Riga, el Castillo de Cesis, Liepaja… si estás preparando un viaje a Letonia, seguro que ya os habéis cruzado con los típicos destinos. Sin embargo, aquí os traemos uno menos conocido pero que, sin lugar a dudas, deberíais incluir en vuestra ruta. Nos referimos a Kuldiga, un precioso pueblo en el oeste del país. Seguid leyendo y viendo las imágenes, porque estamos seguros de que os van a entrar ganas de ir.
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Del abandono al encanto
Kuldiga es uno de esos lugares en los que la Historia ha sido caprichosa. Tan pronto ha sido un lugar desconocido como ha experimentado un gran crecimiento, para andar y desandar ese camino más veces de lo que les gustaría reconocer.
La primera referencia al lugar es de 1242, aunque se cree que pudo estar poblado desde mucho antes. En cualquier caso, en 1368 pasó a formar parte de la Liga Hanseática, disfrutando de una época de relativa pujanza.
No obstante, la modernidad no fue especialmente favorable para Kuldiga, cuya ubicación le hacía estar alejada de los circuitos económicos más poderosos del país. Así, su desarrollo industrial no fue el mejor, pasando a ser un lugar tirando a desconocido.
Por suerte, el mundo ha cambiado y hoy en día se valoran mucho ese tipo de sitios, en los que un escaso desarrollo se ha traducido también en el mantenimiento de las tradiciones y la autenticidad. Así, Kuldiga recibió en 2007 el premio EDEN al turismo rural emergente, otorgado ni más ni menos que por la Unión Europea.
Ese premio no situó especialmente a Kuldiga en el mapa, que sigue siendo un lugar tirando a desconocido y visitado fundamentalmente por turistas letones, pero lo cierto es que reconoce el encanto del lugar. A nosotros nos pillaba más o menos entre Liepaja y el Parque Nacional de Slitere, por lo que decidimos hacer una paradita… ¡Menudo acierto! Sin duda, uno de nuestros lugares favoritos de Letonia e incluso de las repúblicas bálticas.
La visita es cómoda y rápida. Con un par de horitas es suficiente para visitar el pueblo y para acercarse a sus cascadas. Sí, no lo habíamos dicho hasta ahora, pero en Kuldiga están las cascadas más anchas de toda Europa. ¿A que esto no os lo esperabais? Pues no es la única sorpresa que encontraréis visitando este fabuloso destino.
Turismo en Kuldiga
Plaza del Ayuntamiento
Para nosotros, el punto ideal para comenzar una visita a Kuldiga es la Plaza del Ayuntamiento (Ratslaukums). No os esperéis la típica plaza, ya que esta es alargada, con construcciones heterogéneas y con tráfico rodado por el medio, pero aun así es el lugar con más patrimonio de todo el pueblo.
La plaza tiene algo. No sabemos el qué, pero desde luego nos sentimos muy a gusto en ella. Es una mezcla entre romanticismo y decadencia, con edificios de colores que no tienen nada que entre sí pero que forman un magnífico conjunto.
En la plaza destacan algunos edificios concretos, como el Ayuntamiento Nuevo (que más parece un castillo que una casa consistorial) o el Ayuntamiento Viejo (construido en madera). También tenéis allí la Oficina de Turismo, aunque nosotros hicimos la visita a Kuldiga a última hora de la tarde y ya había cerrado.
Arquitectura popular
Pese a hacer el recorrido por el pueblo «a ciegas», ya que no teníamos un mapa ni información, tenemos que decir que la visita a Kuldiga es de lo más sencilla. Pasear por sus calles es hacer un viaje al pasado, aunque también adentrarse en una especie de cuento de hadas en el que las casitas de madera y de colores hacen que la imaginación se dispare.
Id sin rumbo, sí, pero también aprovechad para visitar las otras dos grandes plazas de Kuldiga (la Plaza Nueva y la Plaza Medieval), además de las calles de las que os vamos a hablar más adelante. En cualquier caso, no llevéis prisa, pues un sitio como este merece ser visitado con reposo.
Baznicas Iela
Uno de los lugares que no os podéis perder es la Baznicas Iela, una especie de calle principal (significa Calle de la Iglesia) que comunica la Plaza del Ayuntamiento con el puente sobre el Río Venta.
En la calle encontraréis muchas sorpresas, como la Farmacia del Duque Jacobo (con sus características vigas de madera en la fachada) o unas pequeñas cascadas.
Iglesia de Santa Catalina
También en la Baznicas Iela hay espacio para el rezo. En concreto, para la Iglesia de Santa Catalina (o Santa Caterina), un templo luterano del siglo XVII. En su interior hay un órgano enorme, aunque su elemento más representativo está en el exterior: una torre de 25 metros de alto rematado en color verde. Es la iglesia que más fieles congrega en Kuldiga.
Iglesia de la Santa Trinidad
Sin embargo, no es el único lugar para el rezo en el pueblo. No muy lejos de ella está la Iglesia de la Santa Trinidad, en este caso regentada por la comunidad católica. Su fachada blanca no está en el mejor estado de conservación posible, pero aun así es un templo con mucho encanto.
Liepajas Iela
Otra calle que no deberíais dejar de visitar, a la altura de la Baznicas Iela, es la Liepajas Iela. Parte también desde la Plaza del Ayuntamiento, aunque en este caso hacia el oeste, y es algo así como la calle «comercial» de Kuldiga. Lo ponemos entre comillas, pues no queremos que nadie se imagine la típica avenida europea llena de modas y restaurantes. La propuesta es mucho más humilde, aunque goza de un encanto difícil de igualar.
Iglesia de Santa Ana
Yendo por la Liepajas Iela tendréis relativamente cerca al tercer gran templo de Kuldigas, la Iglesia de Santa Ana. Construida en el ladrillo rojo que tanto gusta por tierras bálticas, también está dedicada al culto luterano.
Parque de la Ciudad
Toda la zona pegada al Río Venta ha sido acondicionada y puesta en valor. Gracias a ello, hoy en día los viajeros podemos disfrutar del precioso Parque de la Ciudad, un espacio lleno de monumentos, fuentes y zonas ajardinadas. También alberga algunos restos del Castillo de la Orden de Livonia, así como el Museo Histórico de Kuldiga.
La visita es sencillamente imprescindible, especialmente si vais con niños o estáis viajando con perro.
Puente Viejo de Ladrillo
El parque, así como la Baznicas Iela, va a parar al Puente Viejo de Ladrillo. Aunque desde antiguo ha habido una estructura allí para sortear al Río Venta, la construcción actual es tirando a reciente, ya que durante los conflictos del siglo XX fue destruido. Eso sí, en su reconstrucción se siguió el aspecto del puente en 1874, cuando se erigió utilizando ladrillo rojo. Es una pasada.
Ventas Rumba (Cascada)
Para terminar, uno de los platos fuertes de Kuldiga: las impresionantes Ventas Rumba (es decir, las Cascadas sobre el Río Venta). Son las cascadas más anchas de toda Europa, con 249 metros de ancho que, en época de lluvias, pueden crecer hasta los 270 metros. Eso sí, no esperéis una gran caída, ya que tienen escasos 2,2 metros en su tramo más alto.
Para contemplar las cascadas tenéis varias opciones, como el propio Puente Viejo de Ladrillo o el Parque de la Ciudad. El punto de observación más típico, por si lo queréis buscar en Google Maps, está en la Pils Iela.
Sea como fuere, este es uno de los grandes accidentes geográficos del continente europeo. Sin duda, un gran punto y final (o de inicio, según hagáis vuestra visita) a una excursión al bonito pueblo de Kuldiga.