Hace ya mucho tiempo que Bulgaria se destapó como uno de los destinos de nieve más populares de Europa del este. Las montañas de los Balcanes, de Rila y de Pirin son el paraíso de cualquier amante del esquí y del turismo de invierno en general. Precisamente, en ese último destino es donde está la el protagonista de este post: Bansko, un adorable pueblo de montaña que nos dejó sin palabras.
Nosotros no tenemos ni idea de esquiar, no fuimos allí por eso. De hecho, ni siquiera era época de nieve, así que este artículo podría llamarse qué hacer en Bansko fuera de temporada (o si no te gusta el esquí). Os vamos a descubrir un pueblo precioso, con muchísimas posibilidades y con mucho que ver.
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Bansko en un día: qué ver
Bansko es uno de esos lugares en los que muchas realidades se dan la mano. Tiene todo lo bueno de un pueblo de montaña tradicional, con sus casitas de piedra y sus rincones en los que refugiarse de las inclemencias. Sin embargo, mantener esa tradición no le ha impedido evolucionar hacia lo que es hoy: un lugar moderno y preparado para el turismo en cualquier época del año.
Aunque la mayor parte de los viajeros llegan a Bansko en la época de nieve, cuando se convierte en el campamento base de una estupenda estación de esquí, tiene muchísimos atractivos para ser visitado en cualquier época del año.
De hecho, el primer atractivo es Bansko en sí mismo: el casco histórico es precioso. No es enorme, pero tampoco imaginéis dos calles: tiene la amplitud suficiente como para perderse por su empedrado una tarde entera y no dejar de descubrir rincones encantadores en ningún momento.
La principal referencia es la Iglesia de la Santísima Trinidad (Sveta Troitsa), desde donde deberían salir todos los paseos por Bansko. Es una bonita iglesia de piedra construida a comienzos del siglo XIX gracias a las donaciones de los mercaderes de la ciudad.
La plaza en la que se enmarca es el punto de partida de las principales calles del pueblo. La principal, sin lugar a dudas, es la Pirin Str: una larguísima avenida llena de tiendas y restaurantes. No imaginéis un lugar cosmopolita, todo lo contrario: hablamos de pequeños establecimientos con productos locales, ropa a buen precio y todo lo que podáis imaginar relacionado con deportes de montaña. Recorrerla es un gusto se compre o no.
Si estáis ávidos de cultura local, no os podéis perder la Casa-Museo de Neofit Rilski (un sacerdote del siglo XIX reconocido como una de las caras más importantes del Renacimiento Búlgaro), la Casa Velyanov (posiblemente el edificio más señorial del pueblo) o la Casa-Museo Vaptsarov (que contiene un museo en honor al famoso poeta). Si os gusta la pintura y queréis saber más sobre el arte búlgaro, el Museo de los Iconos es otra visita imperdible. Por último, no olvidéis ir al Museo Etnográfico, lleno de trajes tradicionales y objetos que recuerdan los orígenes humildes de Bansko.
En cualquier caso, insistimos en que lo importante es el conjunto. Teniendo más o menos clara que la referencia es la Iglesia de la Santísima Trinidad y que el eje por el que moverse es la Pirin Str., os recomendamos curiosear por todos los callejones que veáis. Encontraréis rincones únicos y llenos de vida.
Ojo, que no todo es subir. Si desde la Iglesia vais en dirección contraria a la Pirin Str., veréis el Monumento a Paisiy Hilendarski, y junto a él otra bonita calle (más ancha) por la que pasear.
Turismo de invierno en Bansko: esquí, senderismo y balnearios
Bansko está en las faldas del Parque Nacional de Pirin, en el cual hay casi medio centenar de montañas y más de 200 lagos. El mejor representante es el monte Vihren, con casi 3000 metros de altura (dicho sea de paso, se puede subir a la cima caminando utilizando un cable de acero).
El caso es que éste es el caldo de cultivo perfecto para establecer una de las estaciones de esquí más importantes del este de Europa, con hasta 65 kilómetros de pistas y 13 telesillas para moverse entre ellas. La estación está preparada para iluminarse por la noche, siendo uno de los principales destinos de esquí nocturno del mundo. No nos olvidemos de que la pista principal tiene 16 kilómetros de recorrido, siendo la más larga a nivel mundial empatando con Alpe d’Huez.
Vamos, que si os gusta el esquí este es vuestro destino. Pero no olvidéis que también es un lugar de primera magnitud para hacer senderismo y trekking. Son decenas y decenas las rutas que se pueden hacer por el lugar.
Al lado de Bansko está Banya, un pueblo con casi 100 fuentes naturales con temperaturas entre los 37º y los 57º. Quizá dejarse caer por uno de sus balnearios no sea mala idea después de un día de nieve o de senderismo.
Comer y dormir en Bansko
Y antes de terminar, dos motivos más para ir a Bansko. El primero es su excelente propuesta gastronómica, con decenas de restaurantes de comida tradicional a muy buen precio. Nosotros estuvimos solo una noche, así que fue difícil escoger entre todos ellos. Al final nos decantamos por un sitio en el que cenamos una carne a la brasa riquísima, por supuesto regada con cerveza local.
Por último, a nivel de alojamiento Bansko es una pasada fuera de temporada. Los precios son súper baratos, hay mucho donde elegir y os recibirán con los brazos abiertos. En época de esquí la cosa está más apretada, pero viendo la cantidad de alternativas seguro que no tenéis problemas en reservar si lo hacéis con un poco de antelación.
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