Qué ver en San Juan de Luz, el elegante pueblo que derrotó al mar

San Juan de Luz (Saint-Jean-de-Luz en francés) es una de nuestras ciudades favoritas. Representa a la perfección todo lo que siempre buscamos en el País Vasco Francés, al menos en su versión del litoral: preciosa arquitectura, un ambiente que siempre está a medio camino entre lo cultural y lo festivo, una larga playa en la que apetece bañarse los 365 días del año… y muchas cosas que ver. Por encima de todo, esto último es lo que marca la diferencia, ya que San Juan de Luz es un destino de posibilidades casi infinitas. Seguid leyendo y os llevaremos de la mano a un lugar que conocemos a las mil maravillas.

Ciudad de reyes, piratas y peregrinos

Hay lugares en los que el paso del tiempo lo pone todo patas arriba una y otra vez. San Juan de Luz es el mejor ejemplo de ello, pues la ciudad ha vivido realidades muy diferentes: ha sido un tranquilo pueblo pesquero, una populosa villa en la que el comercio florecía como en ninguna otra, la base de los corsarios vascos que se echaban a la mar para saquear barcos enemigos de Francia, el lugar en el que se casó el rey Luis XIV y también uno de los primeros enclaves en los que el turismo de masas vio la luz. ¡Casi nada! Por si eso fuera poco, es una parada muy habitual para los peregrinos que andan haciendo el Camino de Santiago desde tierras galas.

Su ubicación, a tan solo 20 minutos en coche desde la frontera con España, le convierte en una excelente puerta de entrada a un viaje por el País Vasco Francés. Pero bien podría ser también un complemento estupendo a un finde en Gipuzkoa, ya que no está demasiado lejos de joyas como Hondarribia o de la comarca de Oarsoaldea.

Se trata de un destino muy fácil de visitar. Llegar hasta él no tiene ninguna complicación y justo en la entrada, nada más pasar la estación, encontraréis un enorme parking (zona azul) en el que dejar vuestro vehículo. Nosotros siempre aparcamos ahí y nunca hemos tenido problemas para encontrar sitio.

San Juan de Luz tiene muy trabajada su propuesta turística. Su Oficina de Turismo está justo en el aparcamiento que os mencionábamos y el casco histórico, por lo que necesariamente pasaréis por ella. En cuanto entréis, os verán cara de españoles y os darán un práctico folleto con un mapa e información en castellano de todo lo que ver allí. La ruta que os vamos a proponer sigue en parte ese recorrido, aunque le hemos hecho pequeñas modificaciones para enriquecerlo un poquito. ¡Esperamos que os guste!

Turismo en San Juan de Luz

Mercado

El mejor punto de partida para una ruta por San Juan de Luz es su Mercado, una joya decimonónica que todavía sigue en funcionamiento. Fue inaugurado en 1884, ampliado en 1925 por el arquitecto André Pavlovsky y nuevamente agrandado en 1930. En 1997 fue rehabilitado por completo, dándole el excelente aspecto que tiene hoy en día.

Merece la pena visitarlo tanto por dentro como por fuera: lo primero, porque es uno de los mercados más bonitos de todo el País Vasco Francés; lo segundo, porque allí encontraréis productos artesanales de primer nivel.

El Mercado es una de las construcciones más emblemáticas del Barrio de las Marismas. Lo que antaño era la zona más desfavorecida de San Juan de Luz, ya que fue construida a base de desecar unos pantanos, en la actualidad es una de las más cotizadas. El Boulevard Víctor Hugo es su calle más animada.

Plaza de Luis XIV

Seguid hasta el final de dicho bulevar, girad a mano derecha en la Plaza de los Corsarios y llegaréis hasta la Plaza de Luis XIV. Es uno de nuestros espacios favoritos de la ciudad, ya que se trata de una adorable placita repleta de árboles, con mucha vida y con comercios muy interesantes. Por si eso fuera poco, allí encontraréis edificios súper interesantes.

El más destacado es la Casa de Luis XIV, un palacio construido entre 1643 y 1645 que destaca por sus torretas angulares y por los arcos de su fachada principal. Recibe su nombre por haber acogido al rey Luis XIV y a toda su corte durante algo más de un mes, en el año 1660, durante el casamiento del monarca con la infanta María Teresa.

Durante casi dos décadas fue la única casa que se metía en la plaza, hasta que en 1656 se construyó el Ayuntamiento de San Juan de Luz. Nació con una gran vocación multidisciplinar, ya que además de casa consistorial fue juzgado, prisión, archivo, depósito de armas y casa del propio alcalde. En 1701 recibió la visita de rey Felipe V de España.

Zona noble

Si abandonáis la Plaza de Luis XIV por la Rue Dihiar, llegaréis a una de las zonas más nobles de la ciudad. Allí os esperan varias casas de lo más singular.

La primera es la Alexandrenia, que representa a las mil maravillas las típicas casas medievales de Lapurdi. Fue construida entre los siglos XVI y XVII y sin duda destaca por la belleza de su fachada, con la típica malla de lienzos de madera de color rojo que tanto gusta por estas tierras.

Justo al lado está la Casa de los Tres Cañones, cuyo nombre viene dado por los tres cañones decorativos que tiene ubicados en la parte superior. Es un buena representante de los gustos que tenía la burguesía.

Por último, al ladito está la Casa de la Infanta (conocida también como Joanoenia). Es una mezcla prefecta entre la arquitectura local y un palacio veneciano, pues posee un clasicismo que resulta único en San Juan de Luz. El nombre le viene dado por la visita de la infanta española que se casó con Luis XIV, María Teresa de Austria.

