Ruta de senderismo entre el Pontón de la Oliva y la Presa de la Parra (GR88)

La ruta entre el Pontón de la Oliva y la Presa de la Parra es uno de los mejores planes que podéis hacer en los alrededores de Patones, pues os permitirá conocer su maravilloso entorno, descubrir dos de las presas más importantes de la zona y pasar un día respirando aire puro sin sufrir las aglomeraciones que se podrían presuponer en un lugar tan visitado. Seguid leyendo, pues os espera una de las mejores rutas de senderismo de la Comunidad de Madrid. Al menos, una de nuestras favoritas.

La Ruta del Agua de Patones

Aunque lo primero que viene a la mente al pensar en Patones sean sus casitas de pizarra negra, lo cierto es que el pueblo tiene mucho más que ofrecer. De hecho, lo siguiente en lo que se debería pensar es en el agua, ya que en sus inmediaciones se encuentran algunas de las obras hidráulicas más importantes de la Comunidad de Madrid. Precisamente, la ruta que os proponemos os hará caminar entre dos estructuras tan relevantes como el Pontón de la Oliva y la Presa de la Parra.

El recorrido arranca en el aparcamiento del Pontón de la Oliva, un espacio grande pero concurrido. Dicho de otro modo: si vais de lunes a viernes no tendréis problema, pero si queréis hacer la ruta en fin de semana (o festivo) lo mejor es que madruguéis, pues de lo contrario aparcar será un suplicio.

Según dejéis vuestro coche, poned rumbo hacia el Pontón, no sin antes inspeccionar en detalle los restos de la antigua Ermita de la Virgen de la Oliva. En la Comunidad de Madrid no vamos precisamente sobrados de arte románico, por lo que estos vestigios arqueológicos son dignos de admiración. El edificio tuvo que ser precioso, es una pena que se encuentre en un estado tan deplorable.

En cinco minutitos estaréis ya frente al Pontón de la Oliva, una enorme presa en desuso. Fue construida a mediados del siglo XIX, siendo la más antigua del sistema de presas y canalizaciones del Canal de Isabel II. Poder visitarla es una pasada, ya que este tipo de infraestructuras no se suelen contemplar tan de cerca.

De hecho, tendréis que atravesarla utilizando un sistema de pasarelas que hay en el lado izquierdo del cañón. Es lo que se conoce como el balconcillo, que con sus arcos y argollas ofrece una de las estampas más míticas de la Sierra Norte de Madrid.

Prestad atención a las rocas que hay al otro lado del cañón, pues seguro que veréis decenas de escaladores trepando por la impresionante pared vertical que tenéis ante vosotros. Esta es una de las zonas más populares de la Comunidad de Madrid para practicar ese deporte, por lo que ya sabéis quiénes habían ocupado todas esas plazas de aparcamiento.

Tras este pequeño prólogo, la ruta podría dividirse en dos tramos claramente diferenciados. Sin embargo, ambos tienen un hilo conductor: el GR-88, un sendero de Gran Recorrido construido como una variante del GR-10. Básicamente atraviesa la parte oriental de la Sierra Norte, de norte a sur. Buena parte de los 17 kilómetros que haréis en esta ruta transcurren por allí, con su característica señalización roja y blanca.

En el primer tramo caminaréis por el interior de un frondoso bosque de fresnos, el cual es regado todo el tiempo por el Río Lozoya. De hecho, es una ruta que no tiene pérdida, ya que iréis constantemente en paralelo al río, con sus aguas a mano derecha.

Iréis más o menos cerca, por lo que siempre tendréis la tentación de bajar hasta la orilla y hacer una paradita en alguna de las muchas playas fluviales que hay repartidas a lo largo del camino. Nosotros fuimos con perro y se pegó unos baños estupendos.

También os acercaréis en mayor o menor medida a la pared vertical que tendréis a vuestra izquierda. De hecho, os recomendamos prestar atención, pues encontraréis varias oquedades que fueron utilizadas antaño por el Canal de Isabel II para construir minas de ataque como la de la foto.

Lo hemos dicho al principio, pero queremos insistir en ello: esta es una ruta perfecta para cualquier época del año. En invierno estaréis protegidos por el fresnedal, con lo que la temperatura será muy agradable. Por otro lado, en verano esos mismos os darán sombra, lo que sumado a la cercanía del Lozoya hará que no paséis demasiado calor.

En un momento dado llegaréis a un cercado y veréis unos carteles que avisan de que hay que llevar al perro atado. ¡Super importante esto! Por dos motivos fundamentalmente: uno, porque es frecuente encontrar vacas y terneritos sueltos; otro, porque a partir de ahí las bicis pasan constantemente y podéis llevaros un disgusto.

