El Palacio de la Bolsa de Oporto, Patrimonio de la Humanidad al estilo neoclásico

Hablar de arte neoclásico en Portugal lleva la conversación inmediatamente al Palacio de la Bolsa, el edificio en el que tiene su sede la Asociación Comercial de Oporto. Construido durante el siglo XIX, la visita al mismo os permitirá contemplar una larga sucesión de estancias decoradas con un nivel fuera de lo normal.

La oficina de los comerciantes de Oporto

El Palacio de la Bolsa de Oporto se empezó a construir en el año 1842, inaugurándose en 1891. El casi medio siglo que se tardó en poner en marcha vino dado por lo ambicioso de la obra, ya que a los comerciantes de Oporto les costó mucho disponer de una sede. Metidos en faena, no querían cualquier cosa.

El edificio pudo ser erigido a partir de un acuerdo con la reina María II, que solo les puso una condición: en él tendría que instalarse un juzgado, para que las disputas comerciales entre los empresarios de Oporto se resolvieran allí mismo.

A los mandos del proyecto estuvieron diferentes arquitectos. Si bien el que lo inició fue Joaquim da Costa Lima, otros como Gonçalves da Sousa dejaron su huella en las salas más destacadas. Sea como fuere, a nuestros días ha llegado un edificio brutal, que hoy sigue en activo y que a la vez se ha convertido en uno de los reclamos turísticos de la ciudad.

Cómo es la visita al Palacio de la Bolsa

El Palacio de la Bolsa de Oporto solo es accesible mediante visita guiada. Cuestan 12€ por persona, duran una hora, se suceden durante todo el día y están disponibles en cuatro idiomas: portugués, inglés, francés y español.

Una vez compréis las entradas, tendréis que esperar a que queden 15 minutos para vuestro turno. En ese momento os harán pasar a un pequeño espacio de espera, ubicado en la primera sala que visitaréis: el Patio de las Naciones. Se trata de una estancia enorme, que ya da buena cuenta de lo que os espera en el resto de la visita.

La cúpula del Patio de las Naciones es obra de Tomás Soller. En su decoración están representados los 20 países con los que Portugal comerciaba en el siglo XIX, por lo que no os será difícil identificar el blasón de España.

Desde allí pasaréis a la Escalera Noble, donde tendréis que superar sus 41 peldaños. Es una de las escaleras de granito más lujosas del mundo, decoradas además con dos enormes lámparas de una tonelada y media cada una. Que no os extrañe ver a gente con traje y corbata pasando junto a vuestro grupo todo el tiempo, ya que, como decimos, el Palacio de la Bolsa de Oporto sigue siendo la sede de la Asociación Comercial de la ciudad.

Una vez estéis en la planta superior, lo siguiente será entrar a la Sala del Tribunal. En este caso predomina una decoración renacentista de inspiración francesa, en la que hay cuatro enormes pinturas recreando las antiguas actividades económicas de la ciudad.

En la Sala de las Asambleas Generales todavía se siguen reuniendo una vez al mes, para celebrar las juntas generales de la asociación. La guía (que, por cierto, era magnífica) nos costó que las paredes no son de madera, sino un trampantojo de yeso.

Como buena asociación de empresaurios, no falta el espacio para hacerse un poco de autobombo. El epicentro de esto es la Galería de los Antiguos Presidentes, en la cual hay retratos de todos los hombres que han dirigido esta asociación en algún momento. Confiemos en que poco a poco empiecen también a liderar las mujeres, pero por el momento solo vimos caballeros con prominentes mostachos.

Oporto es una ciudad muy vinculada a Gustave Eiffel, que llegó a trabajar en el Palacio de la Bolsa. De hecho, a modo de tributo, se ha mantenido su oficina y se ha decorado más o menos como la tenía el legendario ingeniero.

El final de la visita al Palacio de la Bolsa da acceso a sus salas más emblemáticas. La primera es la Sala Dorada, cuyo techo es absolutamente fascinantes. También merece la pena que prestéis atención (no solo en esta estancia, sino en todas) tanto a los suelos como al mobiliario.

En la Sala de los Cuadros los pocos nostálgicos de la monarquía portuguesa, si es que todavía queda, tendrán sus 15 minutos de gloria. Y es que en ella se exponen retratos de los últimos seis monarcas de la dinastía de Braganza, a modo de agradecimiento a María II por haber donado los terrenos para la construcción del edificio.

Y, por último, el espacio que marca la diferencia: el Salón Árabe. Construido con una clara inspiración en el Palacio de la Alhambra, se trata de la sala más profusamente decorada que veréis en el Palacio de la Bolsa.

¿Eran musulmanes o algo así? En absoluto, solo hombres adinerados que querían un lugar decorado de una manera absolutamente desproporcionada, pensada en tener un lugar en el que recibir a sus posibles clientes y abrumarlos ante tanto poderío económico. Desde luego la jugada les salió bien, hasta el punto de que todavía sigue siendo el espacio en el que la ciudad de Oporto hace sus actos oficiales de más alto nivel.

Y con eso termina la visita. Eso sí, antes de salir, no dejéis de echar un ojo a la Biblioteca, que está justo al otro lado del hall en el que se compran las entradas.

¿Merece la pena pagar 12€ por persona por ver el Palacio de la Bolsa? Si, absolutamente si. De hecho, sería absurdo ir a Oporto y no entrar a este estupendo edificio.

Información práctica

Rematamos el post con los datos clave para preparar la visita al Palacio de la Bolsa:

  • Dirección: Rua do Infante Dom Henrique, 4050
  • Horario: de lunes a domingo, de 9:00 a 18:30
  • Tarifas: 12€ por persona
  • Teléfono: +351 22 339 9000
  • Página web
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