No por ser el menos conocido del valle Vidangoz es el pueblo con menos cosas que ver. Más bien al contrario: se trata de una villa sorprendente y que tiene mucho que ofrecer al viajero. Se encuentra en una posición más o menos marginal del Roncal, en la NA-230 (la carretera que sale de Burgui en dirección a Güesa). Eso hace que no muchos viajeros lleguen hasta allí, lo cual es un tremendo error. Seguid leyendo y os daremos muchísimos motivos por los que dejaros caer por este bonito pueblo.

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Silencio entre brujas y escaladores
Pese a los sesudos trabajos de estudiosos como Julio Caro Baroja, no está claro qué puede significar Vidángoz. Parece que su origen es muy antiguo: podría ser medieval e incluso de tiempos del Imperio Romano. Un hecho que puede parecer poco relevante, pero que dice mucho de las profundas raíces que tiene este núcleo de población en el extremo occidental del Valle de Roncal.

Es chiquitito, pero es un lugar con mucho que ver y que hacer. De hecho, tiene una de las realidades etnográficas más interesantes de todo el valle. Su remota ubicación le otorga un halo de misterio, el cual se traduce en festividades en las que las brujas y los fenómenos misteriosos están a la orden del día. ¿Queréis ver un auténtico aquelarre? Pasaos por allí el 28 de agosto, cuando celebran unas fiestas en las que la bruja Maruxa baja de la roca Pitxorronga.
Pese a su localización, Vidángoz no es un sitio muerto ni mucho menos. En pleno centro tiene un bar (el Danielna), algo de lo que no pueden presumir todos los pueblos de los alrededores. También tiene una de las mejores queserías del Valle de Roncal (Onkizu Gaztak), lo cual es mucho decir.
En cualquier caso, tenemos que reconocer que nosotros encontramos en Vidángoz un auténtico remanso de paz. Es cierto que fue nuestra última visita de la escapada, lo cual relegó nuestro recorrido a la intempestiva franja del domingo después de comer. No vimos mucho movimiento en sus calles, pero eso no fue negativo. Más bien al contrario: vivimos una experiencia auténtica, en la que disfrutamos tanto de su arquitectura pirenaica tradicional como de los sonidos que la naturaleza tenía reservados para nosotros.

Justo a la entrada del pueblo, a los pies de la roca Pitxorronga, hay un pequeño aparcamiento en el que podréis dejar vuestro vehículo. Abandonadlo temporalmente allí, abrid los ojos y preparaos para recorrer uno de los pueblos más bonitos del Pirineo navarro.
Turismo en Vidángoz
Casco urbano
La cosa es tal cual os la hemos dicho: una roca gigante os dará la bienvenida a Vidángoz. Es toda una declaración de intenciones, ya que el pueblo es toda una institución en lo que ha escalada se refiere. En sus alrededores se encuentran algunas de las mejores opciones para la práctica de ese deporte en todo el Valle de Roncal.
En Vidángoz están muy orgullosos de sus hijos ilustres. Por doquier veréis placas, como la que señala la casa natal del escritor Prudencio Hualde o la de la mártir Irene Pérez Goyeneche. Pero también lo están de la belleza y diversidad de su casco urbano. Pasear por sus calles es una maravilla, pese a que algunas cuestas os dejarán con dolor de piernas.

De hecho, aprovechamos para recomendaros que hagáis el esfuerzo y exprimáis a tope todas las cosas que ver en Vidángoz. Desde la roca de la entrada hasta su punto más alto, pasando por sus plazas y calles intermedias. Por doquier encontraréis rincones con encanto.
Iglesia de San Pedro
El edificio religioso de mayor entidad que ver en Vidángoz es la Iglesia de San Pedro. Es también una de las más antiguas de todo el Pirineo de Navarra, ya que data del siglo XIII. Es difícil seguir esas huellas, ya que el templo está profundamente reformado y lo que hoy se puede contemplar es de épocas muy posteriores. En cualquier caso, domina la zona alta del pueblo y es de extrema belleza.

Frontón
En todo el centro del pueblo está el Frontón. Ni siquiera es algo que ver en Vidángoz, pues no es una cosa opcional: se encuentra integrado en el centro de la calle principal y pasaréis por él queráis o no. Sea como fuere, es un elemento clásico del Valle de Roncal y no puede faltar en vuestra visita.

Ayuntamiento
Un poquito más adelante está el Ayuntamiento del pueblo. Misma cosa que los frontones: si por algo se caracteriza el Valle de Roncal, es por tener unas casas consistoriales muy bonitas. Vidángoz no es una excepción, así que os recomendamos localizar la suya e ir a visitarla.

Mirador de Estrellas
Yendo hacia la parte alta del pueblo encontraréis otro elemento común al resto de pueblos del valle: el Mirador de Estrellas. Todo el Roncal es Destino Turístico Starlight, por lo que siempre hay un punto en el que se intenta facilitar las cosas para la observación de cielos estrellados. Suele ser un área que está a las afueras o elevada, como en este caso.
Barracones de Bidankoze
Tuvimos premio al subir hasta este Mirador de Estrellas, ya que eso nos hizo descubrir los Barracones de Bidankoze. Resulta que en el pueblo se construyeron barracones durante el franquismo, para alojar a los presos que eran obligados a trabajar en la construcción de las carreteras que atraviesan el valle. Pues bien, todavía se pueden contemplar los restos de esas estructuras de la barbarie. En un país como España, que por cuestiones obvias se empeña en tapar todo lo que hizo la dictadura, siempre hay que poner en valor la existencia de testigos mudos. Nunca hay que olvidar.

Ermita de San Miguel
Vamos apurando la visita a Vidángoz, en este caso mencionando que la Iglesia de San Pedro no es el único edificio religioso del pueblo. En las afueras podéis visitar también la Ermita de San Miguel, un templo muy querido por sus habitantes.
Quesería Onkizu
Por último, el Valle de Roncal y el queso son un binomio absolutamente indivisible incluso en un lugar tan chiquitito como Vidángoz. Por eso, no podéis dejar de visitar la Quesería Onkizu, donde podréis degustar sus elaboraciones y también llevároslas a casa.