El Parque Natural de Urbasa-Andía es un espacio protegido de Navarra que cuenta con infinitas posibilidades para hacer senderismo y disfrutar de la naturaleza. En este post os vamos a hablar de una de las más espectaculares, la Senda de los Montañeros. Se trata de un bonito recorrido que se puede adaptar a diferentes niveles de intensidad, siempre teniendo en común que buena parte del mismo ocurrirá por el Hayedo Encantado, un precioso bosque de hayas que os dejará sin palabras en cualquier época del año (aunque especialmente en otoño).
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Uno de los hayedos más bonitos de la Península Ibérica
Ubicado en la cara norte del Parque Natural de Urbasa-Andía, el Hayedo Encantado es una de las mayores sorpresas que podéis encontrar en esta zona de Navarra. Con sus enormes y antiguas hayas como principal carta de presentación, este inmenso y profundo bosque es un lugar perfecto para pasear y respirar aire puro.
Los árboles se disponen entre innumerables senderos, desde los cuales se pueden contemplar las enormes rocas calizas que hay en lo alto de la montaña. Se configura así un paisaje único. Destaca en otoño, con sus colores dorados, pero la visita al bosque es recomendable los 365 días del año.
Existen muchas maneras de visitar el Hayedo Encantado, prácticamente tantas como podáis imaginar. Incluso hay un recorrido, el Sendero Morterutxo, que está adaptado para sillas de ruedas y con paneles en braille, algo que lamentablemente no es nada común en el medio rural peninsular.
Por resumir, el gran público hace tres tipos de recorridos:
- La opción corta: un paseo llano por el hayedo. Se puede comenzar desde distintos aparcamientos y no hay que tener más pretensiones que las de recorrer el bosque y dejarse llevar por su magia. ¡Facilísimo!
- La Senda de los Montañeros: tras recorrer el Hayedo Encantado, se puede encarar la subida hasta un mirador desde el que contemplar la vecina localidad de Alsasua. Se va y se vuelve por el mismo sendero. Dificultad media, por el desnivel.
- La opción circular: un recorrido algo más exigente, en el que se recorre el hayedo, se sube a lo alto de la montaña y se atraviesa yendo entre sus rocas calizas. Durito y no siempre bien señalizado.
Nosotros optamos por esta última opción, ya que nos permitía sacarle todo el partido al Hayedo Encantado y al terreno kárstico sobre el que se asienta. Seguid leyendo y os contaremos nuestra experiencia, no exenta de sudor y dificultades.
Del Hayedo Encantado a la Cruz de Bargagain: la versión circular de la Senda de los Montañeros
Como os decimos, nosotros optamos por hacer una variante de la Senda de los Montañeros que ampliaba el recorrido para hacerlo circular, ya que era la opción más completa para explorar el Hayedo Encantado. Para ello, fuimos hasta el Centro de Interpretación de Urbasa, junto al cual hay un pequeño aparcamiento. Si os lo encontráis lleno, tenéis muchos otros parkings en los alrededores. De hecho, solo merece que vayáis hasta el centro si queréis entrar a pedir información, ya que desde allí hay que andar en dirección al resto de aparcamientos.
Al inicio de la Senda de los Montañeros conviven dos rutas, una señalizada con balizas rojas y otra con balizas verdes. Como el tramo es compartido, veréis postes con ambos colores. Eso sí, el comienzo es relativamente confuso: apenas hay cartelería, no se sabe hacia dónde hay que ir, de repente te ves en medio de una ruta adaptada (el Sendero Morterutxo), el bosque se te echa encima…
Eso sí, nada que objetar ante la belleza del hayedo. Sin duda, es uno de los bosques más bonitos en los que hemos estado nunca. Los árboles son sencillamente impresionantes, los colores no podrían ser más vivos y la belleza de la ruta está fuera de toda duda.
Nosotros normalmente evitamos las aglomeraciones, y lo cierto es que esta es la zona más concurrida que vimos en el Parque Natural de Urbasa-Andía (incluso más que la ruta al Nacedero del Urederra, que en teoría es el punto más famoso). Sin embargo, el hayedo es enorme y en ningún momento lo sentimos masificado.
