La Via Karelia es uno de los recorridos por carretera más interesantes del norte de Europa. En concreto, recorre más de 1000 kilómetros por el este de Finlandia, atravesando el país de sur a norte con la frontera con Rusia siempre al alcance de la mano (o de las ruedas). Incluso uno de los tramos más ambiciosos propone adentrarse en el país vecino, aunque queda reservado para los más aventureros. En este artículo os contamos la historia de esta fantástica ruta y también cómo fue nuestra experiencia recorriendo algunos tramos.
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La ruta turística más antigua de Finlandia
Los 1080 kilómetros que separan las localidades de Virolahti (al sur) y Salla (ya en Laponia) fueron convertidos en el año 1966 en la primera ruta turística por carretera oficial de Finlandia. Las autoridades del momento sabían de lo pintoresco de este recorrido, el cual ofrecía (y ofrece) una excelente transición por los diferentes paisajes del país.
Realmente la Via Karelia no es una única ruta como tal, sino una larga y sinuosa sucesión de carreteras secundarias. De hecho, hoy en día no sería la opción más rápida para unir ambas localidades, aunque desde luego si la más bonita.
Por doquier veréis carteles indicando que se está en la Via Karelia, además de un montón de enclaves de interés señalizados. Poco a poco iréis viendo ecosistemas de lo más diferentes: mientras que en el sur predominan los enormes lagos, seguramente en los tramos más septentrionales lo que más os llame la atención sea la enorme presencia de renos.
Esta ruta no es muy conocida fuera de las fronteras del país, pero para los finlandeses es toda una institución. De hecho, muchos la realizan poquito a poco, a lo largo de los años, ya que recorrerla al completo (incluyendo paradas) puede llevar varias semanas.
1080 razones para enamorarse
La diversidad histórica, cultural y paisajística de la Via Karelia está fuera de toda duda. Su eslogan es algo así como «razones para enamorarse», algo que podréis hacer infinidad de veces a lo largo de sus 1080 kilómetros.
Cultura, lugares remotos, gastronomía, historia militar, seguir las huellas de la religión ortodoxa… son muchos los motivos por los que ir a hacer este recorrido. Sin embargo, hay uno que sobresale por encima del resto: la naturaleza. A lo largo y ancho de la Via Karelia podéis encontrar aproximadamente medio centenar de espacios naturales protegidos, incluyendo casi una decena de Parques Nacionales.
Por cierto, la Via Karelia se llama así por la región histórico-geográfica del mismo nombre, un enorme espacio compartido que actualmente pertenece tanto a Finlandia como a Rusia, pero que también ha tenido influencia estonia y sueca. Tiene su propio idioma, el carelio.
Por su diversidad, este itinerario viene a ser lo más parecido que se puede hacer a la Ruta 66 de Estados Unidos en Finlandia. Cambiad toda la cultura yankee por el encanto nórdico y eso es exactamente lo que encontraréis.
Tramos de la Via Karelia
Más allá de ser una sucesión de distintas carreteras, en la Via Karelia encontraréis diferentes itinerarios.
Entre poemas y fronteras
El más mítico es el Camino del Poema y la Frontera, ya que es el tramo que fue inaugurado en 1966 y que tiene el honor de ser la ruta turística más antigua del país. Va de sur a norte, uniendo por carretera el golfo de Finlandia con la región de Laponia.
La ruta de la iglesia kareliana
Más o menos a mitad del itinerario anterior, conectando con él en perpendicular hacia el oeste, está la Ruta de la Iglesia de Karelia. Un recorrido en el que peregrinos y turistas en general pueden visitar algunos de los escenarios más importantes de la iglesia ortodoxa en Finlandia.
Incursión en tierras rusas
Y también en perpendicular, pero yendo hacia el este, está la ruta que conecta Kajaani con Paanajärvi. Dicho de otro modo: la que se adentra en tierras rusas. Es el recorrido más desconocido e inexplorado, reservado únicamente para los viajeros más intrépidos. El conflicto bélico de 2022 la dejó prácticamente impracticable, pero confiamos en que vuelva a ser transitable
Lago Pielinen
Por último, hay un ramal opcional que básicamente bordea el Lago Pielinen. 300 kilómetros que no son una ruta turística oficial pero que ofrecen pequeños pueblos, bosques excepcionales y unas vistas al lago difíciles de olvidar.