Seven Dials, la mejor muestra de que Londres no es una ciudad gris

Cuando nos preguntan por sitios insólitos de Londres, siempre incluimos Seven Dials en nuestras recomendaciones. Y es que este geométrico y colorido barrio es mucho menos conocido que los cercanos Covent Garden y el Soho. En este artículo os vamos a contar la historia del barrio y a daros algunas recomendaciones para hacer que su visita sea inolvidable.

La versión para ricos de Covent Garden

Seven Dials es ejemplo de tres atributos muy arraigados en Londres: es una ciudad cambiante, en la que siempre hay algo que descubrir y que no es tan gris como nos quieren hacer creer. Podéis seguir leyendo y acabaréis compartiendo esas tres ideas, aunque si os limitáis a ver las fotos os pasará exactamente lo mismo.

Ubicado en una esquinita con Covent Garden al sur y el Soho a la izquierda, Seven Dials no surgió hasta el siglo XVIII. En ese momento, el magnate Thomas Neal puso en marcha un barrio pensado por y para la gente rica de Londres. Las premisas eran claves: edificios de bella factura arquitectónica, calles amplias y buenas comunicaciones. El eje del barrio sería una plaza en la cual convergían las siete calles del mismo.

La idea fue muy bonita sobre el papel, pero no llegó a buen puerto. De hecho, en el siglo XIX vivían allí fundamentalmente artesanos y trabajadores de clase media-baja, teniendo un cierto tufillo a medio camino entre la delincuencia y la pobreza.

No fue hasta mitad del siglo XX cuando el barrio empezó a remontar. Primero como zona bohemia y después, cumpliendo con los sueños de su impulsor con dos siglos de retraso, como lugar boyante y reservado a la gente adinerada.

Así, hoy en día Seven Dials es uno de los lugares con más encanto de Londres. La plaza que le da nombre, sus siete calles principales y los recovecos que surgen entre ellas forman un espacio colorido y lleno de vida, en el que surgen por igual restaurantes de moda, tiendas de las mejores marcas y eventos prácticamente los 365 días del año.

Qué ver y qué hacer en Seven Dials

La mejor manera de hincarle el diente a Seven Dials es yendo a su plaza principal. Da igual si venís desde Covent Garden, desde el Soho o desde cualquier otro punto de la ciudad: la intersección formada por las siete calles de Seven Dials siempre es un buen punto de partida.

Su elemento más característico es un monumento que hace las veces de rotonda, con una especie de columna rematada por un reloj de sol de seis caras. Es uno de los puntos de reunión favoritos de la gente joven de Londres, por lo que veréis gente sentada en él a cualquier hora del día.

Desde allí, la premisa es muy clara: recorrer las siete calles una tras otra. Hablamos, siguiendo el orden de las agujas del reloj, de Monmouth Street, Short’s Garden, Earlham Street y Mercer Street. ¿Solo cuatro calles? ¿No eran siete? En realidad, todas menos Short’s Garden (que sale de la plaza) la atraviesan, por lo que técnicamente son cuatro. Sin embargo, en la práctica es como ver siete distintas.

En ellas encontraréis absolutamente de todos: tiendas de alta gama, espacios en los que artistas locales muestran sus obras, galerías de arte, librerías, restaurantes de moda… Vamos, que es una especie de Londres en miniatura.

No os penséis que Seven Dials se reduce únicamente a estas siete calles, pues igual de interesantes son los pasadizos y las callejuelas que surgen entre ellas. El mejor ejemplo es Neal’s Yard, la que posiblemente sea la plazoleta más colorida y pintoresca de todo Reino Unido. Así, sin paños calientes.

De hecho, solo por ir a Neal’s Yard ya merece la pena dejarse caer por Seven Dials, ya que es un espacio que os dejará sin palabras. Especialmente recomendable en verano, cuando tomarse un café al aire libre es simplemente una actividad imprescindible.

Para terminar, no podemos olvidarnos de Seven Dials Market, el principal espacio gastronómico del barrio y uno de los más sorprendentes de la ciudad. Se trata de un antiguo almacén de plátanos del siglo XIX, en el cual han abierto pequeñas sucursales algunos de los restaurantes más famosos de la ciudad. En esta especie de Mercado de San Miguel londinense podéis comer sushi servido en una cinta transportadora, pollo frito o algunas de las mejores hamburguesas en muchos kilómetros a la redonda.

Uno de los laterales del mercado es Cucumber Alley, una galería comercial de lo más adorable en la que se pueden comprar productos artesanales a un precio más que razonable.

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