Ruta de 12 días por Lituania, Letonia y Estonia: descubre las repúblicas bálticas en furgoneta

¿Estáis pensando en hacer una ruta por Lituania, Letonia y Estonia? Nosotros la hicimos en verano y fue una de las grandes experiencias de nuestra vida viajera. Fruto de ese roadtrip es este artículo, en el que os enseñamos todo lo necesario para preparar una ruta de 12 días por las bálticas. En ella visitamos sus principales destinos, con un enfoque bastante equilibrado entre grandes ciudades, pueblos con encanto e inolvidables espacios naturales.

Introducción: las mejores esencias viajeras también van en frascos pequeños

Hablar de las repúblicas bálticas es hacerlo de un destino que es prácticamente desconocido para la mayor parte de los viajeros. Y no están tan lejos ni son tan difíciles de visitar, sino más bien todo lo contrario: conforman un destino accesible, hospitalario y por el que es muy fácil moverse.

De hecho, esto último es de manera literal, ya que estamos hablando de tres países pequeños y súper bien comunicados entre sí. La mayor parte de los atractivos turísticos de Lituania, Letonia y Estonia están a un máximo de tres horas entre sí, por lo que un roadtrip por estos países siempre es especialmente dinámico.

En las bálticas encontramos bonitas (y enormes) ciudades de época medieval, aunque también vanguardia y alta tecnología. Por supuesto, también hay espacio para pueblos que parecen sacados de un cuentecito infantil.

En lo que a naturaleza se refiere, las bálticas son increíbles. Sus Parques Nacionales son de lo mejorcito de Europa, ofreciendo una variedad de ecosistemas absolutamente de locos. En muchas ocasiones, incluso en un mismo sendero se pasa de un bosque profundísimo a una playa paradisíaca, para después ir a un paisaje propio de otro planeta.

En resumen, Lituania, Letonia y Estonia hacen bueno el dicho de que las mejores esencias se guardan en frascos pequeños. No son países enormes, ni falta que les hace. Sin embargo, en ellos encontraréis absolutamente todos los ingredientes necesarios para disfrutar de uno de esos viajes que nunca se olvidan.

Qué ver en Lituania, Letonia y Estonia

Cómo es la ruta

Nuestro recorrido por las repúblicas bálticas formaba parte de un itinerario mayor, ya que llegamos hasta allí atravesando toda Europa en furgoneta. Obviamente después teníamos que volver conduciendo hasta Madrid, así que la ruta necesariamente empezaba en el sur, así que subimos hasta arriba del todo y luego volvimos a bajar.

Empezamos la ruta en Kaunas, en el centro de Lituania. Desde allí fuimos al oeste, subimos en paralelo a la costa hasta entrar en Letonia, fuimos hasta la capital y volvimos a subir con el Mar Báltico siempre a nuestra izquierda. Al entrar en Estonia, fuimos hacia el oeste, visitamos su isla más famosa, de ahí pasamos a Tallin (punto más septentrional del viaje) y empezamos la bajada, no sin antes hacer unas cuantas paradas más al volver a Letonia y Lituania.

Nos parece un recorrido lógico y accesible, sin demasiados días de mucha carretera. De hecho, si hubiésemos ido a las bálticas en avión y la ruta se hubiese hecho en un vehículo de alquiler, seguramente habría sido la misma.

Planning día a día

Día 1: Kaunas y la Colina de las Cruces: como decimos, la ruta empezó en Kaunas, una de las principales ciudades de Lituania. Allí fue nuestra primera toma de contacto con las repúblicas bálticas, en una mañana en la que exprimimos cada segundo.

Comimos allí mismo, antes de partir hacia la Colina de las Cruces. En este santuario encontramos miles y miles de cruces, en una imagen a medio camino entre lo espiritual, lo melancólico y lo siniestro.

Día 2: Istmo de Curlandia: ya en la costa, en nuestro segundo día tomamos un ferry para llegar hasta este impresionante Parque Nacional. El istmo, cuya soberanía se reparten lituanos y rusos al 50%, es una auténtica pasada. Esculturas de brujas, profundos bosques y dunas con vida propia os esperan en este mágico lugar.

