de parques, jardines y zonas verdes tanto en el centro como en los alrededores. Una de las que más nos gustaron fue St Stephen’s Green, que presume de ser uno de los bienes comunales más antiguos de la urbe. En este artículo os contamos su historia y cómo fue nuestro paseo por allí, entre árboles, caminos y gaviotas que se querían comer nuestra merienda.

De lugar de pasto a zona de recreo de la burguesía

St Stephen’s Green es uno de esos lugares cuya ubicación va cambiando según avanzan los tiempos. En su momento era una zona de pasto para el ganado, situada cerquita de la ciudad pero claramente en las afueras. Poco a poco se fue expandiendo Dublín, hasta que en 1663 el gobierno decidió cerrarlo e impulsar el desarrollo de sus alrededores.

En apenas unas pocas décadas, el perímetro del parque fue invadido por elegantes edificios de estilo georgiano, siendo uno de los lugares predilectos para vivir de la alta burguesía dublinesa. Esa población adinerada participó en la propia evolución del parque, sustituyendo el muro original por un elegante enrejado. Incluso durante los años centrales del siglo XIX se restringió el acceso al interior de St Stephen’s Green, quedando reservado únicamente a los vecinos del barrio.

No fue hasta 1877 cuando, por iniciativa del legendario Arthur Guinness, se reabrió para uso y disfrute de la ciudad. Fue el propio filántropo el que financió el rediseño y la rehabilitación del parque, dotándole del aspecto que tiene actualmente.

El hogar de los cisnes dublineses

Pasear hoy por St Stephen’s Green es una de las mejores cosas que se pueden hacer en Dublín, ya sea como turistas o viviendo allí. Tiene unas 9 hectáreas aproximadamente, repartidas en un rectángulo de 550 por 450 metros.

Pese a ser una zona verde antigua, la ambiciosa reforma financiada por Arthur Guinness se encargó de convertirlo en uno de los mejores parques de la época a nivel europeo. En él se contempló la construcción de caminos, se crearon zonas para el recreo de los habitantes de la ciudad e incluso se puso en valor un gran lago en la zona central, alimentado por las aguas del Gran Canal de Irlanda.

St Stephen’s Green no ha dejado de evolucionar. En la actualidad incluso tiene un espacio dedicado a personas con discapacidad visual, en el que se exponen diferentes plantas aromáticas (que, a su vez, se explican con paneles informativos en braille).

Claramente no es un parque gigante, por lo que se puede recorrer de arriba a abajo en un ratito. Ese ratito dependerá de vuestras intenciones: no es lo mismo atravesarlo yendo de un lado a otro de la ciudad (por ejemplo, en su esquina noroeste empieza Grafton Street) que ir allí a pasear de propio. En este último caso, puede atraparos durante horas.

¿Merece la pena ir a St Stephen’s Green? ¡Sin lugar a dudas! Nosotros nos lo pasamos súper bien. Nos compramos una crepe de chocolate en la mítica heladería Gino’s Gelato y paseamos tranquilamente, mientras un montón de gaviotas iban detrás por si se nos caían algunas migas. Fue uno de los ratos más agradables del viaje, resultando perfecto para desconectar del ajetreo propio de otros lugares de Dublín. No os lo perdáis, nos lo agradeceréis.

¿Qué te ha parecido?
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *