Qué ver y qué hacer en la Reserva Natural de Nesseby

La Reserva Natural de Nesseby es uno de esos sitios que surgen de casualidad. Estábamos recorriendo la Varanger Scenic Road en dirección a Hamningberg, cuando de repente vimos una pequeña iglesia desde la ventanilla de la furgoneta. No nos lo pensamos dos veces e hicimos un desvío que, además, suponía la primera parada en nuestro viaje por el norte de Noruega. ¡Y menudo acierto! En este artículo os contamos más sobre Nesseby: dónde está, cómo es, qué se puede visitar…

Un paisaje único a los pies de la carretera del Ártico

Nesseby es un pequeño municipio de no más de 1000 habitantes, ubicado en la parte oriental de la provincia de Finnmark. Dicho de otro modo: en el extremo noreste de Noruega, a unos 425 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico.

Dentro de su término municipal se encuentra la Reserva Natural que protagoniza este artículo. Es un espacio protegido por ser un humedal de gran importancia para las aves que anidan en la zona. Esto se debe a los bancos de barro que quedan expuestos cuando la marea baja, a los cuales acuden las aves para alimentarse.

Hay registro de hasta 22 especies distintas de aves en la Reserva Natural de Nesseby. Es frecuente poder ver a simple vista pájaros habituales en latitudes septentrionales, como el playero ártico. Incluso algunas tirando a poco comunes, como el cisne de la tundra, son habituales de Nesseby.

De hecho, una de las grandes actividades que se pueden hacer allí es el birding. En el rato en el que estuvimos allí, vimos a varias personas con sus prismáticos y sus teleobjetivos.

Oficios tradicionales en Nesseby

Si ponéis el foco en el mar en vez de en el aire, os toparéis de bruces con las principales actividades económicas que han dado sustento a los hombres y mujeres de la zona desde que el mundo es mundo. Básicamente se han dedicado a la pesca y a todo lo que viene con ella, por lo que el trasiego de barcos ha sido, es y será siempre una constante frente a sus aguas.

Fruto de ello, en Nesseby se pueden ver los clásicos secaderos de pescado (fundamentalmente bacalao) tan típicos en el norte de Noruega. Son estructuras hechas en madera, con forma triangular y que sirven para someter al pescado a un proceso natural que permite su conservación a largo plazo.

En una zona en la que el clima es absolutamente impracticable durante buena parte del año, hacer acopio de alimentos que puedan consumirse cuando apenas se puede salir de casa es algo fundamental.

Veréis diferentes paneles informativos a pie de campo, explicando algunas de estas actividades. Si tenéis suerte los veréis en pleno funcionamiento, algo realmente espectacular. Nosotros no lo hicimos por la época en la que hicimos la visita, pero a cambio pudimos ver algo poco frecuente: restos de una pequeña ballena varados en la playa.

La Iglesia de Nesseby, una historia de supervivencia

Por último, en el extremo sur de la Reserva Natural se encuentra la coqueta Iglesia de Nesseby. Este pequeño cabo ha sido un lugar de especial simbolismo desde época sami prehistórica, ya que existen vestigios arqueológicos de tumbas y lugares de sacrificio.

La primera iglesia existente en el lugar fue trasladada aquí en 1747, procedente de la localidad de Angsnes (en la cara sur del fiordo). Sin embargo, la iglesia actual data del año 1858. Hay que decir que su mera existencia ya es noticia, ya que es una de las poquitas iglesias de Finnmark que no fueron quemadas por los nazis en el otoño de 1944, cuando arrasaron todo mientras se retiraban de Finlandia por su estrepitosa derrota al final de la II Guerra Mundial.

Es un edificio sencillo, pero con un aura especial. Da la típica sensación de «fin del mundo» que solo se puede experimentar en lugares recónditos. Solo por eso ya merece la pena parar.

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