El paseo por el hayedo es tan largo y variado como uno quiera, ya que por doquier salen pequeños caminos que se adentran entre los árboles. Así, había gente dando un paseo en familia, otros jugando con sus perros, amantes de la fotografía intentando capturar la belleza del lugar…
Si seguís caminando por el llano, llegaréis a un punto en el que se separan las dos rutas, cerquita de una pequeña chabola de carboneros. La roja va a mano izquierda, pero la verde sigue de frente.
En un momento dado hay que empezar a subir cuesta, pues al fin y al cabo la Senda de los Montañeros llega a la cima de la montaña. El recorrido es excepcional, ya que al fin y al cabo sigue siendo un hayedo precioso pese a las cuestas, pero la verdad es que la señalización no es fácil de seguir.
Una vez lleguéis a lo alto, tendréis la recompensa de disfrutar de unas vistas difíciles de olvidar. No vamos a negar que se nos escapó un pequeño «oooh» al ver el valle que se abría ante nuestros pies, con Alsasua en primer plano.
Desde allí, encaramos el tramo más complicado de la ruta. Para llegar a la Cruz de Bargagain (también conocida como Cruz de Alsasua) hay que buscarse las mañanas e ir trasegando entre riscos, cuestas y zonas por las que cuesta imaginar un camino. Fácil no fue, incluso a nuestro perrete se le quedó una pata atrapada entre las rocas y nos dio un buen susto, pero lo cierto es que pudimos superar las dificultades.
Así, llegamos a otro de los hits de la ruta, la famosa Cruz de Bargagain.
Por suerte, desde allí el sendero se vuelve mucho más amable, con una larga bajada hasta el tramo en el que se separaban las dos rutas. No es difícil el descenso, pero llevábamos ya dos horas caminando y las piernas pesaban. Esta bajada es la que corresponde con la Senda de los Montañeros, que normalmente es de ida y vuelta pero que nosotros solo la hicimos una vez.
De vuelta al llano, solo nos quedaba recorrer el camino al coche por el tramo más sencillo del hayedo. Por cierto, no lo hemos dicho hasta ahora, pero como habéis visto en las fotos, disfrutamos de una compañía de lo más variada: ovejas, cabras, burros, caballos, ponis…
Aprovechamos que estábamos por la zona para hacer un par de cositas más. La primera, a escasos 500 metros de donde habíamos aparcado, consistió en asomarnos al Mirador de Olazagutía. Es el límite norte del Parque Natural de Urbasa-Andía, y también un excelente mirador hacia la sinuosa carretera.
Por último, nos dejamos caer por Venta Medinagusi, una parada imprescindible para recargar las energías después de tanto caminar. Allí nos atendió Pili, un auténtico titán que sirve vino del año, txistorra, queso, lomo «de freír» y mucho más en forma de pintxos y generosos bocadillos. 100% recomendable para poner un delicioso broche de oro a una excursión inolvidable.
Ficha técnica: cómo llegar, distancia y otros datos
📍 Punto de inicio: salimos desde el Centro de Interpretación de Urbasa, aunque realmente cualquiera de los aparcamientos de los alrededores serviría.
📏 Distancia / desnivel: nosotros hicimos un recorrido de casi 10 kilómetros, con un desnivel positivo de unos 300 metros. Eso sí, los paseos por el hayedo pueden ser mucho más breves si no os apetece pegaros la pateada.
💪 Dificultad: misma cosa para la dificultad. Nos liamos y acabamos trasegando entre riscos, por lo que fue una ruta realmente difícil. Sin embargo, podría ser de dificultad media si vais hasta la Cruz de Bargagain en línea recta o incluso fácil si os limitáis a dar una vuelta en familia por el hayedo.
⏲️ Duración: se nos fueron tres horas y media. Podría haber sido mucho más corto el asunto, pero nos liamos la manta a la cabeza y le sacamos todo el jugo al recorrido.