Día 3: Klaipeda, Liepaja y Kuldiga: el ferry hacia el Istmo de Curlandia sale desde Klaipeda, por lo que aprovechamos la vuelta para visitar la ciudad.

De ahí nos fuimos a Liepaja, una dinámica urbe que supuso nuestra entrada en tierras letonas. Hicimos un recorrido enorme en el que, con la música como hilo conductor, visitamos iglesias, plazas y mercados.

Por último, acabamos de exprimir esta maratoniana jornada con la visita al pequeño pueblo de Kuldiga, uno de los destinos rurales más populares de Letonia.

Allí mismo nos esperaban Ventas Rumba, las cascadas más anchas de Europa.

Día 4: Parque Nacional de Slitere: seguimos subiendo por la costa hasta llegar a las infinitas dunas de Slitere. Allí nos esperaban algunos de los sitios más locos que hemos visitado nunca, incluyendo un cementerio de barcos abandonados en época soviética o la única tumba de hombre lobo reconocida oficialmente en Polonia.

Y no solo eso, también playas de esas en las que no se ve el final, frondosos bosques y humedales en los que solo se puede caminar yendo sobre pasarelas de madera.

Día 5: Riga: el quinto día del viaje fue para la capital de Letonia. Riga es una urbe moderna y cosmopolita, en la que iglesias medievales, edificios de art nouveau y construcciones de vanguardia comparten espacio. Es una visita obligada: de hecho, muchas de las rutas que vimos por las bálticas se limitan solo a las capitales. Sería una pena perderse lo demás, pero lo cierto es que también sería un súper viaje.

Día 6: Parque Nacional de Soomaa: entramos en Estonia por la puerta grande, ya que visitamos uno de sus espacios naturales más fabulosos. Se trata de un lugar único en el mundo, ya que tiene un clima propio en el que hay cinco estaciones al año. Además, se pueden hacer descensos en canoa y decenas de rutas de senderismo.

Día 7: Saaremaa: de Soomaa pasamos a Saaremaa, la isla más grande de Estonia. No queremos pasarnos de entusiastas, pero la versión insultar de las repúblicas bálticas también nos llegó al corazón. Allí pasamos un día increíble entre molinos de viento, faros al final de interminables playas y pequeñas ciudades llenas de casitas de madera.

Día 8: Rummu Quarry, Tallin y Cascada de Jägala: el octavo día del viaje fue uno de los más variados. Empezamos visitando Rummu Quarry, una auténtica prisión que actualmente se ha convertido en un parque acuático para toda la familia.

La mayor parte de esa jornada la pasamos en Tallin, la capital de Estonia. Es una ciudad adorable a más no poder, con un ambiente a medio camino entre lo medieval y lo romántico que le hace única. Volveríamos mil veces.

Por último, a unos pocos kilómetros de Tallin está la Cascada de Jägala, la más alta del país. Fue el complemento perfecto a un día que, de por sí, ya estaba siendo espectacular.

Día 9: Parque Nacional de Lahemaa y Tartu: nos despedimos de Estonia visitando Lahemaa, donde se puede ir al punto más septentrional del país. Además, hicimos una ruta interesantísima por este Parque Nacional y comimos de maravilla.

Tras conducir un buen rato, acabamos el día en Tartu, la ciudad más universitaria de tierras estonias. Imposible irse de allí sin visitar Supilinn, el barrio en el que las calles tienen nombres de ingredientes para la sopa y todas las viviendas son adorables casitas de madera.

Día 10: Parque Nacional de Gauja: el regreso a Letonia fue para visitar otro amplio espacio natural, aunque centramos nuestro tiempo en las ciudades que hay en el mismo. Por ejemplo en Cesis, donde está el castillo más famoso de todas las bálticas.

Después nos fuimos a visitar Sigulda, Krimulda y Turaida, una conurbación en la cual hay tres castillos, una cueva llena de inscripciones, frondosos bosques e incluso un teleférico.

Día 11: Vilna + Castillo de Trakai: los dos últimos días de la ruta por Lituania, Letonia y Estonia estuvieron dedicados al primer país. En este caso, empezamos por visitar Vilna, la capital báltica a la que todavía no habíamos ido. Allí encontramos una ciudad de primer nivel, con uno de los cascos urbanos más grandes de todo el continente europeo.