El puerto: la «ciudad de los corsarios»

Si hay algo definitorio y definitivo en la historia de San Juan de Luz, incluso por encima de la boda real, es la ajetreada actividad que los navíos corsarios tuvieron frente a sus costas. Lo que empezó siendo uno de los puertos más dinámicos para barcos balleneros y bacaladeros pasó a ser la principal base de los corsarios vascos, que hostigaban a las naves enemigas de Francia.

Por eso, entre San Juan de Luz y la vecina Ciboure hay una zona portuaria de grandes dimensiones, la cual lleva resguardando barcos desde hace ya muchos siglos. Merece la pena pasear junto a las aguas y disfrutar del animado ir y venir de embarcaciones.

El faro de André Pavlovsky

Justo en uno de los extremos del puerto está el Faro que construyó André Pavlovsky, uno de los máximos representantes de la arquitectura vasca contemporánea. No es su única obra en la ciudad, ya que muy cerquita de allí está la casa que le construyó a su amigo Jacques Thibaud, uno de los grandes violinistas franceses de la primera mitad del siglo XX.

La playa y el paseo marítimo

Y, ya que estáis por allí, habréis llegado a una de las zonas más representativas de San Juan de Luz: la de la Gran Playa (Grande Plage). Se trata de una de las mejores playas del mar Cantábrico: por sus enormes dimensiones, por la calidad de su arena, por los pintorescos edificios que la rodean y también por sus tranquilas aguas.

Este último punto resultaría sorprendente para un visitante de comienzos del siglo XIX, ya que la ciudad estaba absolutamente expuesta a un oleaje constante e inclemente. Se calcula que todos los años tenían que retroceder entre uno y tres metros, ya que tras diversas actuaciones no eran capaces de frenar el avance del mar. Sin embargo, en 1854 se puso en marcha un proyecto bajo el paraguas de Napoleón III, que cristalizó en la construcción de varios diques tras casi medio siglo de obras. Desde entonces, año tras año se colocan hasta 50 bloques de 50 toneladas cada uno, pensando en proteger esa estupenda playa.

Al amparo de esas obras surgió también un estupendo paseo marítimo, que permite dar una vuelta con el mar a un lado y las casas vascas más bonitas que podáis imaginar. En algunas zonas es estrecho, pero en otras disfrutaréis de bancos, tiendas y restaurantes.

Curiosamente, esta zona era en origen una de las menos apetecibles de la ciudad. De hecho, aquí vivieron uno de los últimos grupos de kaskarots, una población descendiente de los godos que fueron excluidos en la Edad Media (acusados de contagiar la lepra, de brujería y de mil cosas más). Hoy en día es todo lo contrario, ya que posiblemente sea el lugar con el metro cuadrado más caro de toda la ciudad.

La mejor muestra son los hoteles de lujo que brotan por doquier. San Juan de Luz fue una de las primeras ciudades de Europa en recibir turismo de masas, algo que cristalizó en la puesta en marcha de edificios tan emblemáticos como el Hotel de Inglaterra, el Hotel de la Playa o el Gran Casino. En cualquier caso, si un edificio brilla con luz propia es la La Pérgola, obra del célebre arquitecto Robert Mallet-Stevens.

Rue Gambetta

En paralelo a la playa, aunque en el corazón del casco urbano de San Juan de Luz, está su calle más transitada: la Rue Gambetta. Se trata de una amplia y animada avenida en la que encontraréis lo mejor del comercio y la gastronomía local: tiendas súper adorables en las que comprar ropa o artesanía, pastelerías, locales dedicados únicamente a la venta de chocolate…

Es un lugar perfecto para pasear e ir de escaparate en escaparate. Nosotros disfrutamos un montón allí cada vez que vamos, no lo vamos a negar. Quizá ayude bastante el hecho de que los precios no son tan abultados como suele ocurrir en lugares tan turísticos.

Iglesia de San Juan Bautista

En el corazón de la Rue Gambetta está la Iglesia de San Juan Bautista, el principal templo de la localidad. De hecho, está consagrada en honor del patrón de San Juan de Luz y fue construida sobre las bases de una iglesia preexistente, por lo que lleva siendo el epicentro de la vida espiritual local desde hace ya muchas generaciones.

El edificio actual responde a unas enormes obras ocurridas en los años centrales del siglo XVII, cuando había mucho dinero en la ciudad: las capturas de ballenas y bacalaos iban viento en popa y hasta 12.000 habitantes vivían en San Juan de Luz. Por eso, hicieron una gran iglesia que estuviese a la altura de las circunstancias. La nave principal tiene 50 metros de largo, 17 de ancho y 20 de alto, con una torre que llega hasta los 35 metros en su punto de más altura. Tal y como ya hemos contado, aquí se casaron Luis XIV y la infanta María Teresa de Austria.

Además, hoy en día es un lugar por el que frecuentemente pasan los peregrinos que están haciendo el Camino de Santiago por la costa.

Ciboure

Para terminar, una recomendación: id a la vecina ciudad de Ciboure. Se puede llegar caminando en apenas cinco minutos desde la Plaza de Luis XIV, cruzando el enorme Puente de Charles de Gaulle. Una vez allí, llegaréis a una localidad muy parecida a San Juan de Luz, pero con un enfoque mucho menos turístico (y, por tanto, más auténtico). Ojito con su iglesia, con sus calles y con sus playas, porque son de lo mejorcito del País Vasco Francés.

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