La Estación Central de Milán, un ecléctico e impresionante cruce de caminos

La Estación Central de Milán (Stazione di Milano Centrale) es un edificio injustamente olvidado por buena parte de las guías de viaje a la capital de la moda. Más allá de su importante función a nivel de transporte ferroviario, desde el punto de vista arquitectónico se trata de una construcción única en Italia. Sus dimensiones son colosales, artísticamente es estupenda y tanto en su interior como en los alrededores encontraréis mucho por hacer.

Fachada de la Estación Central de Milán

Modernismo sobre las vías del tren

Lo primero es hacer un breve repaso a la historia del edificio en sí. La Estación Central de Milán actual vino a sustituir a la antigua estación de la ciudad, que ya no era capaz de absorber el creciente tráfico ferroviario. Fue inaugurada en el año 1931, tras unas obras cuyo resultado final distó mucho del planteamiento en origen. ¿El responsable de esta desviación? Ni más ni menos que Benito Mussolini, que hizo de la Stazione Centrale uno de sus proyectos estrella. Había que demostrarle al mundo lo bien que iban las cosas y para ello nada como hacer una súper estación.

De hecho, incluso en la actualidad sigue siendo una de las estaciones de tren más grandes de toda Europa. A nivel nacional es la segunda más importante del país, solo superada por Roma Termini. Pese a obtener la medalla de plata, por sus andenes pasan cada año más de 120 millones de viajeros. ¡No está nada mal!

Vestíbulo de la Estación Central de Milán

Artísticamente se la podría definir como ecléctica. Es cierto que predominan dos estilos, el Art Nouveau y el Art Decó, pero por doquier veréis elementos que os recordarán a otras tendencias. De hecho, hablamos de un edificio que nunca ha dejado de evolucionar, a veces por cuestiones prácticas (como modificar los accesos para facilitar el tránsito de personas) y otras por tecnológicas (como cuando llegaron las escaleras mecánicas).

¿Tenéis que tomar un tren en Milán? Perfecto, reservad al menos media horita para visitar la estación tanto por dentro como por fuera. ¿No es el caso? Igualmente acercaos hasta ella, porque os aseguramos que la Estación Central de Milán merece la pena.

Arquitectura italiana del siglo XX

Qué ver en la Estación Central de Milán

Fachada

El buque insignia de la Estación Central de Milán es su impresionante fachada. Sus dimensiones hablan por sí solas: 72 metros de alto y hasta 200 de ancho. Claramente se consiguió llevar al máximo el mensaje de grandeza que se quería lanzar al mundo.

Estamos hablando de un edificio con muchos «padres». Hemos hablado de la influencia que tuvo Mussolini en el proyecto, pero no está de más recordar que el rey Víctor Manuel III fue el que dio los primeros pasos en 1906. El diseño original fue obra del arquitecto Ulisse Stacchini, que tomó como principal fuente de inspiración la Union Station de Washington DC. La mayor parte de la fachada lleva su firma, aunque otras figuras de la arquitectura influyeron de manera decisiva en la construcción.

Sea como fuere, os recomendamos dedicar un ratito a contemplar en detalle el acceso principal. Os quedaréis sin palabras.

Acceso a la estación de tren

Exteriores

Antes de entrar a ver los interiores, dad una vuelta por los alrededores de la estación. Por un lado, os diremos que es un espacio cambiante y lleno de vida, en el que frecuentemente se realizan eventos de todo tipo. Pero es que además hay pequeñas zonas ajardinadas, una plaza enorme por la que pasear, restaurantes de todo tipo e incluso hay cabida para alguna que otra escultura interesante. Pese a ser relativamente reciente (pues data de 2016), la más icónica en la actualidad es la Manzana Reintegrada (Mela Reintegrata). Obra de Michelangelo PIstoletto, sus 11 toneladas de peso y 7 metros de altura sirven para rendir homenaje a la sostenibilidad y el encuentro entre la tecnología y la naturaleza.

Mela Reintegrata

Estancias interiores

Llegó el momento de hincarle el diente a las estancias interiores. La Estación Central de Milán es gigante, así que podéis pasar un largo rato caminando entre sus amplios halls bajo enormes cúpulas de acero acristaladas y sus larguísimos pasillos atestados de viajeros.

Hablamos de un edificio de ritmo frenético y caótico las 24 horas del día. ¿Y qué significa un flujo constante de gente en un lugar de paso obligado en tiempos de capitalismo salvaje? Pues sí, oportunidades comerciales. En la actualidad, la Estación Central de Milán más parece un centro comercial que una estación de tren. Por todas partes veréis tiendas, restaurantes y cafeterías, encontrando infinidad de estímulos tanto para matar el tiempo mientras esperáis a vuestro tren como si habéis ido a visitar el edificio de propio.

Intercambiador con mucha gente

Tenemos que decir que los precios no son tan elevados como cabría esperar en un hub de comunicaciones. Es cierto que no es la zona más barata de Milán, pero tampoco la más cara. Además, a su favor juegan los horarios, pues las franjas de apertura son amplísimas. No nos malinterpretéis: no es necesario ir allí a gastar dinero. Solo decimos que si os gusta la gastronomía y el shopping es un buen lugar.

Pese a todo, no hay que olvidar que se trata de una estación. En concreto, la Centrale tiene hasta 24 plataformas, comunicándose con prácticamente toda Italia y con buena parte de las capitales europeas en muchísimos kilómetros a la redonda. Podéis contemplar la zona de andenes desde la lontananza, ya que únicamente hay unas pantallas de vidrio para separarla del área de libre acceso.

Interior de la Estación Central de Milán

Mercado Central

Por último, en uno de los costados de la estación se encuentra uno de nuestros sitios favoritos de la ciudad. Se trata del Mercado Central de Milán, un cruce de caminos (en este caso gastronómico) en el que podréis disfrutar de los mejores olores, sabores y colores que puede dar la cocina italiana. Además, su propuesta es absolutamente abierta, por lo que podréis encontrar especialidades locales compartiendo vitrinas con otras de Puglia o de Sicilia.

Una vez más, no es el sitio más caro de Milán, aunque claramente tampoco el más barato. En cualquier caso, merece la pena recorrérselo de una punta a otra y disfrutar de todo lo que tiene que ofrecer.

Mercado Central de Milán
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