Por si eso fuera poco, al atardecer fuimos hasta el Castillo de Trakai, una preciosa fortaleza ubicada en una islita de un lago.

Día 12: Gruto Parkas: la última parada en las bálticas nos reservaba la que, con muchísima diferencia, fue la cosa más rara que vimos allí. Nos referimos a Gruto Parkas, un extrañísimo parque temático dedicado a la época soviética. Estatuas de Lenin y Stalin conviven con avestruces, canguros y un parque infantil lleno de óxido. ¿Acaso hay una manera mejor de acabar un viaje como este?

Mapa turístico

Somos conscientes de que hemos hablado de muchos destinos, así que aquí os dejamos un mapa turístico de las repúblicas bálticas. En él hemos situado todas las cosas que hemos mencionado en el apartado anterior:

Información general sobre el destino

Más allá de destinos concretos, vamos a daros unos cuantos datos generales para hacer un viaje como este. Y empezamos por lo más básico: aunque a día de hoy sigan teniendo un toque exótico, Lituania, Letonia y Estonia forman parte de la Unión Europea. Eso se traduce en que es un sitio muy sencillo de visitar a nivel de documentación: no hay que sacar visado, con el pasaporte es suficiente, el carnet de conducir español sirve en sus carreteras… Incluso usan el euro, así que será como esta en casa.

Llegar hasta las bálticas es sencillo. Por carretera nos tomó cinco días, aunque lo cierto es que hicimos varias paradas en Luxemburgo (para visitar su capital) o en Polonia (no nos quisimos perder ni Poznan ni Gdansk). Del tirón se hubiese llegado en tres días fácilmente.

Una vez allí, moverse es sencillo. Sus carreteras están en un estado excelente y los principales destinos turísticos son la mar de accesibles. De todos modos, os hemos preparado una guía con consejos para conducir por las bálticas.

A nivel de gastronomía, la zona es una pasada. Comer es muy barato, los platos son contundentes y siempre ponen en valor los productos locales. Imposible irse de allí sin probar el famoso zuvis, aunque también deberíais probar algún guiso o sus postres.

En cuanto a compras, quizá sea el punto más débil. Ni siquiera en las capitales encontramos grandes zonas comerciales, aunque rascando un poco nos encontramos con mercados artesanales en los que comprar prendas de lana o cosas hechas en madera. Mención aparte merece el ámbar, pues el Mar Báltico es la principal reserva a nivel mundial.

En cuanto al alojamiento, en Lituania, Letonia y Estonia hay mucho para elegir (y también a buen precio). Nosotros fuimos en furgoneta, por lo que tenemos que decir que no tuvimos ningún problema durmiendo por libre. Además, en los campings en los que pernoctamos lo hicimos a bajo coste y disfrutando de unos excelentes servicios.

Para terminar, el tema que más preocupaba a nuestras madres (y seguramente a las vuestras): la seguridad. Son destinos absolutamente seguros, en los que no tuvimos ningún problema ni vimos nada fuera de lo normal. Íbamos un poco asustados, ya que habíamos leído que la policía es tirando a corrupta y suele pedir sobornos a los turistas que ven en carreteras secundarias. Sin embargo, no tuvimos absolutamente ningún problema.

Consejos finales

Después de haber ido a los países nórdicos y a los Balcanes en los dos veranos anteriores, el listón estaba muy alto. Hasta el último día estuvimos dudando sobre el «gran viaje» de ese año, ya que en tiempos de pandemia no era sencillo elegir. Sin embargo, nos decantamos por las repúblicas bálticas y fue uno de los aciertos de nuestra vida viajera.

Allí encontramos un destino increíblemente diverso, en el que las ciudades más bonitas que podáis imaginar compartían espacio con espacios naturales increíbles. Todo ello acompañado de una gente encantadora, una gastronomía inolvidable y distancias más que asequibles entre sí, ya que al fin y al cabo son países chiquititos.

Solo nos queda recomendaros que leáis con atención las decenas de artículos que os hemos preparado, porque este es un destino súper agradecido y a poco que os lo curréis será un viaje inolvidable. ¡Vivan las repúblicas bálticas!

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