Phoenix Park, el enorme parque del noroeste de Dublín

Siempre se dice eso de que Dublín es una ciudad más pequeña de lo que pudiera pensarse. Sin embargo, no por ello deja de tener enormes tesoros en su interior. El mejor ejemplo es el Phoenix Park, un increíble parque urbano de más de 700 hectáreas. Esas colosales dimensiones le convierten en uno de los parques más grandes de Europa, con lo cual os podéis imaginar que su interior da para mucho. Uno de sus principales atractivos es que en él viven cientos de ciervos, los cuales podréis contemplar si sabéis a donde ir.

El parque más grande de Irlanda

Con una superficie de 712 hectáreas (que a su vez está protegido por una valla de 16 kilómetros), el Phoenix Park es el auténtico pulmón verde de la capital de Irlanda. Su origen tiene mucho que ver con sus más ilustres habitantes, pues fue delimitado en el año 1660 para servir de hogar para unas manadas de ciervos y gamos del Duque de Ormonde.

No fue hasta 1745 cuando abrió sus puertas al público, convirtiéndose de inmediato en una de las zonas favoritas de los dublineses para pasear y dejarse ver en sociedad en cuanto salían cuatro rayitos de sol.

El Phoenix Park llegó a ser incluso circuito de carreras de motor, las cuales se prolongaron durante toda la primera mitad del siglo XX. Ese espíritu se ha prolongado en el tiempo, siendo su avenida escenario habitual de eventos de coches clásicos.

Por cierto, en muchas partes veréis que el Phoenix Park es el parque urbano más grande de Europa. Es verdad que el concepto es un poco difuso, pero se nos ocurren algunos ejemplos que lo superan, como la Casa de Campo de Madrid o el Parque Richmond de Londres. En cualquier caso, no hay duda de que es el parque más grande de Irlanda.

Qué ver en Phoenix Park

Teniendo en cuenta las dimensiones de Phoenix Park, no os recomendamos ir si no disponéis al menos de un par de horas para recorrerlo, siendo lo ideal echar una tercera e incluso una cuarta. Está en el noroeste de la ciudad, por lo que combina perfectamente con la visita al Guinness Storehouse. De hecho, nosotros hicimos eso: visitamos la fábrica de cerveza en el primer turno y desde allí nos pillamos un Uber hasta la entrada del parque. A pie son unos 20 minutos.

Una vez allí, la mejor manera de orientarse es tener siempre presente la Chesterfield Avenue, la avenida principal de Phoenix Park. Atraviesa el parque en diagonal, por lo que recorrerla e ir haciendo pequeños desvíos es la mejor manera de conocer sus principales atractivos turísticos.

Ya hemos adelantado varias veces que el Phoenix Park tiene mucho que ver, así que podéis encarar la visita de dos maneras: yendo sin rumbo, dejando que os sorprenda poco a poco; o con una ruta planificada, para optimizar mejor el tiempo y evitar el riesgo de dejaros algo en el tintero.

En cualquier caso, hay elementos que no os podéis perder. El primero es casi imposible no verlo, ya que sus dimensiones son enormes. Nos referimos al Monumento a Wellington, un brutal obelisco de 62 metros de altura (este sí que es el obelisco más grande de Europa). Se empezó a construir en 1817, pero los trabajos no finalizaron hasta 1861.

Relativamente cerca del obelisco está el Zoo de Dublín. Aunque nosotros no solemos ir a este tipo de sitios, quizá os interese si vais con niños pequeños. Es otro de los emblemas del parque. De hecho, en las guías turísticas de Dublín suelen poner jirafas en el Phoenix Park, como si viviesen ahí de manera natural.

Si queréis aproximaros a la cultura irlandesa, el paseo por Phoenix Park es como una especie de museo al aire libre. Que no os extrañe ver a gente jugando al fútbol, al polo, al rugby o al cricket, algunos de los deportes más populares del país.

En Phoenix Park también hay otros habitantes ilustres. Podéis comprobarlo en Áras an Uachtaráin, la residencia oficial del Presidente de Irlanda, o yendo hasta la puerta de la Residencia del Embajador de Estados Unidos.

Fruto de una visita de Juan Pablo II es la Cruz Papal, que conmemora la misa que dio en el año 1979. Otras de las cosas que se pueden ver es el Centro de Visitantes (ubicado en el extremo noreste), The Magazine Fort (una antigua fortaleza), el Knockmaree Dolmen (eso sí que es antiguo) o el People’s Garden (el único espacio ajardinado del Phoenix Park).

El mejor sitio para ver ciervos en Phoenix Park

Por supuesto, ver ciervos en Phoenix Park es una de las principales actividades que se pueden realizar allí. Aunque teóricamente podéis toparos con ellos en cualquier zona del parque, os vamos a decir cual es el espacio en el que podéis contemplar un gran número de ejemplares. Eso sí, antes tenéis que tener en cuenta tres sencillas normas: no hagáis ruido cerca de ellos, no os aproximéis más de la cuenta y no les deis de comer. Más allá del civismo y del respeto por los animales, haciendo eso os evitaréis un problema con los rangers que los protegen.

Para ver los ciervos, tenéis que ir a una zona conocida como Park Benches. Si estáis yendo desde el sureste del parque (la zona más lógica de acceso a Phoenix Park yendo desde el centro), tendréis que caminar un buen rato por la Chesterfield Avenue. Cuando paséis la Residencia del Embajador de EEUU tendréis que tomar la segunda a la izquierda, Furze Road.

Cuando lleguéis a Park Benches, veréis que en el otro lado de la carretera hay un pequeño sendero por el césped. Al fondo ya atisbaréis los primeros ejemplares de ciervos. Caminad por allí y listo: estaréis en el mejor lugar para contemplarlos.

Ese pequeño triángulo formado por el sendero, Furze Road y Ordnance Survey Road es donde viven los ciervos de Phoenix Park de manera continua. Tienen acceso a árboles, comida y agua, además de ser un sitio alejado de la zona más caótica de la ciudad. Vamos, el lugar perfecto.

Si os movéis bien, podréis disfrutar de tan adorable compañía y hacer un montón de fotos chulísimas. Eso sí, una vez más, insistimos en que seáis respetuosos y no perturbéis su presencia allí.

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