Lamentablemente, el despoblamiento de la España rural sigue su curso y cada vez es más frecuente la visita a pueblos abandonados. En este caso, hoy os queremos enseñar cómo es la visita a Cabaloria, un núcleo urbano del sur de la provincia de Salamanca (muy cerquita del Parque Natural de Las Batuecas – Sierra de Francia) que fue abandonado a mitad del siglo XX. En este artículo os contamos su historia y qué podéis esperar de sus ruinas.

Cuando un embalse causa estragos
Cabaloria fue un pueblo que gozó de momentos de relativa prosperidad. De hecho, se dice que en época romana era una urbe de lo más ajetreada, ya que su nombre podría indicar que en la zona se encontraban diferentes minas de oro. Este dinamismo se mantuvo incluso en época medieval, aunque lamentablemente no llegó hasta nuestros días.
El suceso clave en el abandono de Cabaloria fue la construcción del Embalse de Gabriel y Galán, ya en la provincia de Cáceres. De hecho, no es el único pueblo que desapareció por esta obra de ingeniería, tal y como os enseñamos tiempo atrás en Granadilla.

Aunque las aguas del embalse no se iban a comer al pueblo de Cabaloria, lo cierto es que muchos de sus vecinos vieron expropiadas sus tierras de labor. Era la gota que colmó el vaso para una economía ya muy lastrada, así que solicitaron que se expropiase también el propio pueblo y sus habitantes se diseminaron por localidades de toda España.
Entre la ruina y el olivo
La visita a Cabaloria es de lo más sencilla. No es la típica ruina fotogénica, sino que más bien evoca soledad y abandono. Por tanto, os recomendamos ir solo si os gustan este tipo de sitios. La forma más sencilla de llegar es yendo hasta Riomalo de Abajo y tomar la carretera SA-225 en dirección a Sotoserrano. A escasos dos minutos del pueblo, justo después de pasar un puente sobre el río Alagón, hay un pequeño desvío sin señalizar: ¡ahí es!

Podréis dejar el coche en una amplia explanada. A mano derecha tendréis un enorme olivar, que por sí mismo también realmente bonito.

A mano izquierda os esperan las ruinas del pueblo. En internet leímos que no merecía la pena ir, ya que estaban llenas de maleza y apenas se podía entrar. Sin embargo, justo al lado de uno de los edificios sale un caminito que os permitirá meteros por sus calles.
Aunque no se ven demasiados edificios, algunos conservan algo de esplendor. Por ejemplo, una bonita casita azul que está en la segunda fila respecto al lugar del aparcamiento.

Como siempre decimos en estos lugares, hay que hacer la visita en silencio, con mucho respeto y tocando lo menos posible, ya que cuanto más trastea la gente por allí más rápido se deterioran las ruinas.
Recorrer Cabaloria no os llevará más de quince minutos, pero puede ser un excelente complemento a la visita del Meandro del Melero.
