Aunque Gartzain sea un lugar apartado, de difícil acceso y dividido en diferentes núcleos urbanos, os aseguramos que es una visita que merece la pena. Es un sitio auténtico, en el que se conserva el aroma de la tradición y en el que el patrimonio no falta. Además, con una horita hay tiempo de sobra para visitar sus principales puntos de interés, por lo que os lo recomendamos a tope.
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Cuando el olvido no es un problema
Según diferentes estudios, Gartzain es el pueblo de toda Navarra con mayor pervivencia del euskera. Incluso se ha llegado a afirmar que el 100% de sus habitantes lo hablan, algo que no es para nada habitual en la zona.
A ello ha contribuido la ubicación del pueblo, pues está alejado de la carretera principal. De hecho, hoy en día es confuso llegar, pues nosotros íbamos desde Irurita y el GPS nos llevaba por un camino con el acceso solo permitido a los vecinos.
En cualquier caso, una vez llegamos allí nos encontramos a un pueblo dividido en varios núcleos. Nosotros visitamos tres de ellos, con los que nos hicimos una excelente idea de lo que podíamos encontrar en este lugar de tradición agrícola y ganadera.
Turismo en Gartzain
Núcleo urbano
En el núcleo de Gartzain, el que le da nombre al pueblo, encontramos su edificios más destacados. El más relevante es la Iglesia de San Martín de Tours, cuya construcción se hizo a comienzos del siglo XVIII. Eso sí, los franceses la destrozaron a finales de esa misma centuria, por lo que tuvo que ser reconstruida en la siguiente. Su bóveda en concha semicircular es su principal seña de identidad.
Justo detrás de la iglesia están el frontón y la escuelas, además de algunos caseríos de gran interés. Quizá el más destacado es el llamado Palacio Oyar, con su portalón a medio punto y un balcón con ménsulas.
Lo mejor de este sitio es su autenticidad. Es uno de los lugares menos visitados del valle y eso se nota (en el mejor sentido).
Barrio de Aintzano
Cambiando de tercio, cogimos el coche y nos acercamos al cercano barrio de Aintzano. Allí nos esperaba otro buen puñado de palacios y caseríos, siendo el representante más popular el Palacio de Iturbide.
Por cierto, desde Aintzano se puede disfrutar de una panorámica alucinante de Gartzain y de todo el valle en general. Merece la pena subir hasta allí.
Barrio de Ariztegi
Por último, volvimos a coger el coche para cambiar de barrio. En este caso llegamos a Ariztegi, donde nos dio la bienvenida la Ermita del Pilar: un pequeño templo que viene de la Edad Media y que, según las crónicas, fue construido con ayuda de todos los habitantes del pueblo.
Muy cerquita de la ermita está el Lavadero, rehabilitado recientemente y que pone en valor una estructura súper común en el Valle de Baztán.
Una vez más, mucho ojo con los caseríos de esta parte. También son una pasada.