Más o menos ahí se llega a la segunda parte del recorrido: una pista de servicio del Canal de Isabel II. No penséis que por dejar de ir en medio del bosque el camino se hace más feo, porque no es el caso. De hecho, todo lo contrario: simplemente es distinto. Además, después de un buen rato caminando por el barro, agradeceréis transitar por una confortable pista.

Durante todo el camino veréis diferentes casas abandonadas, las cuales eran utilizadas por los trabajadores del Canal de Isabel II durante los siglos XIX y XX.

Si vais con unos prismáticos (o simplemente con los ojos bien abiertos) también disfrutaréis de la increíble riqueza faunística que hay en esta ruta. Nosotros vimos aves rapaces, una culebra de más de un metro de largo cazando a un pez, muchas aves, lagartos, enormes insectos…

Lo que tendréis a tiro de piedra es un curioso colmenar. Aunque en la Sierra Norte tenéis ejemplos bastante más antiguos (como los que vimos en la Senda de los Prados de Jimena de Cervera de Buitrago o en la Senda de los Oficios de La Hiruela), este está en pleno funcionamiento y prácticamente lo podréis tocar con los dedos. Obviamente no lo hagáis, pues los simpáticos carteles que indican que hay abejas trabajando son una manera políticamente correcta de avisar del peligro.

Más o menos en el último tercio vuelven a hacer acto de presencia las estructuras hidráulicas. Primero llegaréis a la Presa de Navarejos, que también está en desuso. Se construyó en 1860 como un complemento al Pontón de la Oliva, que estaba presentando filtraciones, pero fue abandonada a comienzos del siglo XX.

También podéis ver por allí la Almenara de Navarejos, un edificio restaurado en fechas recientes y que presenta un excelente estado de conservación.

Si seguís caminando, llegaréis a una bifurcación. A mano de derecha veréis que sendero lleva directamente al río: es un enlace con la Senda del Genaro (el GR300), que os llevaría más allá del Río Lozoya a través de una sucesión de enormes bloques de piedra.

Sin embargo, tenéis que ir a mano izquierda y no saliros del camino. El último tramo es durito, no lo vamos a negar, ya que es el que menos sombra tiene. Sin embargo, el premio a tanto esfuerzo está a unos pasos, pues en escasos cinco minutos llegaréis a la Presa de la Parra, el punto más lejano de la ruta.

Este enorme azud fue inaugurado en 1904 y su situación es excepcional: teóricamente se encuentra en desuso, pero se le mantiene 100% operativo para poder utilizarlo en caso de que una gran sequía ocasione problemas de abastecimiento a la Comunidad de Madrid.

Hay un puente que sirve para sortear la presa y el río Lozoya. En el año 2014 el Canal de Isabel II instaló carteles diciendo que está prohibido cruzarlo, pero en el ratito que estuvimos por allí vimos a mucha gente haciéndolo. Al fin y al cabo, si no no habría manera de cruzar entre El Atazar y el Pontón de la Oliva.

¿Qué podemos decir? El Azud de la Parra nos pareció espectacular. Es sencillamente impresionante: por sus dimensiones, por su belleza y por cómo ha moldeado el entorno. Estábamos algo cansados, ya que llegar hasta aquí nos tomó un poquito más de dos horas y requirió caminar más de 8 kilómetros, pero cada paso mereció la pena.

Desde este punto, hay que deshacer el camino andado y volver al coche. Vimos a en internet que hay una opción de hacerla circular, pero implicaba dar un poco de vuelta y alejarse de las inmediaciones del río (con el consiguiente aumento de la temperatura). Por ello, preferimos hacerlo en modo «ida y vuelta», llegando de vuelta al aparcamiento unas cinco horas después de haber empezado. Ojo: paramos a hacer muchas fotos, a volar el dron y a picar algo, por lo que caminando a tope se podría hacer en bastante menos tiempo. Eso sí, pensamos que no hay nada mejor en esta vida que disfrutar del camino sin prisas, cosa que sin duda hicimos allí.

Ficha técnica: cómo llegar, distancia y otros datos

📍 Punto de inicio: el recorrido empezó en el aparcamiento superior del Pontón de la Oliva. No tiene pérdida, ya que está señalizado en la carretera.

📏 Distancia / desnivel: entre ir y volver, la ruta se va a más de 17 kilómetros. El desnivel positivo es de casi 400 metros.

💪 Dificultad: aunque la ruta está señalizada correctamente y el trazado es firme, le vamos a dar una dificultad media. Por el camino vimos a varias personas poco habituadas a hacer senderismo y lo estaban pasando realmente mal por la distancia total de la senda.

⏲️ Duración: pasaron cinco horas desde que salimos del aparcamiento hasta que volvimos a él. Eso incluyó ir, volver, hacer una pausita para comer, muchas paradas para hacer fotos y más de un remojón de nuestro perro en las playitas fluviales junto al Río Lozoya.

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